martes, 16 de abril de 2013

Cuenca: piedra, pinos y buitres.

Este soleadísimo fin de semana hemos estado por la Alcarria y Serranía de Cuenca, un lugar no demasiado conocido, pero con infinitas posibilidades. La base de operaciones ha sido el albergue (Albergue Mirador de Castillejo) de unos amigos que está en Castillejo del Romeral, a media hora de Cuenca. En un bonito y tranquilo pueblo, este albergue se gestiona con cariño y mucho mimo, y eso se nota en el dormir y en el comer. Como digo, no sólo dan cobijo, sino que tras desayunar queso de cabra ecológico, lavarte con jabón artesanal, y hacer alguna ruta para descubrir la naturaleza circundante, van y te reciben con una cerveza casera con croquetas, todo ello producido por personas que valoran y revitalizan el lugar en el que viven.

Pero no fuimos a Cuenca sólo a comer, también anduvimos un poco, así que voy con lo que vimos.

Ruta de la Laguna de Uña, el Escalerón y La Raya


Junto a la Laguna de Uña, en el municipio del mismo nombre, nace esta interesante ruta, en la que se puede disfrutar de un paisaje magnífico. 


Esta laguna se encuentra rodeada de una imponente hoz caliza, con laderas de bosque mixto de quejigos y pinos negrales, sobre la que se elevan farallones rocosos de formas caprichosas, y es que en Cuenca, las rocas adoptan formas extrañas, y Uña no iba ser menos.

¿No parece haber una cara de perfil?

En las laderas, a la sombra de los quejigos se pueden observar pequeñas y vistosas flores que aprovechan el principio de la primavera para florecer, cuando algunos árboles aún no tienen sus hojas.

Anémona (Anemone hepatica)

Durante el recorrido, una interesante comunidad de aves rupícolas sobrevuelan en todo momento nuestras cabezas, destacándose entre todas, el majestuoso vuelo del buitre leonado (Gyps fulvus). Además habitan avión roquero, vencejo real, chova piquirroja y otras rapaces, que no vimos ese día, cómo águila real y perdicera, halcón peregrino y alimoche. En cambio sí que vimos otras rapaces forestales, como gavilán, águila calzada y milano negro.






Antes de llegar al final de la hoz, comienza el ascenso para alcanzar el nivel culminante, y una vez arriba, la senda rodea la hoz dejando el acantilado a la izquierda, pero siempre a escasa distancia, con lo que las vistas son impresionantes.

Laguna de Uña al fondo

Escarpe que rodea la Laguna y por el que discurre la senda

Gracias a la altura alcanzada, las aves se encuentran "al alcance de la mano" y con un poco de paciencia, se puede fotografiar al rapidísimo vencejo real (Tachymarptis melba), el mayor vencejo ibérico, que acaba de llegar a estar tierras.



Para descender, hay que encontrar la Raya, zona encajonada entre la roca que conecta con un resalte horizontal del farallón hasta donde la ladera tiene la suficiente pendiente como para bajar a pie.



En este ambiente rocoso y soleado los reptiles también hacen acto de presencia y no podía faltar esta lagartija roquera (Podarcis muralis), asoleándose mientras me vigilaba de cerca.


La ruta la terminamos tomando un refresco en Uña, y ¡más tarde de lo que pensábamos! pues aunque no supera los 14 km, frecuentes paradas, toma de fotos, comilonas y algún sesteo, nos hizo superar el tiempo estimado. No obstante mereció la pena disfrutar de este lugar, y nos queda en la agenda próximas visitas a otros lugares también prometedores.

Castillejo del Romeral


Al día siguiente dimos un paseo por Castillejo del Romeral, centro de nuestras operaciones, pueblo cobijado tras unos farallones calizos, y rodeado de un mosaico de cultivos, monte bajo, pinares y encinares que crean un ecosistema rico y muy diverso.


