martes, 27 de agosto de 2013

UN ZORRO Y LAGARTIJAS DE CAZA

El pasado fin de semana, a pesar de la media veda, me atreví a dar un pequeño paseo por la mañana. Como siempre, las cogujadas montesinas (Galerida theklae) reciben los primeros rayos del sol en lugares prominentes desde el que vigilar a los posibles intrusos.

Cogujada montesina sobre una roca con espigas de esparto al fondo.
Como los disparos sonaban cada vez más cerca, decidí no moverme mucho de un sitio tranquilo en el que me oculté. Los abejarucos que buscaba no aparecieron, y sólo algunos pajarillos amantes de zarzas y marañas se mostraron lo suficientemente cerca como para fotografiarlos. 

Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) macho

Zarcero común (Hyppolais polyglotta)

Al atardecer, ya con Lucía, fuimos a dar un paseo por uno de los muchos caminos que salen de Santorcaz. Como siempre las horas del amanecer y el ocaso son muy atractivas para los mamíferos, y en este caso, un zorro (Vulpes vulpes) salió asustado de un borde del camino, se paró a observarnos, posó para la foto, y dando brincos se ocultó en un montecillo cercano. En verano su pelaje más ralo, hace que destaque enormemente su poblada cola y parezcan algo más famélicos que en invierno.

Zorro asustado ante nuestra presencia

Pero a veces no hace falta madrugar o trasnochar para descubrir los secretos de la naturaleza. El domingo mientras regaba en casa, observé que varias lagartijas correteaban entre mis pies sin asustarse. Estaban preocupadas atacando un hormiguero. Con movimientos rápidos se acercaban a la boca del hormiguero y robaban huevos y ninfas a las hormigas obreras que los transportaban. Pero no era fácil, porque una vez alertadas, varias hormigas merodeaban por los alrededores y atacaban a las lagartijas que huían despavoridas. Para complicarlo más, parecía que una lagartija algo mayor, no quería compartir el descubrimiento y atacaba a su vez al resto de lagartijas, que aprovechaban para comer, cuando se despistaba.

En los vídeos siguientes se puede observar todo esto que cito.

Lagartija ibérica (Podarcis hispanica) joven





lunes, 19 de agosto de 2013

GOLONDRINAS Y AVIONES

Es habitual, en Santorcaz, y en otros lugares, confundir y cambiar el nombre a algunas especies de aves. Esto ocurre con los hirundínidos, la familia de aves que llamamos golondrinas y aviones. Es normal y comprensible, pues son aves similares si no se presta atención. Como llevo un poco de retraso con las entradas en agosto, me he animado a hacer una para mostrar las características de este interesante grupo de aves que vive en Santorcaz.

Lo primero es conocer a los protagonistas: pues bien, hay dos principales o más comunes, el avión común (Delichon urbicum) y la golondrina común (Hirundo rustica), pero además hay un secundario más raro, la golondrina dáurica (Cecropis o Hirundo daurica), mucho más escasa y reciente colonizadora proveniente del sur. Las tres especies son migrantes, es decir desaparecen en otoño y no vuelven hasta el final del invierno. En los 11 años que llevo anotando llegadas y salidas de aves, estas son las fechas más extremas de primera y última observación, así como el periodo en que son vistas de manera habitual:

                           1er avistamiento       -         estancia habitual      -   última observación

Avión                         6 feb                         mitad marzo a fin sept              30 oct

Golondrina común        1 mar                          mitad marzo a fin sept              8 oct

Golondrina dáurica           -                            finales marzo a fin sept                 -

Con sólo 10 años de datos es difícil valorar si la llegada de estas aves se ha adelantado cada vez más como consecuencia del cambio climático, pero la sensación es que así ha sido, y que cada vez parece que llegan antes, aunque sea sólo unos ejemplares y de manera intermitente.

Sin más preámbulos diremos que las tres especies son ágiles voladoras que se alimentan de insectos en vuelo, tienen alas estrechas y largas, colas más o menos ahorquilladas y patas cortas, aunque suficientemente largas como para levantar el vuelo desde el suelo, como no pueden hacer los vencejos.

