Aprovechando que tenía que gastar unos días de vacaciones del año pasado, esta mañana me he acercado a Santorcaz. No ha sido el mejor día para ver nada, pero ha sido un paseo tranquilo y agradable. La niebla era la reina indiscutible del día, y siempre tiene su interés, aunque los pájaros se vieran difuminados y desvaídos. Tenía que dedicarme a contarlos, así que me puse a ello. En todo caso alguna foto hice para dejar constancia y crónica del paseo.
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Hilera de viejos almendros en flor en la niebla |
Además del velo blanquecino que cubría todo, la humedad lo impregnaba todo también.
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Gotículas de agua sobre una euforbia (Euphorbia nicaaensis) |
Esa humedad, debió ser la que despertó a este pobre sapo corredor (Epidalea calamita), pero algún accidente acabó con el en medio de un camino.
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Sapo corredor muerto |
Esa misma humedad también, permitía que se conservasen perfectamente las huellas de un corzo (Capreolus capreolus) que ya por la mañana debía estar descansando.
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Huellas de corzo, en el que se marcan las guardas traseras, que normalmente no se marcan en terrenos duros. Están alineadas con las pezuñas, por lo que no son de jabalí |
Y hasta algún pájaro pude fotografiar, y encima uno de los más pequeños e inquietos que hay: un mito (Aegithalus caudatus).
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Mito buscando insectos y arañas en un espino |
En fin, esperemos que este invierno loco que ha hecho florecer tan pronto a los almendros y otras flores, no traiga heladas traicioneras que malogren sus frutos. De todas formas, ¿habrá suficentes insectos activos para polinizar las flores tan pronto? Es lo que tiene el cambio climático...
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Flores de almendro |
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