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martes, 2 de abril de 2013

Sierra de Grazalema



Ruta del Pinsapar


Como quien tienta a la suerte, estos días de fiesta hemos estado en la zona más lluviosa de la Península Ibérica: la Sierra de Grazalema, en Cádiz. Su posición entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, hace que las cumbres de esta sierra supongan una barrera a los vientos húmedo marinos, y en su ascenso por salvar su relieve, se enfríen y condense el agua que transportan en forma de lluvia o nieve. De hecho, lo pudimos observar perfectamente, ya que un fuerte viento apelotonaba las nubes sin permitirnos ver más allá de unos metros en algunos momentos.





Estas condiciones de humedad han permitido la permanencia de formaciones vegetales muy singulares, entre la que destaca la existencia de un tipo de abeto, el pinsapo (Abies pinsapo). Se trata de un árbol que cabría encontrar en latitudes más norteñas, pero que tras las últimas glaciaciones, encontró refugio en la ladera norte de esta sierra.



Para acceder a este pequeño bosque, es necesario pedir una autorización a la Junta de Andalucía, y creo que gracias a las malas perspectivas metereológicas, pudimos encontrar un hueco. 



Tras un fuerte ascenso se alcanza la ladera norte en la que continúa la senda; lo que al principio son ejemplares sueltos, se convierte en una formación cerrada de pinsapos, donde la luz casi no puede abrirse paso.





Entre los pinsapos, algunos añosos quejigos consiguen habitar, eso sí cubiertos de gran cantidad de musgos y líquenes.



En cuanto a la fauna, no es fácil avistarla en zonas tan tupidas. Nos sorprendió, un macho joven de cabra montés (Capra pyrenaica hispanica) que nos asustó en medio de la senda y que se detuvo a observarnos un rato a unos pocos metros.



También pudimos fotografiar a uno de los numerosos pajarillos que amenizaba el paseo, el petirrojo (Erithacus rubecula), que cada pocos metros cantaba junto a especies como mirlos, carboneros, herrerillos, agateadores, chochines, currucas capirotadas, etc.



Cuando las animales grandes no aparecen, siempre queda la opción de mirar al suelo, donde uno puede encontrar cosas tan interesantes como este llamativo ácaro del que desconozco su nombre.



Ruta del Río Majaceite


Después de helarnos de frío al comer en las alturas, iniciamos la ruta del río Majaceite, que discurre entre Benamahoma y El Bosque. Se trata de un curso de montaña encajado y bordeado de una densa vegetación de ribera y mediterránea.



Al comienzo de la ruta, sobre el pueblo de Benamahoma, pudimos ver tres águilas calzadas (Hieraetus pennatus) que frente el cielo plomizo no mostraban todo su esplendor.



Aquí tampoco la fauna fue fácil de observar, pero en cambio sí se podían ver numerosas especies de flora, algunas con llamativas flores.




Varias especies de orquídeas mostraban sus complicadas flores, que imitan la forma de insectos para atraerlos y polinizarlas




  


Por último, destacar que incluso las humildes higueras mostraban sus primeros brotes como si de llamaradas verdes se tratasen