La animada charla provocada por la buena compañía, no favorece el avistamiento de aves u otros animales, ¡para esto habrá más días!, pero sin embargo, fue imposible no reparar, y capturar, uno de los verdes más intensos que las lluvias de semanas anteriores y el sol de ese día nos deparó. 






martes, 9 de abril de 2013

Primavera y heladas


Aunque la primavera lleva con nosotros más de dos semanas, este fin de semana en Santorcaz se han producido heladas y el tiempo ha sido bastante frío. 




Este tiempo de transición invierno-primavera produce que las aves migratorias estén en pleno movimiento, y por tanto aumentando la diversidad de aves en Santorcaz. Entre el sábado y domingo he podido detectar más de 40 especies diferentes.

El sábado por la mañana, sin haber salido del pueblo aún, nos sobrevolaron dos milanos reales (Milvus milvus), rapaz mediana que no cría en Santorcaz, ya que sólo se la detecta en invierno o en paso.

Milano real en el que destaca la fuerte escotadura de la cola
y "las ventanas" claras en las alas

Milano real con la cola desplegada


Ya fuera del pueblo, por el camino hacia Pezuela, pudimos ver otras aves de paso, como bisbitas comunes o collalbas grises. Entre las que sí crían en Santorcaz, y que más llamó la atención fueron las calandrias (Melanocorypha calandra), con sus espectaculares cantos. Esta pequeña ave, que vive en zonas de cultivos de cereal, se eleva en el cielo hasta casi perderse de vista mientras imita el canto de muchas aves. En Santorcaz las calandrias casi siempre copian el canto del jilguero, la golondrina, el triguero y el cernícalo.

Calandria en la que se observa las partes inferiores de las alas negras,
con borde terminal blanco y  mancha negra en el cuello

Al día siguiente, con menos frío y por la zona de monte, pude detectar más signos de la primavera, como el canto del cuco o la llegada de migrantes transharianos como la curruca carrasqueña o el colirrojo real.

Sin embargo, de nuevo lo más espectacular fue la llegada de las dos águilas más comunes de Santorcaz, el águila culebrera (Circaetus gallicus) y el águila calzada (Hieraaetus pennatus). 

Águila calzada de fase clara: pecho y coberteras del ala casi blancas,
y plumas terciarias, secundarias y primarias negras.

Águila culebrera: destacan por su tamaño grande y partes blancas,
 salvo un capuchón oscuro en algunos individuos.

Por último, anotar también, la gracia de los pequeños mitos (Aegithalus caudatus) que con nerviosos movimientos, pero confiados ante mi presencia, se colgaban de las ramas en búsqueda de pequeños insectos. Sólo de 8 a 11 gramos pesa este pajarillo que hace su nido en forma de bola con musgo y telas de araña.




martes, 2 de abril de 2013

Sierra de Grazalema



Ruta del Pinsapar


Como quien tienta a la suerte, estos días de fiesta hemos estado en la zona más lluviosa de la Península Ibérica: la Sierra de Grazalema, en Cádiz. Su posición entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, hace que las cumbres de esta sierra supongan una barrera a los vientos húmedo marinos, y en su ascenso por salvar su relieve, se enfríen y condense el agua que transportan en forma de lluvia o nieve. De hecho, lo pudimos observar perfectamente, ya que un fuerte viento apelotonaba las nubes sin permitirnos ver más allá de unos metros en algunos momentos.





Estas condiciones de humedad han permitido la permanencia de formaciones vegetales muy singulares, entre la que destaca la existencia de un tipo de abeto, el pinsapo (Abies pinsapo). Se trata de un árbol que cabría encontrar en latitudes más norteñas, pero que tras las últimas glaciaciones, encontró refugio en la ladera norte de esta sierra.



Para acceder a este pequeño bosque, es necesario pedir una autorización a la Junta de Andalucía, y creo que gracias a las malas perspectivas metereológicas, pudimos encontrar un hueco. 



Tras un fuerte ascenso se alcanza la ladera norte en la que continúa la senda; lo que al principio son ejemplares sueltos, se convierte en una formación cerrada de pinsapos, donde la luz casi no puede abrirse paso.





