lunes, 15 de junio de 2015

DOS BICHOS CURIOSOS: ACRIDA UNGARICA Y BERBEROMELOE MAJALIS

Seguimos liados, aunque ya por Santorcaz, y como hay que andar, el domingo salimos a dar un paseíllo antes de comer. La hora y el aire no facilitó las cosas con los pájaros, así que había que mirar al suelo, donde vimos un par de insectos muy interesantes, de gran tamaño y con estrategias de vida opuestas.

El primero de ellos es uno de los saltamontes más grandes que podemos encontrar con hasta 8 cm, aunque también es uno de los más difíciles de ver, pues basa su plan de vida en pasar desapercibido. ¿Lo véis?

Acrida ungarica oculto en la vegetación
Se trata de Acrida ungarica mediterranea, un saltamontes u ortóptero que todo él recuerda a un palo.

En un lugar más expuesto es más fácil de percibir
Al individuo que encontramos le faltaba una pata, lo que dificultaba sus saltos y vuelo
Hasta la forma de su rostro y sus antenas intentan confundirnos.

Detalle del rostro
El otro insecto es mucho más conocido, se trata de la aceitera (Berberomeloe majalis). En este caso se trata de un escarabajo o coleóptero con un enorme abdomen. Esta vez, el bicho no busca el camuflaje con su entorno, más bien al contrario, sus colores negro y rojo, son aposemáticos, es decir tratan de llamar la atención para advertir de algún peligro, y es que las aceiteras desprenden un líquido corrosivo y tóxico cuando se las molesta.

Aceitera tranquilamente cruzando un camino
Y aquí acaba la lección de esta entrada, no dio para más, pero como siempre, la Naturaleza puede ensañarnos algo, siempre que se mire qué es lo que nos rodea.

Cúmulos sobre la cebada ya granada

domingo, 7 de junio de 2015

SACRE: PIQUITUERTO, TOTOVÍA, GORRIONES CHILLONES, ZARCERO, BUITRES

9 meses hacía que yo no amanecía en Santorcaz, y hoy he madrugado para hacer el último conteo de la temporada de cría para el programa SACRE. Como siempre, el objetivo era contar en un cuaderno y no hacer fotos, pero algunas veces "alguien" se pone a tiro y no lo puedo remediar.

En la primera parada, en el antiguo lavadero de Santorcaz, un macho de piquituerto (Loxia curvirostra) le cantaba a un sol aún sin fuerza.

Piquituerto, siempre con pico cruzado 
Tras entretenerme con 5 aguiluchos cenizos en El Pozo de Guadalajara que no paraban quietos, la siguiente en posar, aunque sólo un instante, fue una totovía (Lullula arborea).

Totovía, familiar de cogujadas y alondras,
pero más arbórea y con un diseño cefálico característico

También en El Pozo, en un préstamo abandonado donde los taludes han sido colonizados por aves que anidan en agujeros, varios gorriones chillones (Petronia petronia) vigilaban desafiantes sus nidos frente a un invasor armado sólo con cuaderno y lápiz.

Gorrión chillón, con su típica mancha amarilla en la garganta
Lugar de anidamiento de los gorriones chillones
En Valdarachas, y ya con un sol de justicia, un grupo de buitres leonados cicleaban a baja altura sobre las afueras del pueblo.

Buitre leonado aleteando
Planeando
También en Valdarachas, junto a un arroyo, un zarcero común (Hyppolais polyglota) imitando a golondrinas, cantaba camuflado entre las hojas de un membrillo.

Zarcero común 
Terminé en Los Santos de La Humosa, ya con mucho calor y poco pájaro, pero rodeado de aromáticas y plantas en flor, que hacían las delicias de muchas mariposas.

Gonepteryx cleopatra
Muschampia proto
Pontia daplidice

domingo, 31 de mayo de 2015

PINZÓN VULGAR DESPUÉS DEL BAÑO

Ayer volví por los cerros de Santorcaz durante poco más de una hora, pero ya vuelvo a tener techo y cama allí, así que espero que pronto volverán más crónicas y más largas de mi pueblo. Mientras, hasta un paseo tan corto como el que dí ayer, permite sacar algunas instantáneas de la vida de los pájaros comunes y algunos otros animalillos.

El pinzón (Fringilla coelebs) es una de las aves más abundantes de la Península Ibérica y lo encontraremos criando en cualquier lugar en que haya árboles. Como todos las aves, también cuidan de su plumaje, pues de él dependen para volar. Ayer me tropecé con un bonito macho recién salido del baño, y como el plumaje aún no estaba a punto y yo no parecía muy amenazador, decidió recomponerse el plumaje mojado mientras me vigilaba con el rabillo del ojo.

Con el plumaje mojado, el pinzón decidió acicalarse y asolearse en un quejigo
De espaldas, pero siempre vigilándome, se podía ver su obispillo de color verdoso
De lado, y aún mirándome,  mostró las franjas blancas de sus alas negras
Ya con el plumaje algo más adecentado, miró al cielo antes de salir volando
No muchos más pájaros pude fotografiar ayer, salvo a un alcaudón común (Lanius senator). 

