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domingo, 2 de abril de 2017

TEJONES, ÁGUILAS Y AGUILUCHOS

Siempre lo digo, salgo mucho al campo porque no sé lo que me puede deparar, y cada poco tiempo veo o aprendo algo nuevo. Este fin de semana en Santorcaz, he visto unos tejones (Meles meles), que nunca había visto vivos antes en ninguna parte, y he podido fotografiar un pajarillo que tampoco había podido hacerlo antes en Santorcaz. Alguna cosa más para aliñarlo, y han sido unas jornadas redondas.
Pero empiezo por el principio: el sábado, aunque fresco y ventoso, empujando nuestros carritos, junto a unos amigos dimos un paseo por el campo y aunque no pude dedicarme a los pájaros, en las antiguas eras había una preciosa lavandera boyera (Motacilla flava). Se trata de un pájaro que no cría en Santorcaz, pero en sus pasos primaverales y otoñales se pueden ver con suerte. Ésta que yo vi, era de la subespecie flava, cuya área de distribución es el centro de Europa.

La subespecie flava destaca por su cabeza gris con una lista blanca,
y la garganta y toda la parte ventral amarilla
De todas las lavanderas, es la que tiene la cola más corta, aún siendo larga.
Una pena que el veneno haya matado todas las hierbas
Hoy domingo, he madrugado, aunque no mucho, y el fresco viento no vaticinaba un buen día de pájaros. Lo primero que me ha salido, ha sido una pareja de azulones (Anas platyrhynchos), que este año tendrán difícil criar, puesto que no hay mucho agua por los arroyos.

Macho y hembra vuelan muy juntos antes de desaparecer de mi vista
Casi al mismo tiempo, el aguilucho lagunero macho (Circus aeroginosus) ha salido a ver qué pasaba, y después la hembra, aunque sólo he podido fotografiar, malamente, al primero.

En esta foto, se ve un ala por debajo: muy clara y con el extremo negro;
y la otra por arriba: extremo negro, gris y marrón oscuro.
Sudando al sol y helándome a la sombra, he seguido viendo pajarillos, aunque muy pocos se paraban más de unos segundos.

Casi siempre muestro el pecho de los carboneros, pero su dorso también es colorido
Y después vino la sorpresa: un tejón adulto, seguido de dos juveniles, ni me oyeron ni olieron al llegar, pues el viento en contra me ocultaba de su agudo oído y olfato. No obstante, estaba el mayor nervioso, pues no hacía más que avivarles para ponerse a cubierto. Y es que la literatura dice que son nocturnos, y que incluso evitan salir de sus madrigueras los días de luna muy clara, pero por algún motivo, a éstos las diez de la mañana les pilló de vuelta a casa.

Mucho más grande, un adulto guía a dos juveniles...
volviéndose par a animar a apretar el paso...
... para llegar pronto a la tejonera.
Con esto ya estaba más que satisfecho, pero aún había más, en el camino de vuelta, no puede evitar entretenerme con un piquituerto (Loxia recurvirostra), unos pájaros nada tímidos que aunque se alimentan en pinares, gustan de choperas para cantar.

Un juvenil, tranquilamente estiraba su cola a poca distancia de mí...
y desde diferentes ramas, cantaba al sol...
...mostrando el curioso pico que les da nombre
Y aún hubo alguna sorpresa más, porque el maullido de un ratonero (Buteo buteo) me hizo levantar la vista, y no fue el ratonero lo que primero avisté, sino una enorme águila real (Aquila chrysaetos) que huía del acoso del valiente ratonero. Cuando éste la dejó tranquila, la real cicleó un poco para ganar altura y que ningún otro pequeñajo se le subiese a las barbas.

A baja altura, el sol reflejaba tonos dorados, color con que también se conoce al águila real.
Cogiendo altura, mostró que andaba cambiando alguna pluma
Cuando pasó el peligro, el aguilucho lagunero del principio de la mañana volvió a salir, y esta vez le pude fotografiar las partes inferiores.

Desde abajo, destacan las alas muy claras de los machos de aguilucho cenizo
Desde el patio de casa, acaba la crónico de hoy, pues un buitre leonado estuvo dando vueltas por si había alguna carroña cerca.

Enormes y sin aletear, son difíciles de confundir

lunes, 20 de febrero de 2017

LUCHA DE RAPACES Y MUSARAÑA

Bueno, pues después de varias semanas de mal tiempo y quehaceres varios, hemos podido ir a Santorcaz. Además, la mañana del domingo madrugué y me fui al campo a disfrutar del fin del invierno.
Amaneció nublado y frío, pero pronto vi a uno de los heraldos de la primavera, que cada año espero ansioso porque no quiero perdérmelos. Se trataba de una pareja de aguiluchos laguneros (Circus aeroginosus) que jugaban juntos. Al final la hembra se cansó y descansó un rato en un ribazo.