Entre los pinsapos, algunos añosos quejigos consiguen habitar, eso sí cubiertos de gran cantidad de musgos y líquenes.



En cuanto a la fauna, no es fácil avistarla en zonas tan tupidas. Nos sorprendió, un macho joven de cabra montés (Capra pyrenaica hispanica) que nos asustó en medio de la senda y que se detuvo a observarnos un rato a unos pocos metros.



También pudimos fotografiar a uno de los numerosos pajarillos que amenizaba el paseo, el petirrojo (Erithacus rubecula), que cada pocos metros cantaba junto a especies como mirlos, carboneros, herrerillos, agateadores, chochines, currucas capirotadas, etc.



Cuando las animales grandes no aparecen, siempre queda la opción de mirar al suelo, donde uno puede encontrar cosas tan interesantes como este llamativo ácaro del que desconozco su nombre.



Ruta del Río Majaceite


Después de helarnos de frío al comer en las alturas, iniciamos la ruta del río Majaceite, que discurre entre Benamahoma y El Bosque. Se trata de un curso de montaña encajado y bordeado de una densa vegetación de ribera y mediterránea.



Al comienzo de la ruta, sobre el pueblo de Benamahoma, pudimos ver tres águilas calzadas (Hieraetus pennatus) que frente el cielo plomizo no mostraban todo su esplendor.



Aquí tampoco la fauna fue fácil de observar, pero en cambio sí se podían ver numerosas especies de flora, algunas con llamativas flores.




Varias especies de orquídeas mostraban sus complicadas flores, que imitan la forma de insectos para atraerlos y polinizarlas




  


Por último, destacar que incluso las humildes higueras mostraban sus primeros brotes como si de llamaradas verdes se tratasen




martes, 19 de marzo de 2013

Maestros del viento

Unas semanas de lluvia y frío dejaron, por fin, un lunes despejado, aunque fresco y ventoso, que nos permitió dar un paseo por Santorcaz. Esas lluvias y vientos permitieron una visibilidad magnífica, como demuestra la foto siguiente, en que desde el pueblo, que como dijimos al principio, es limítrofe con la provincia de Guadalajara, se podía ver perfectamente la Sierra de Guadarrama.


Cielo azulísimo, nubes blancas, cebada creciendo y almendros en flor permitían composiciones sencillas, pero de gran belleza.



Sin embargo, el viento no es muy propicio para ver aves, pues es normal que las haga permanecer en tierra o emboscadas en un matojo, para protegerse del frío y no tener que luchar contra el viento. Aún así, y cómo ya avanzábamos en la entrada anterior, continúan llegando las primeras aves estivales. Ya nos fue posible ver las primeras golondrinas deslizándose sobre el cereal, como si la ventolera no fuese con ellas, y de forma parecida también un macho de aguilucho cenizo. Sin embargo, no fue posible fotografiarlas, pero tirando de prismáticos y zoom pude ver una bonita collalba gris (Oenanthe oenanthe). Hoy la sorpresa ha llegado cuando al recortar la imagen con Photoshop, he podido ver dos ejemplares más, quién sabe cuántas más habría en el barbecho. Estas aves, que vimos en el Cráter del Ngorongoro en Tanzania este mes de octubre, tras pasar el invierno comiendo insectos junto a leones y elefantes, atraviesan el Sahara, el estrecho de Gibraltar y se instalan en zonas frescas de Europa, llegando hasta Islandia y Groenlandia.

Collalbas grises, la primera un macho con el plumaje nupcial

También pudimos escuchar varios carboneros comunes (Parus major) cantando para marcar su territorio. Uno se dejó acercar lo suficiente como para fotografiarle. ¡Claro! estaba entretenido buscando los primeros insectos escondidos en las grietas de las cortezas de los árboles.

Carbonero común

Y cuando ya llegábamos al pueblo se juntaron media docena de buitres a ciclear sobre nosotros. Con ellos tampoco sirven los vendavales, que hasta les pueden favorecer si la dirección es la correcta.


