Siempre lo digo, salgo mucho al campo porque no sé lo que me puede deparar, y cada poco tiempo veo o aprendo algo nuevo. Este fin de semana en Santorcaz, he visto unos tejones (Meles meles), que nunca había visto vivos antes en ninguna parte, y he podido fotografiar un pajarillo que tampoco había podido hacerlo antes en Santorcaz. Alguna cosa más para aliñarlo, y han sido unas jornadas redondas.
Pero empiezo por el principio: el sábado, aunque fresco y ventoso, empujando nuestros carritos, junto a unos amigos dimos un paseo por el campo y aunque no pude dedicarme a los pájaros, en las antiguas eras había una preciosa lavandera boyera (Motacilla flava). Se trata de un pájaro que no cría en Santorcaz, pero en sus pasos primaverales y otoñales se pueden ver con suerte. Ésta que yo vi, era de la subespecie flava, cuya área de distribución es el centro de Europa.
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La subespecie flava destaca por su cabeza gris con una lista blanca,
y la garganta y toda la parte ventral amarilla
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De todas las lavanderas, es la que tiene la cola más corta, aún siendo larga.
Una pena que el veneno haya matado todas las hierbas
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Hoy domingo, he madrugado, aunque no mucho, y el fresco viento no vaticinaba un buen día de pájaros. Lo primero que me ha salido, ha sido una pareja de azulones (Anas platyrhynchos), que este año tendrán difícil criar, puesto que no hay mucho agua por los arroyos.
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Macho y hembra vuelan muy juntos antes de desaparecer de mi vista |
Casi al mismo tiempo, el aguilucho lagunero macho (Circus aeroginosus) ha salido a ver qué pasaba, y después la hembra, aunque sólo he podido fotografiar, malamente, al primero.
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En esta foto, se ve un ala por debajo: muy clara y con el extremo negro;
y la otra por arriba: extremo negro, gris y marrón oscuro.
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Sudando al sol y helándome a la sombra, he seguido viendo pajarillos, aunque muy pocos se paraban más de unos segundos.
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Casi siempre muestro el pecho de los carboneros, pero su dorso también es colorido |
Y después vino la sorpresa: un tejón adulto, seguido de dos juveniles, ni me oyeron ni olieron al llegar, pues el viento en contra me ocultaba de su agudo oído y olfato. No obstante, estaba el mayor nervioso, pues no hacía más que avivarles para ponerse a cubierto. Y es que la literatura dice que son nocturnos, y que incluso evitan salir de sus madrigueras los días de luna muy clara, pero por algún motivo, a éstos las diez de la mañana les pilló de vuelta a casa.
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Mucho más grande, un adulto guía a dos juveniles... |
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volviéndose par a animar a apretar el paso... |
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... para llegar pronto a la tejonera. |
Con esto ya estaba más que satisfecho, pero aún había más, en el camino de vuelta, no puede evitar entretenerme con un piquituerto (Loxia recurvirostra), unos pájaros nada tímidos que aunque se alimentan en pinares, gustan de choperas para cantar.
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Un juvenil, tranquilamente estiraba su cola a poca distancia de mí... |
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y desde diferentes ramas, cantaba al sol... |
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...mostrando el curioso pico que les da nombre |
Y aún hubo alguna sorpresa más, porque el maullido de un ratonero (Buteo buteo) me hizo levantar la vista, y no fue el ratonero lo que primero avisté, sino una enorme águila real (Aquila chrysaetos) que huía del acoso del valiente ratonero. Cuando éste la dejó tranquila, la real cicleó un poco para ganar altura y que ningún otro pequeñajo se le subiese a las barbas.
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A baja altura, el sol reflejaba tonos dorados, color con que también se conoce al águila real. |
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Cogiendo altura, mostró que andaba cambiando alguna pluma |
Cuando pasó el peligro, el aguilucho lagunero del principio de la mañana volvió a salir, y esta vez le pude fotografiar las partes inferiores.
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Desde abajo, destacan las alas muy claras de los machos de aguilucho cenizo |
Desde el patio de casa, acaba la crónico de hoy, pues un buitre leonado estuvo dando vueltas por si había alguna carroña cerca.
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Enormes y sin aletear, son difíciles de confundir |