Las tres especies tienen dos colores principales: blanco y negro, y en el caso de las golondrinas se añade los tonos rojizos y cremas en zonas concretas. En las fotos siguientes se describen los aspectos característicos de cada especie. (Como siempre, pulsando la imagen, se amplía)

Golondrina común: garganta roja, collar negro y cabeza, lomo y rabadilla u obispillo negro completamente. Cola ahorquillada.
Golondrina dáurica: garganta, rabadilla y viente color crema. Nuca anaranjada. Cola ahorquillada.
Avión común: blanco puro las partes inferiores y la rabadilla, resto, negro azulado brillante en adultos. Cola escotada.


Tres golondrinas jóvenes arriba y un avión común joven abajo (colores más apagados).

Golondrina dáurica en que se aprecia la nuca anaranjada y partes inferiores crema con listas

Avión común en vuelo (obispillo blanco) y golondrinas comunes (garganta roja) posadas recogiendo barro para sus nidos

Tres obispillos blancos = tres aviones comunes
Dos obispillos negros = dos golondrinas comunes

Otras diferencias curiosas se encuentran en la forma y lugar de emplazamiento de sus nidos. Todos son de barro y saliva, pero con las siguientes características:

                               Forma                              Lugar preferido de ubicación

Avión común              Copa cerrada con orificio    Aleros de edificios

Golondrina común       Copa abierta                    Porches, Garajes, Desvanes

Golondrina dáurica      Copa cerrada con túnel      Puentes y voladizos

Añadir también que el avión común, forma colonias que pueden ser muy numerosas en un mismo edificio, mientras que las golondrinas hacen sus nidos de forma más solitaria.

En las fotos siguientes se puede ver algunos de estos nidos:

Nido de golondrina común con pollos: abierto por arriba en un porche
Nido de golondrina dáurica: con túnel lateral de entrada bajo un puente
Nido de avión común con un pollo: cerrado con un orificio en un alero

Golondrina común entrando al nido, se aprecia la cola muy ahorquillada y con puntos blancos.

Avión común entrando al nido, se aprecia el obispillo blanco y la cola escotada

Pues ya no aburro más, sólo decir que estos simpáticos pajarillos son los heraldos del buen tiempo, que devoran con fruición toneladas de mosquitos, y que sólo tenemos que soportar sus excrementos en lugares muy concretos de nuestros edificios y si ponemos una chapa bajo ellos, ni siquiera tendremos que limpiarlos. Bien merecen nuestro respeto, pero como recordatorio, cito el artículo 52.3 de la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad:

"Queda prohibido dar muerte dañar, molestar o inquietar intencionadamente a los animales silvestres, sea cual fuere el método empleado o la fase de su ciclo biológico.

Esta prohibición incluye su retención y captura en vivo, la destrucción, daño, recolección y retención de sus nidos, de sus crías o de sus huevos, estos últimos aun estando vacíos, así como la posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos o muertos o de sus restos, incluyendo el comercio exterior."

martes, 6 de agosto de 2013

GRANJA DE SAN ILDEFONSO: MARIPOSAS, RANAS Y HALCONES ABEJEROS

La semana pasada, pasamos el día en La Granja de San Ildefonso (Segovia), y aunque el objetivo era más cultural que naturalístico, siempre que se lleva la cámara dispuesta, puede aparecer alguna modelo para salir en la foto. La verdad es que algunas aparecieron, y bastante bellas por cierto, y es que las flores de los parterres del palacio atraían a las mariposas, como la mierda a las moscas, si se me permite la comparación.

Pandora (Argynnis pandora) macho

Esfinge colibrí (Macroglossum estellatarum) inmóvil en el aire
gracias a su batir de alas a alta velocidad

Cardera (Vanessa cardui)

Limonera (Gonepteryx rhamni) hembra

Sofía (Issoria lathonia)

Niobe (Argynnis niobe)

Pero si por algo es conocida La Granja es por sus fuentes, y en estos ambientes creados por la realeza, con agua de por medio, siempre hay ranas que esperan un beso para convertirse en príncipe azul.

Rana verde común (Pelophylax perezi)
Grupo de ranas subidas a la cola de una sirena

Pero había tantas ranas en las fuentes, que claro, no todas pueden llegar a reinar, y de esa selección se encargan las culebras acuáticas viperinas.