Desde muy lejos, este aguilucho lagunero hembra me observaba,
mostrando su color chocolate, y los hombros y cara color crema
El sol, aún bajo, no conseguía atravesar las nubes así que el frío no me abandonaba.

Cerros y nubes no dejaban que la mañana se caldease
De nuevo, otros pájaros ya barruntaban la primavera y un carbonero (Parus major) cantaba en lo alto de un quejigo mostrando sus espléndidos colores.

Carbonero común cantando
Al final las nubes se disiparon un poco y la luz del sol empezó a iluminarlo todo.

Parece la luna, pero el sol buscó y encontró un hueco entre las nubes
Parece que la actividad de las rapaces arrancó de repente y todo empezó a suceder muy rápido: paso de milanos reales (Milvus milvus), aguiluchos laguneros atacando a un ratonero (Buteo buteo), un cernícalo de caza (Falco tinnunculus) y una pareja de ratoneros acosando a un águila real juvenil (Aquila chrysaetos). En fin que estuve bastante entretenido.

Uno de los milanos reales del fin de semana
Un ratonero (izquierda) es acosado por la hembra de aguilucho lagunero
Ambas rapaces se muestran las garras
Detalle del lagunero...
... y detalle del ratonero
Cernícalo cerniéndose, con la cola totalmente desplegada.
Se trata de un macho, ya que tiene la cabeza y la cola gris
En otro lance con un fondo de tierra.
Estuvo un buen rato cerniéndose aquí y allá,
y hasta pude grabar un vídeo, aunque de escasa calidad

Muy lejos, pero se ve cómo dos ratoneros (izquierda) interceptan a un águila real, mucho mayor
A pesar de la lejanía, se puede ver la silueta típica de un águila real,
que probablemente nació el año pasado porque tenía el arranque de la cola completamente blanco

A media mañana volví a casa y salí a dar un paseo con mis chicas. Fue divertido ver cómo la pequeña perseguía a su sombra y no conseguía atraparla, pues ya se sabe, sólo Lucky Luke, es más rápido que su sombra. Siguieron pasando milanos reales, aunque ninguno descubrió a esta pequeña musaraña (Crocidura russula).

Diminuta, no sé qué le pasaría a esta pobre musaraña. Parece un roedor, pero es un insectívoro, y se diferencia fácilmente de ratones y topillos por su hocico alargado


martes, 4 de octubre de 2016

CORZOS Y CARBONEROS

Incluso en fiestas es posible sacar un rato por la mañana para ir al campo, y una mañana me fui un par de horas. Si unos días antes, las escamas dominaban, ese día fue el pelo. Parece que las plumas se resisten.
El caso es que a lo lejos vi tres corzos (Capreolus capreolus) pastando en un rastrojo. Estuve viéndolos un rato ya que no había nadie por el campo. Era una hembra con un par de corcinos ya muy crecidos. Tal vez sea una de las familias que he visto otras veces.

Sin alejarse del todo del monte cada un pastaba por su lado
Más cerca se aprecia que los corzos ya son casi tan grandes como su madre
Tranquilos, en algún momento ninguno vigilaba

Se me hizo la hora y debía volver a casa precisamente por la zona en la que estaban ellos. Tenía el viento de cara y el sol a la espalda así que confiaba en poder acercarme a ellos y poder sorprenderlos. Fue en vano, cuando los volví a ver, ya estaba la madre en alerta y con las orejas dirigidas hacia mí. Los corcinos salieron corriendo juntos y cuando ya estaban fuera de mi vista llegó su turno y en un pis pas ya había pasado un cerro.

Tras un tramo de carrera casi siempre se paran a mirar si el peligro ha pasado
Antes de desaparecer en el monte echaron un último vistazo
Con las crías ya a salvo, la hembra huyo junto a ellos y como siempre,
comprobó que el peligro no la seguía



Al final, algunos pájaros se apiadaron de mí y se mantuvieron cerca y tranquilos: un par de carboneros (Parus major).


En las ramas bajas de un pino los carboneros buscaban insectos



Con los colores muy vivos, estaba claro que ambos individuos son adultos


lunes, 7 de marzo de 2016

CÓPULA DE RATONEROS Y ATAQUE DE GAVILÁN A AZOR

Parecía que el domingo no iba a ser un buen día para ir al campo, pero al levantar la persiana y ver el sol radiante que había, confirmé que mi ausencia en casa durante un par de horas no supondría problema, desayuné, me abrigué y al campo que fui.
No había dado veinte pasos, cuando en uno de los árboles frente a mi casa un carbonero garrapinos (Parus ater) se entretenía picoteando algo entre un mar de flores de almendro. Ya en casa, en el ordenador, he podido comprobar que se debía tratar de un piñón de un cedro, porque de ése árbol iba y venía el pajarillo. Como si de un ave de presa se tratara, el minúsculo pajarillo sujetaba el piñón con sus garras contra la rama en la que estaba posado. Un primo mayor, carbonero común (Parus major) observaba atento, este curioso comportamiento.

