Toda la primavera y el final del invierno llevaba sin pisar el campo de Santorcaz, y más aún, sin hacerlo a primera hora de la mañana y en soledad. No había cerrado aún la puerta del coche y ya apareció una de las rapaces más esquivas y bellas del mundo, un azor (Accipiter gentilis). No sería el único ni la última vez que vería uno en ese día. Después vino alguna otra rapaz, pájaros atropellados, alguna mariposa y un par de nidos con polluelos ya creciditos.
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No es fácil verlos de cerca, pero siempre muestran su poderío |
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A pesar de la distancia, él también me controlaba a mí
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Como ya han pasado dos semanas desde esta salida, estos dos pequeños azores ya estarán campeando bajo la atenta mirada de sus padres, y no hay riesgo de que la foto les delate.
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A pesar de estar completamente emplumados, ya tienen una imponente mirada |
Después fueron surgiendo otros protagonistas, como los aguiluchos laguneros (Circus aeroginosus), que aunque no hay lagunas, son las rapaces más fáciles de ver en Santorcaz en primavera-verano.
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Haciendo un giro una hembra de aguilucho lagunero |
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Aquí con las alas extendidas completamente.
Áun vi otra hembra diferente, con los hombros más claros |
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De nuevo, otro azor |
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En una cuneta, la camisa de una culebra de escalera (Rhinechis scalaris) |
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Esta curruca carrasqueña (Sylvia cantillans) debía tener su nido cerca porque a pesar de mi presencia no se iba y tenía su presa en el pico |
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Un macho de gorrión moruno (Passer hispaniolensis) atropellado |
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Poco queda de este jilguero (Carduelis carduelis) |
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Esta mariposa es una Lasiommata megera |
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Bajo el viaducto del ave, han vuelto criar los aviones roqueros (Ptyonoprogne rupestris) este año |
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Una pareja de palomas torcaces (Columba palumbus) acicalándose |
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Una tórtola turca (Streptopelia decaocto) |