Culebra acuática viperina (Natrix maura)

Gracias a las fuentes, que lanzaban su chorro a las nubes, puede ver un grupito de tres halcones abejeros, y ahí estaba yo para inmortalizar a uno de ellos, mientras el resto del mundo fotografiaba a los chorros de agua... ¿no tendrán duchas en casa? A mí me pareció más interesante esta rapaz, que se alimenta en el suelo de nidos de abejas, avispas, abejorros e insectos similares y que al final del verano se juntan en Gibraltar para pasar el estrecho, y aunque nadie les pide los papeles, sí que son controlados y contados: unos 100.000 de toda Europa pasan al año.

Halcón abejero o abejero europeo (Pernis apivorus)

miércoles, 31 de julio de 2013

VERANO EN SANTORCAZ: CIGARRAS, VERDERONES, GORRIONES CHILLONES...

Esta entrada se refiere a varias cortas salidas al campo realizadas la semana pasada en Santorcaz. Algunas tardes, antes del anochecer, fuimos a dar paseos por los caminos que llevan a Pezuela, Píoz o Corpa. En los campos ya cosechados y comidos por el sol es difícil, pero no imposible, detectar elementos naturales dignos de mención.

Empiezo con el causante de uno de los sonidos más característicos del verano: la cigarra. Este pequeño insecto genera con el frotamiento de sus alas el ruido que acompaña las siestas del estío. El día anterior un niño de unos 3 años me preguntó qué bicho hacía ese ruido y que quería verlo. Le respondí que era un insecto muy difícil de descubrir, pero por casualidad, al día siguiente encontré una cigarra recién metamorfoseada tranquilamente subida al tallo de un hierbajo. Tal vez alguien que se haya hecho la misma pregunta, puede ver al ruidoso causante.

Cigarra, posiblemente Cicada orni

También hay otros insectos en las hierbas, como algunos dípteros que se dedican a capturar a las molestas moscas y mosquitos de toda la vida. Es por eso que los insecticidas acaban, tanto con los insectos plaga, como con sus depredadores, desequilibrando el ecosistema.

Mosca depredadora succionando a su presa
En este verano tan tardío, es de esperar que los aguiluchos cenizos (Circus pygargus) hayan tenido tiempo suficiente para sacar adelante a sus crías sin que les pasen por encima las cosechadoras. Un anochecer, a lo lejos, pudimos ver dos aguiluchos que se posaban sobre un acopio de paquetes de paja para pasar la noche, cada uno en una punta.

Aguilucho cenizo posado sobre paquetes de paja 
Ya con el sol bajo el horizonte, la luna salió y adoptó ese color rojizo que aún imperaba, pareciendo un inmenso semáforo en ámbar.

Luna sobre el horizonte al poco de anochecer

Otra tarde, que fuimos acompañados en el paseo, los nerviosos verderones (Carduelis chloris) comían semillas de cardo mariano, a pesar de la protección de las púas de esta planta.

Verderón adulto 
Una mañana, en cambio, me preparé un escondite con la intención de pasar desapercibido y que los pájaros no se alejasen de mi. Es verdad, que no me descubrieron, pero justo ese día decidieron posarse en árboles algo alejados y no en los posaderos más próximos que yo intuía que usarían y que podrían dar fotos más nítidas.

Empezaron a acercarse los verderones, en este caso un joven, que como se puede apreciar tiene un color más apagado y estrías en el pecho que lo diferencian de los adultos.

Verderón joven
Luego llegaron los gorriones chillones (Petronia petronia), o duresas, como se conocen en Santorcaz. Éstos se posaron algo más lejos, pero aún así se percibían sus marcadas cejas más claras, útiles para diferenciarlos de otros gorriones.

Gorriones chillones
Alguna paloma torcaz (Columba palumbus) me sobrevoló rozándome sin verme, pero sólo un pichón se posó algo lejos. Aún así se ve que es tan joven, que no tiene la característica mancha blanca en el cuello de las torcaces adultas.

Joven pichón de paloma torcaz
Y la mañana no dio para más, cambió el tiempo y amenazaba lluvia, al salir del "hide" o escondite que me preparé, me pasó cerca un águila culebrera (Circaetus gallicus), y me dio tiempo a tirarla una foto rápidamente.

Águila culebrera en cielo plomizo
Llegando al pueblo, frente al Caño Alto, la sorpresa desagradable del día: después del juego que están dando los verderones este verano, encontré a este joven que seguramente había impactado contra algún coche. Su inexperiencia le costó la vida.