Carbonero garrapinos picoteando un piñón que tiene agarrado entre sus garras
Los colores del garrapinos son apagados aunque destacan
 las mejillas blancas frente a la garganta y caperuza negra
Más grande y con el cuerpo mucho más colorido, 
los carboneros comunes son fácilmente diferenciables
Ya en pleno campo, con un frío aún intenso, un avistamiento fugaz me recordó que pronto el calor será mayor, pues pude ver a mi primera abubilla (Upupa epops) del año. Poco después el canto de dos de ellas me resultó aún más extraño, pues la costumbre, me dice que oír ese canto implica prácticamente ir en mangas de camisa.


Abubilla entre las ramas aún sin hojas de un olmo
Y después llegó el festival de las rapaces. Hace menos de un mes, compañeros expertos del grupo TAGONIUS, nos desvelaban muchos de sus secretos en un interesante curso. A lo largo de la mañana pude disfrutar de varias lecciones prácticas de la vida de estas interesantes aves.

La primera lección es que los pequeños muchas veces le echan narices y son capaces de acosar a los más grandotes, y es que un gavilán (Accipiter nisus) perseguía a su réplica de mayor tamaño: el azor (Accipiter gentilis). Yo creo que éste debió notar en su cola algún tirón de aquél.

Muy ágil, el gavilán se acercó hasta tocar al azor, que es más grande
Al final se impuso la fuerza y el azor siguió cicleando varias veces para demostrar quién mandaba allí. Ahora pueden verse en este tipo de vuelo, pues estarán en celo, pero lo normal es que aguarden ocultos en las pocas zonas con arbolado que quedan.

Alas cortas con "antebrazos" anchos y cola larga son características del azor
También destacan las partes inferiores claras. En esta foto,
 la larga cola algo extendida, mostró que faltaban las rectrices centrales
Visto por la popa los azores destacan por sus "mechones" blancos sobre las patas
Cuando desapareció el azor y ya empezaba a continuar mi marcha, apareció una pareja de ratoneros (Buteo buteo) volando muy juntos. Pero en seguida, me sorprendió un fuerte picado. Al rato apareció un tercer ratonero, esta vez juvenil al que seguramente levantaron de su posadero. Supongo que la pareja que observé la semana pasada había detectado en su territorio de cría a ese jovenzuelo al que querían expulsar. Puede que incluso fuese una cría de la temporada pasada pues la sangre no llegó al río.

Una pareja de azores acosan a un tercero
Pese a algún picado espectacular, no llegó a haber contactos
Salvo opinión más experta, éste es el ratonero más joven, pues todas sus plumas están enteras y nuevas y no tiene el extremo de las alas con una banda oscura
Continué mi marcha viendo de vez en cuando al azor y a los ratoneros y un buen rato después, a lo lejos vi como uno de los ratoneros se posaba en una torre de telecomunicaciones, adoptando una postura como inclinada. Al instante apareció el otro, y ante mis ojos se pusieron a copular. Entre que estaban lejos y hacía mucho frío y aire, la imagen no es estable, pero el documento es interesante. Pronto llegarán las puestas.

La hembra de ratonero inclina el cuerpo hacia adelante...
...y el macho se prepara para aterrizar sobre ella.

Ya de vuelta, algún pajarillo también quiso aparecer en la crónica de ayer. Un grupo de gorriones morunos (Passer hispaniolensis) demostraron el imparable crecimiento de esta especie, que hace unos años no existía en esta zona. Dispersión natural, cambio climático o ambos motivos estarán detrás de su expansión.

Macho de gorrión moruno con sus mejillas claras,
 parte superior de la cabeza rojiza y pecho muy marcado de negro
El mismo macho junto a otro y una hembra
Y en las zonas palustres, los buitrones (Cisticola juncidis) se desgañitaban marcando su territorio. Estaban poco voladores como es habitual en ellos, debe ser que el fuerte viento los empujaba a cantar desde el refugio de un posadero elevado, pero es que pesando en torno a 10 gr no debe ser fácil luchar contra el viento.

Pequeño buitrón cantando

Para acabar apareció uno de los dueños de estas zonas palustres: un aguilucho lagunero hembra (Circus aeroginosus), que ya ha vuelto a sus dominios después de un invierno en el que habrá vagabundeado por zonas húmedas de mayor calado. Es una satisfacción verlos regresar cada año a las raquíticas zonas húmedas de Santorcaz. Eso también es amor al terruño o más científicamente filopatría.

Aguilucho lagunero con sus alas largas y estrechas. Las hembras como ésta, tienen un color oscuro, con hombros garganta y parte superior de la cabeza más claras
Aún hubo tiempo para volver a casa y pasear por un camino con las chicas de la casa, pero los pájaros, esta vez no aparecieron.