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martes, 12 de julio de 2016

CARA A CARA CON UN ZORRO Y DOS CORZOS

Muchos pueden pensar en el por qué de salir al campo una y otra vez por sitios ya muy conocidos, pero es que cualquier mañana la naturaleza te da un susto y te sorprende con algo inesperado. Si seguís leyendo, lo veréis...
Así el domingo madrugué y como otros días, me lancé a ver qué podía pescar. Como ya hacía mucho tiempo que no practicaba, me llevé la red de camuflaje para intentar sacar alguna foto decente a algún pajarillo. A la tenue sombra de una retama y frente a unos olmos secos al lado de una fuente, me tiré un buen rato a ver quién se presentaba.
No tardó mucho en enseñorearse un alcaudón común (Lanius senator) que desde esa atalaya podía observar cualquier insecto que se pusiese a tiro. Fueron varias las idas y venidas de varios de estos pájaros.
Poco más que un gorrión, sin embargo cuenta con un pico ganchudo,
capaz de captuarar fuertes insectos y pequeños vertebrados
Vistos de frente, resultan ser blanquísimos
Aunque la fotografía no es buena, en este individuo se aprecian dos parásitos en la cabeza
También me entretuve bastante con unos cuantos herrerillos (Cyanistes caeruleus) recién volados, y que lucían un plumaje mucho menos llamativo que los adultos. A pesar de su juventud, ya hacían acrobacias por las ramas en busca de arañas y otros insectos minúsculos.

Cualquier postura le vale al herrerillo para agarrarse a una rama
En detalle se aprecian colores aún desvaídos, lo que indica un juvenil de este año.
No dejan de inclinarse y rebuscar en cada ramilla por si hay cualquier insecto o araña
Orgulloso, saca pecho y eriza el píleo
Y cómo no, varios fringílidos también se mostraron, y aunque todos ellos emparentados entre sí, cada uno tenía su pico adaptado a diferentes tipos de semillas.

Verderón común (Chloris chloris) con su pico fuerte y robusto
Jilguero (Carduelis carduelis) con su pico largo y fino
Pinzón vulgar (Fringilla coelebs) con su pico mediano
El mismo individuo, que muestra un plumaje bastante críptico, de juvenil o hembra
Incluso una desconfiada paloma torcaz (Columba palumbus) se posó a mi lado y algunos otros pájaros se dejaron ver.

Enorme paloma torcaz
Zarcero común (Hippolais polyglota)
Triguero común (Emberiza calandra)
Y así de entretenido andaba yo, incómodo por estar sentado en el suelo, y ya con calor, cuando oí venir a toda velocidad, atravesando la hierba seca a algún tipo de animal que venía hacia mí. En un abrir y cerrar de ojos, y sin parar, algo me lazó un mordisco a la altura de la cara y siguió su camino a toda prisa. Desconcertado, sólo pude ver la cola de un zorro (Vulpes vulpes) que se alejaba. ¡Pero qué le pasaba a ese zorro loco!
Aún nervioso me incorporé y a unos 25 metros vi una corza con su corcino (Capreolus capreolus), la cámara la tenía en el suelo y en cuanto me moví a cogerla me vio la madre y salió a toda carrera, seguida de su cría atravesando el monte con una elegancia pasmosa. Se detuvieron a mirarme desde la ladera de enfrente, me ladraron y desaparecieron.

La madre pasa por el monte con suma gracilidad, seguida de su cría, que va más retrasada
Siempre alerta, de vez en cuando paran a mirar a su posible perseguidor,
lanzando un ladrido de advertencia
Más tranquilo, pensé que igual la corza había asustado al zorro, y éste casi se estrelló conmigo pues estaba en medio de una trocha. Antes de casi chocarse, me lanzó una dentellada por si acaso, porque él sabía que dentro de ese bulto que unas horas antes no estaba, apestaba a humano. Y en fin, con esto ya tuve suficiente. Me fui a casa tan contento y contando mi batallita a quien quisiese escucharme.
Y acabo con otro bicho, de los apestados por la gente en general, pero con el que muy pocos pueden competir en la belleza de sus ojos. En compañía de unos amigos y nuestras niñas, lo encontramos por la noche en las calles de Santorcaz.
Sapo corredor con unos estupendos ojos verdes

domingo, 7 de junio de 2015

SACRE: PIQUITUERTO, TOTOVÍA, GORRIONES CHILLONES, ZARCERO, BUITRES

9 meses hacía que yo no amanecía en Santorcaz, y hoy he madrugado para hacer el último conteo de la temporada de cría para el programa SACRE. Como siempre, el objetivo era contar en un cuaderno y no hacer fotos, pero algunas veces "alguien" se pone a tiro y no lo puedo remediar.

En la primera parada, en el antiguo lavadero de Santorcaz, un macho de piquituerto (Loxia curvirostra) le cantaba a un sol aún sin fuerza.

Piquituerto, siempre con pico cruzado 
Tras entretenerme con 5 aguiluchos cenizos en El Pozo de Guadalajara que no paraban quietos, la siguiente en posar, aunque sólo un instante, fue una totovía (Lullula arborea).

Totovía, familiar de cogujadas y alondras,
pero más arbórea y con un diseño cefálico característico

También en El Pozo, en un préstamo abandonado donde los taludes han sido colonizados por aves que anidan en agujeros, varios gorriones chillones (Petronia petronia) vigilaban desafiantes sus nidos frente a un invasor armado sólo con cuaderno y lápiz.

