El pasado día del padre no sólo recibí manualidades varias y regalos materiales, sino que también un regalo inmaterial: un par de horas libres para salir al campo en Santorcaz, que hacía ya tiempo que no disfrutaba. Aún era invierno y hacía frío, pero ya se empezaban a notar signos de primaveras, con muchos pájaros cantando y vuelos demostrativos de varias especies rapaces. Esto fue lo que encontré:
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La primera sorpresa fue un ánade real (Anas platyrrynchos) macho que debió pasar la noche en el lavadero |
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También en el lavadero una lavandera blanca (Motacilla alba) que se atusaba el plumaje |
Desde la antigua atalaya árabe, divisé un corzo (Capreolus capreolus) que rápidamente se ocultó en el carrizo
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En el cerro de La Elvira me encontré los restos de un erizo (Erinaceus europaeus) |
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En el Arroyo de la Dehesa un aguilucho cenizo (Circus aeroginosus) macho hacía vuelos nupciales y emitía sus llamadas |
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Aquí otra vista del aguilucho |
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También un azor (Accipiter gentilis) empezó a ciclear para marcar su territorio, pues no suelen cazar desde las alturas |
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También un ratonero (Buteo buteo) pasó chillando |
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Aquí muestra las alas por abajo, que en la foto anterior son completamente pardas |
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Varios milanos reales (Milvus milvus) patrullaban aquí y allá, pero éstos no se reproducen por estas tierras |
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No sé si asustada por tanta rapaz, una corneja negra (Corvus corone) pasó a toda velocidad graznando fuertemente |
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En cuanto hay cultivos, aparecen los trigueros (Emberiza calandra) |
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En zona de matorral están las cogujadas montesinas (Galerida theklae) |
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Entre las zarzas una curruca capirotada hembra (Sylvia atricapilla) |
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Y para acabar, de vuelta en los álamos del lavadero, un picogordo (Coccothrauestes coccothraustes) |
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