jueves, 18 de agosto de 2016

AVUTARDAS Y MUCHO MÁS


Me he llegado a plantear descargarme el juego del verano, Pokemon Go, pero he pensado que a algo parecido llevo jugando desde hace años. Ese juego será una fiebre, que no creo que llegue al verano que viene, pero los que jugamos a ver o fotografiar, aves, otros bichos, plantas o minerales, nunca vamos a cansarnos. Para el que quiera iniciarse, en Santorcaz decirle que llevo vistas casi 170 especies y cada día que salgo es un reto a ver cuáles encuentro. El domingo pasado ha sido uno de los que mejor cosecha me he llevado.
Con las primeras luces, sin salir casi de casa hasta las palomas torcaces (Columba palumbus) lucen un color especial.
Paloma torcaz adulta con su característica mancha blanca en el cuello

Ya en el campo, algunos jovenzuelos siguen permitiendo buenos acercamientos, que no admitirán cuando sean más experimentados.

Joven alcaudón común (Lanius senator) con su típico plumaje escamoso

Siempre oteando desde lugares visibles por si hay algún insecto

Como esa mañana decidí salir por la zona llana y de cultivos, me encontré cosas nuevas y la mayor sorpresa fue un bandito de avutardas (Otis tarda). El sol lo tenía en frente y no había escondite posible, así que sólo hice unas fotos testimoniales y cambié de rumbo.
Avutardas a contraluz

Aún en las zonas de cultivos, se aventuran las rapaces más forestales, y es que un azor (Accipiter gentilis) llegó raseando hasta posarse en un almendro y casi desaparecer a la vista.
¿Dónde está el pajarito?

¿Se ve ahora?


Siguiendo por el llano, descubrí una collalba rubia (Oenanthe hispanica), que cada vez se ven menos.
Bonita collalba rubia

Y continuando por la zona llana, nos sorprendimos un corzo (Capreolus capreolus) y yo. Sólo pude fotografiar su huida al trote.
Corzo al trote antes de desaparecer de mi vista

De un almendro me salió un mochuelo (Athene noctua) que no dejó de perderme de vista desde varios posaderos, mientras yo seguía mi camino.
Desde un hueco en una encina...

...y después desde un majano, no perdió de vista

Luego me llamó la atención un alcaudón común adulto (Lanius senator) que observaba un conejo (Oryctolagus cunniculus) que tenía al lado. Parecía que soñaba en convertirse en azor y darse un banquete.
Un blanquísimo alcaudón observa a un conejo

Y ya tras una buena caminata y con buena cosecha de fotos, me senté bajo mi red de camuflaje al lado de una fuente con la esperanza de que llegaran pájaros a beber. No hubo que esperar mucho y enseguida aparecieron decenas de pájaros de varios tipos.
Con cautela primero, se acercaron varios trigueros (Emberiza calandra)

Tranquilos después, se acercaron bastante a mi

Los sencillos trigueros me resultan muy simpáticos

Tras los trigueros, llegó un buen grupo de gorriones comunes jóvenes (Passer domesticus)

Algunos se aprovechan para hacer estiramientos
Siempre hay que mirar si viene algún peligro por arriba
Se llevan bien los trigueros y gorriones, aquí dos trigueros abajo y tres gorriones arriba, más pequeños

Visto que no había peligro, todos a beber

Gorrión bebiendo
Triguero bebiendo
Joven triguero, secándose en unas eneas

Alguna cogujada común (Galerida cristata) también se animó, aunque sin pasar por las ramas

También hubo alguna cogujada que por su plumaje más marcado y vientre más blanco me pareció que era montesina (Galerida theklae)
Todo lo veían algunas palomas torcaces jóvenes que no se atrevieron a bajar.
Más les vale andar con ojo que la media veda está en marcha

Como siempre, las currucas cabecinegras (Sylvia melanocephala), no se mostraban mucho

Una mirada rápida, y pronto desaparecían entre las zarzas

Otra curruca que llegó, fue una tomillera (Sylvia conspicillata)

Las plumas de las alas bordeadas de color teja delatan a las tomillera

Algún jilguero (Carduelis carduelis) se animó también

No faltó algún mirlo (Turdus merula) como este joven

Con esa especie de collar parecía un mirlo capiblanco

Pardillos (Carduelis cannabina) también fueron

Y por último fotografié algún ruiseñor (Luscinia megarrynchos)

Muy cautos, no se estaban quietos y miraban a todos lados

Al sol, se aprecia su color pardo, salvo las alas más rojizas y el anillo ocular blanco

Satisfecho tras una hora de tirar fotos, que no puedo poner para no saturar al personal, me levanté con destino a casa, aunque aún tuve que disparar el “arma” varias veces, primero con un abejaruco (Merops apiaster) que siempre quedan bien en las fotos, y finalmente con un águila culebrera (Circaetus gallicus) que sorprendí  debajo de mi al coronar un cerro, y que tras varias vueltas, ganó altura hasta perderse en el cielo.

Los coloridos abejarucos siempre gustan

Águila culebrera con las partes inferiores muy blancas

En esta imagen contra una zona de sombra parece aún más blanca

Ya más alta, se ve que es un ave adulta pues tiene muchas plumas mudando

En esta imagen mostró las garras

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