Incluso en fiestas es posible sacar un rato por la mañana para ir al campo, y una mañana me fui un par de horas. Si unos días antes, las escamas dominaban, ese día fue el pelo. Parece que las plumas se resisten.
El caso es que a lo lejos vi tres corzos (Capreolus capreolus) pastando en un rastrojo. Estuve viéndolos un rato ya que no había nadie por el campo. Era una hembra con un par de corcinos ya muy crecidos. Tal vez sea una de las familias que he visto otras veces.
Sin alejarse del todo del monte cada un pastaba por su lado |
Más cerca se aprecia que los corzos ya son casi tan grandes como su madre |
Tranquilos, en algún momento ninguno vigilaba |
Se me hizo la hora y debía volver a casa precisamente por la zona en la que estaban ellos. Tenía el viento de cara y el sol a la espalda así que confiaba en poder acercarme a ellos y poder sorprenderlos. Fue en vano, cuando los volví a ver, ya estaba la madre en alerta y con las orejas dirigidas hacia mí. Los corcinos salieron corriendo juntos y cuando ya estaban fuera de mi vista llegó su turno y en un pis pas ya había pasado un cerro.
Con las crías ya a salvo, la hembra huyo junto a ellos y como siempre,
comprobó que el peligro no la seguía
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Al final, algunos pájaros se apiadaron de mí y se mantuvieron cerca y tranquilos: un par de carboneros (Parus major).
En las ramas bajas de un pino los carboneros buscaban insectos |
Con los colores muy vivos, estaba claro que ambos individuos son adultos |
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