Alcaudón común sobre una encina
Como siempre, conviene mirar al suelo ya que siempre hay joyas perdidas. Ayer encontré un fósil de un caracol acuático con unos pocos millones de años y una oruga de llamativos colores. Esta oruga de Papilio machaon se convertirá en poco tiempo en una espectacular mariposa más colorida si cabe, que la oruga. Tranquilamente se daba un festín con las cápsulas de una umbelífera que es considerada mala hierba en la agricultura. Una vez más los bichos más insignificantes hacen trabajo gratis para nosotros.

Ya había dado un buen bocado a la cápsula cuando la encontré
Rojo, verde y negro significan una cosa: si se la irrita es capaz de producir ácido butírico, lo que no debe ser muy agradable al paladar

lunes, 25 de mayo de 2015

PRADERAS, DEHESAS Y CHARCAS DE BROZAS

Hace ahora un año, y a poca distancia de donde estuvimos esa vez, hemos vuelto a pasar una semana en familia en la provincia de Cáceres. En esta ocasión hemos estado en Brozas, un pueblo ganadero rodeado de pastos, dehesas y alguna zona húmeda.


Extensas praderas rodean al monumental pueblo de Brozas
Como no puede ser de otra manera en cualquier conjunto monumental en Extremadura, el casco urbano de Brozas, acoge una gran población de cigüeñas, cernícalos primillas, aviones roqueros, grajillas, vencejos, etc.


Un vencejo común (Apus apus) quiso robar protagonismo
a una altiva cigüeña blanca (Ciconia ciconia)
Avión roquero (Ptyonoprogne rupestris) descansando 
Cernícalo primilla (Falco naumanni) en vuelo cernido,
con la cola extendida y las álulas apuntadas
El canto de los gallos, el balido de corderos y el cencerro de terneros me despertaron el sábado, así que no tuve ni que esperar a que sonase el despertador para levantarme. Nada más salir del pueblo, las praderas infinitas, los grandes herbívoros pastando, las cigüeñas comiendo saltamontes, los milanos patrullando y los afloramientos graníticos, me recordaron las praderas Y kopjes del Serengueti.


Ganado pastando junto a algo parecido a los kopjes africanos
Avutardas en vuelo (Otis tarda) junto al ganado
Una avutarda más cercana
Cigüeñas blancas salían de sus campanarios en busca de alimento
Abundantísimos, los milanos negros (Milvus migrans) no dejaban de buscar comida
En estas tierras abiertas, los aláudidos alegran el paseo con sus cantos y algunos individuos incluso no temen al hombre.

Cogujada ¿montesina? (Galerida theklae)
El mismo individuo, con mejor iluminación
Calandria (Melanocorypha calandra)
También otros pájaros se dejan ver, sobre todo en zonas con más presencia de agua.


Buitrón (Cisticola juncidis) abundante en juncales y herbazales altos
Juvenil de carbonero común (Parus major) fuera de su hábitat típico,
 aunque la presencia de agua probablemente lo llevó a zonas abiertas
Tras algo más de una hora de paseo llegué a una zona de dehesa de encina y algún alcornoque. En seguida hicieron su aparición otras especies más forestales, o aunque también de zonas abiertas, al tener escondites cercanos, se dejaban acercar algo más.


Alcornoque a la izquierda, de color más vivo, y encinas al fondo más apagadas
Abejaruco (Merops apiaster) en una cancela
Abubilla (Upupa epops) también en en una cancela
Alcaudón común (Lanius senator)
Alcotán (Falco subbuteo), aunque borroso, aparece ya que no es un ave que vea a menudo
Tarabilla común macho (Saxicola torquata)
Como aún era temprano, no sólo pude disfrutar con pájaros, y un zorro (Vulpes vulpes) no me detectó, camuflado como iba yo con un sostenido viento de cara que ocultaba mi olor y mi ruido.

Con el hocico pegado al suelo, buscaba el rastro de sus presas
Como el sol ya calentaba, durante unos instantes descansó a la sombra
La ruta marcada volvía siguiendo la Rivera del Jumadiel, un arroyo medio seco aunque con pozas que servían de supermercado de ranas y peces a varias aves pescadoras, que tampoco me oían llegar. Tan de cerca me salían y tan desprevenido me cogían, que no me daba tiempo a enfocar en condiciones.


Cigüeña blanca despegando a escasos metros
Una escasa cigüeña negra (Ciconia nigra) también me salió muy cerca
Garza real (Ardea cinerea) a la que también sorprendí
De vuelta, llegando a Brozas, también el suelo me deparó una pequeña joya.


Julodis onopordi, un brillante escarabajo
Tras reponer fuerzas con bollería artesanal de la casa rural en la que nos alojábamos, ya con toda la familia, nos acercamos a la charca de las afueras de Brozas. Decenas de paisanos pescaban tencas, trofeos que debían compartir con pescadores profesionales a tiempo completo.


Primas cercanas, una cigüeña y una garza pescaban sin molestarse
Pareja de somormujos lavancos (Podiceps cristatus)
La hierba circundante y unas cuantas garrapatas que vimos en nuestros pantalones, nos hicieron desistir de rodear la charca, así que ahí acabaron las actividades naturalísticas de ese estupendo fin de semana.