Qué difícil es acercarse a los animales sin ser descubierto, su vida depende de ello, así que están siempre alerta. Esa sensación, la he tenido este fin de semana un par de veces, primero con una pareja de corzos (Capreolus capreolus) y luego con un par de jóvenes aguiluchos laguneros (Circus aeroginosus). Lo extraño es que una vez descubierto el intruso, se acerquen a ver mejor a ver si hay un peligro o comida.
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Un par de jóvenes hermanos aguiluchos laguneros se lanzaron hacia mí,
para ver qué es lo que se movía por allí |
Pero empiezo por el principio, con los corzos, y es que no llevaba 10 minutos de paseo cuando el inconfundible ladrido de un corzo, resonó por la Hontanilla. Estamos en su época de celo así que desde la ladera de enfrente, busqué con los prismáticos porque allí debía haber un macho. Pero no lo encontré, en cambio vi como una hembra me miraba atentamente con bastante distancia de por medio.
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La luz baja del amanecer iluminó su lomo y lo hizo visible a mis ojos |
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Todo el rato en que yo me moví, la hembra permaneció inmóvil |
Al final, decidió trotar por el monte y fue entonces cuando por fin vi al macho, unos instantes antes de desaparecer y sin poder fotografiarlo. Mientras seguía subiendo por esos cerros casi pelados que hay en Santorcaz, se me puso a tiro una cogujada montesina (Galerida theklae).
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Cogujada montesina al borde de una senda |
Desde lo alto del cerro vi uno aguilucho lagunero joven descansando tranquilamente en un almendro seco. Como tenía que ir hacia donde estaba y sabía que la vegetación me iba a ocultar parte del camino, lo hice sigilosamente. Al estar bastante cerca enseguida me descubrió y como veíais en la primera foto me llevé una sorpresa cuando no era uno, sino dos, los aguiluchos que estaban descansando y encima se dirigieron hacia mí y me sobrevolaron un buen rato, permitiendo algunas fotografías decentes.
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Aguilucho lagunero juvenil en la distancia |
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Desde más cerca, se aprecia su plumaje muy oscuro, con colores crema en garganta,
frente y nuca, y las patas en muy amarillas |
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Vista de las partes superiores |
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Mientras giraba, chillaba... |
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... y seguía chillando mientras se elevaba. |
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Y acabé con una de perfil |
La mañana siguió sin muchas más novedades, pero de nuevo, desde otro lugar elevado se me presentó un corzo, que compartía rastrojo con un conejo (Oryctolagus cunniculus).
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Abajo el corzo y arriba un conejo |
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Detalle de la corza |
Acabé mi paseo fotografiando una humilde lagartija cenicienta (Psammodromus hispanicus) y un zarcero común (Hippolais polyglota).
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Las lagartijas cenicientas adultas tienen un típico diseño de líneas claras y puntos negros y blancos |
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Zarcero mirando por encima del hombro a ver quién se acerca |
Después aún hubo tiempo para que toda la familia diésemos un paseo, aprovechando que no hacía demasiado calor, y aún me dio tiempo a fotografiar un azor (Accipiter gentilis) a lo lejos y en movimiento, pero es que un azor, es un azor...
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Azor adulto, con su cola larga, alas cortas y partes ventrales claras |
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