Joven verderón atropellado

martes, 23 de julio de 2013

PASADA LA TORMENTA VUELVE EL SOL

Otro día más de verano caluroso, pero con un comienzo fresco gracias a las tormentas del día anterior. Como siempre, los pajarillos saludan al día cantando para marcar su territorio.

Verderón común (Carduelis chloris) macho
Aunque unos canten solos, algunos se mueven en pareja...


Pinzón vulgar (Fringila coelebs) macho

Pinzón vulgar hembra
Otros no tienen tiempo para cantos y enseguida se suben a su posadero a otear la hierba en busca de insectos.


Alcaudón común (Lanius senator)
Y algunos se posan en los olmos secos que flanquean las fuentes para saciar la sed.

Jilguero (Carduelis carduelis)
Pero gracias al suelo húmedo, no sólo hay movimiento en las alturas, sino que animales más humildes se mueven a la búsqueda del desayuno.

Sapo común (Bufo bufo
Muy escasos como reproductores en el área de Santorcaz, pues son habitantes de bosques más húmedos, los petirrojos (Erithacus rubecula) un año más, han sacado adelante algunos pollos. Han tenido que elegir las cercanías de fuentes y bosquetes de quejigos para poder establecerse.

Petirrojo juvenil aún sin su babero rojo

Los que sí son reproductores habituales son los jilgueros, que acabándose la estación de cría, empiezan a disgregar las parejas y se juntan en pequeños bandos de adultos y jóvenes para alimentarse de semillas de cardos y otras herbáceas. Los juveniles se diferencian claramente por la ausencia del característico dibujo cefálico de los adultos, como se puede ver en el individuo que está "de espaldas".

Grupo de jilgueros adultos y juveniles en unas matas de achicoria
Acabo la crónica con esta bonita perdiz roja (Alectoris rufa) que no vio en mí el peligro suficiente como para levantar el vuelo, siéndole suficiente una carrera entre los olivos para desaparecer de mi objetivo.


domingo, 21 de julio de 2013

NOCTURNAS DE DÍA

Este pasado sábado, de nuevo ha hecho calor en Santorcaz (Madrid), así que ha sido inevitable madrugar un poco para evitar las peores horas del día. Pero no sólo el calor agrede al paseante en verano, también cardos, aliagas e insectos hacen que sea una época bastante hostil.

Tábano de especie desconocida
Aún así, pertrechado de sombrero, pantalón largo y repelente de insectos, salí al campo y pronto me recibieron las cogujadas montesinas (Galerida theklae) a la luz del amanecer.

Cogujada montesina entre el pasto seco
Tan pronto era, que las mariposas aún seguían "durmiendo" esperando que el aire se calentase algo más.

Colias croceus
Poco tiempo después el calor ya apretaba, y los perdigones (Alectoris rufa) acompañados de su madre, saciaban su sed bajo el viaducto del AVE.

Perdigones huyendo asustados
También en el entorno de la línea del AVE, algunas especies se han establecido. De nuevo, las cogujadas montesinas aparecían buscando insectos entre el balasto.

Cogujada montesina adulta con la cresta levantada
Pero una de las primeras sorpresas del día, llegaba cuando el sol ya estaba muy alto. De repente, un chotacabras pardo (Caprimulgus rufficollis), especie nocturna, levantaba el vuelo para volverse a posar unos metros más adelante. Debía tener el nido cerca, puesto que simulaba estar herido para atraerme y alejarme del nido.

Chotacabras pardo abriendo su enorme boca con la que
captura insectos en vuelo durante la noche
Tan valiente fue, que me dio tiempo a grabarle en esta curiosa actitud.


La siguiente sorpresa, fue otra ave nocturna, en este caso, un enorme búho real (Bubo bubo) que se levantó silenciosamente bajo una encina en la que sesteaba.

Búho real en vuelo
Y como si no quisiesen ser menos que el rey de la noche, las reinas de la mañana aparecieron señoreándose por su cazadero: una pareja de águilas reales adultas.


Por la tarde, dimos un corto paseo por el camino de Corpa y el cielo tormentoso dejaba bellas estampas.

Atardecer en el camino de Corpa
Al ponerse el sol, un resquicio entre las nubes y la línea del horizonte simulaba el efecto de un fuego en el rastrojo.

Rastrojo "en llamas"

Finalmente apretamos el paso de vuelta, porque se veían las nubes tan cerca que no queríamos mojarnos.

Tormentas hacia Pioz y El Pozo de Guadalajara