Gorrión chillón, con su típica mancha amarilla en la garganta
Lugar de anidamiento de los gorriones chillones
En Valdarachas, y ya con un sol de justicia, un grupo de buitres leonados cicleaban a baja altura sobre las afueras del pueblo.

Buitre leonado aleteando
Planeando
También en Valdarachas, junto a un arroyo, un zarcero común (Hyppolais polyglota) imitando a golondrinas, cantaba camuflado entre las hojas de un membrillo.

Zarcero común 
Terminé en Los Santos de La Humosa, ya con mucho calor y poco pájaro, pero rodeado de aromáticas y plantas en flor, que hacían las delicias de muchas mariposas.

Gonepteryx cleopatra
Muschampia proto
Pontia daplidice

martes, 27 de agosto de 2013

UN ZORRO Y LAGARTIJAS DE CAZA

El pasado fin de semana, a pesar de la media veda, me atreví a dar un pequeño paseo por la mañana. Como siempre, las cogujadas montesinas (Galerida theklae) reciben los primeros rayos del sol en lugares prominentes desde el que vigilar a los posibles intrusos.

Cogujada montesina sobre una roca con espigas de esparto al fondo.
Como los disparos sonaban cada vez más cerca, decidí no moverme mucho de un sitio tranquilo en el que me oculté. Los abejarucos que buscaba no aparecieron, y sólo algunos pajarillos amantes de zarzas y marañas se mostraron lo suficientemente cerca como para fotografiarlos. 

Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) macho

Zarcero común (Hyppolais polyglotta)

Al atardecer, ya con Lucía, fuimos a dar un paseo por uno de los muchos caminos que salen de Santorcaz. Como siempre las horas del amanecer y el ocaso son muy atractivas para los mamíferos, y en este caso, un zorro (Vulpes vulpes) salió asustado de un borde del camino, se paró a observarnos, posó para la foto, y dando brincos se ocultó en un montecillo cercano. En verano su pelaje más ralo, hace que destaque enormemente su poblada cola y parezcan algo más famélicos que en invierno.

Zorro asustado ante nuestra presencia

Pero a veces no hace falta madrugar o trasnochar para descubrir los secretos de la naturaleza. El domingo mientras regaba en casa, observé que varias lagartijas correteaban entre mis pies sin asustarse. Estaban preocupadas atacando un hormiguero. Con movimientos rápidos se acercaban a la boca del hormiguero y robaban huevos y ninfas a las hormigas obreras que los transportaban. Pero no era fácil, porque una vez alertadas, varias hormigas merodeaban por los alrededores y atacaban a las lagartijas que huían despavoridas. Para complicarlo más, parecía que una lagartija algo mayor, no quería compartir el descubrimiento y atacaba a su vez al resto de lagartijas, que aprovechaban para comer, cuando se despistaba.

En los vídeos siguientes se puede observar todo esto que cito.

Lagartija ibérica (Podarcis hispanica) joven





sábado, 18 de mayo de 2013

ESQUIVANDO TORMENTAS

Esta mañana estaba, desde bien temprano, dispuesto a disfrutar de un día de campo, esperando que la previsión de lluvias no se hiciese realidad. Pero no fue así, así que tuve que esperar un rato a que aclarase y a que la aplicación de alerta de lluvia del móvil no diese ningún aviso. Al final parecía que el radar estaba libre de lluvia y empezó a clarear así que me lancé.

Todo empezaba bien, con los primeros pájaros cantándole al sol que templaba un poco el frío de la mañana.

Zarcero común (Hyppolais polyglotta), especie llegada de África y
especialista en imitar el canto de otras aves como indica su apellido latino

Triguero (Emberiza calandra)

 También las flores de las orquídeas se mostraban en todo su esplendor.

Ophrys scolopax u orquídea becada

Las rapaces también comenzaban a activarse, seguro que con el estómago vacío por tener que esperar a que escampase.

Ratonero común (Buteo buteo)

Aguilucho lagunero (Circus aeroginosus) visto desde atrás

Aguilucho lagunero macho de perfil

Pero yo estaba con la mosca detrás de la oreja, pues las mariposas no volaban, se aferraban a sus posaderos y apretaban sus alas para pasar desapercibidas y no mojarse en caso de lluvia.

Euchloe tagis
Mirando al cielo, pude ver que las mariposas tenían razón, y que se empezaban a formar nubes de tormenta. Por eso no aparecían en el radar, porque se formaban en la zona y no daba tiempo a verlas venir con tiempo suficiente. Lo bueno es que estaban muy localizadas y parecía que no seguían mi camino.


Las águilas calzadas seguían volando tan tranquilas y aunque parece mentira, la foto de más abajo, fue tomada, a la una de la tarde, pero con el fondo de un enorme cumulonimbus o nube de tormenta.

Águila calzada (Hieraaetus / Aquila pennatus)

Mirando al suelo seguía descubriendo la belleza en la simetría de flores sencillas. 


Iberis pectinata o carraspique

Pero un par de fogonazos y sonoros truenos me hicieron levantar de nuevo a la cabeza y darme cuenta de la espectacular nube de tormenta que se estaba formando sobre Santorcaz. Afortunadamente no me mojé, pero luego vi que había caído una pequeña granizada.



Con ganas de más, pero satisfecho, puse rumbo a casa, apretando el paso, pero con tiempo para fotografiar a este milano negro que pasaba por allí.

Milano negro (Milvus migrans)

Llegando a "Los Huertos" vi que en Anchuelo ya llovía, así que al menos me dije que podría refugiarme en el Lavadero hasta que pasase la nube. Así fue, y salvo las botas, no me mojé en esta "arriesgada mañana".