Buitre leonado planeando

Permanecieron largo rato sobre nuestras cabezas, y la causa podía ser la presencia de varias urracas (Pica pica) que con sus llamativos colores y tendencia a la algarabía, les sirven para encontrar las carroñas de las que se alimentan.
Urraca sobre un almendro
Pero el final se lo reservó el virtuoso del vuelo: el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus). Este halconcillo recibe su nombre por su capacidad para cernirse, es decir, permanecer "clavado" en el aire mientras mueve las alas. Con el fuerte viento de cara, ni siquiera ha de batir las alas, ya que la velocidad del aire le sustenta y únicamente debe hacer pequeñas correcciones en el ángulo de ataque y apertura de las alas para mantener la posición. Para ello son imprescindibles las álulas, que son un conjunto de pequeñas plumas y vestigios óseos de un dedo, y que sobresalen en la foto en la parte delantera del ala. El álula evita la formación de turbulencias en el ala, y así el pájaro no cae.


Cernícalo vulgar cara al viento mientras busca sus presas.

En el vídeo siguiente, se puede ver en vivo la maestría con la que el pequeño cernícalo mantiene la posición fija de su cabeza mediante los movimientos de alas y cola, lo que le permite mantener la mirada fija en las posibles presas.


jueves, 7 de marzo de 2013

Primera estival del año: abubilla


A pesar de que aún es invierno y el tiempo lo confirma, ya hemos podido ver en Santorcaz el primer ave estival del año: una abubilla (Upupa epops). Según mis registros el avistamiento más temprano de esta ave en este pueblo fue el 2 de febrero de 2002 y el más tardío el 25 de abril de 2009, así que se puede decir que ha sido una fecha normal. De hecho, en Madrid ciudad y en zonas del Suroeste se la puede encontrar todo el año, aunque como digo, en Santorcaz sólo pasa la primavera y el verano.


Abubilla en el Cerro de La Elvira

El domingo que pasamos en el campo no dio para mucho más, tan sólo destacar varios buitres leonados (Gyps fulvus) y milanos reales (Milvus milvus). Ninguna de las dos especies cría en Santorcaz, ni en sus cercanías. El primero es visto de vez en cuando buscando carroña, y el segundo es observado algunas veces en invierno.

   
Buitre leonado, anchas y largas alas con el cuello blanco


Milano real en vuelo, alas estrechas, cola fuertemente escotada y manchas claras bajo las alas

Y cuando en el cielo no hay mucho que ver, siempre queda la opción de mirar al suelo, y descubrir cosas, como algunas miniplantas, que en menos de 5 cm de altura florecen y completan su ciclo vital. 


Androsace maxima

Centranthus calcitrapa

La identificación de herbáceas no es mi fuerte, así que se agradecen correcciones o confirmaciones de estas identificaciones.

domingo, 24 de febrero de 2013

Madrid Río... y frío

El temporal de frío que llegó la noche del viernes, ha hecho que nos quedemos este fin de semana en Madrid, pero no en casa. Este domingo hemos ido a pasear por Madrid Río, el nombre pijo del río Manzanares en la ciudad de Madrid. Entre Legazpi y el Calderón hay multitud de gaviotas y, a veces, se descubren especies raras, de hecho el año pasado vimos una Gaviota de Delaware, una especie americana.

Las gaviotas no se me dan bien, y sin ayuda o con un ejemplar muy evidente, no soy capaz de descubrir estas rarezas, pero siempre es un lujo ver y fotografiar aves que no rehuyen al hombre, pues ya están cansadas de vernos.

Es el caso de los bonitos azulones (Anas platyrinchos) que se congregan bajo los puentes cuando los niños les echan pedazos de pan.



Se dejan ver fácilmente también los cormoranes grandes (Phalocrocorax carbo), unas aves pescadoras que tienen la peculiaridad de que sus plumas se empapan en el agua, pues no están impregnadas de aceite. Esto les permite bucear, pero les obliga a secarse al sol para no congelarse de frío. En esta mañana, hemos podido ver hasta tres clases de edad:

Cormorán juvenil con el pecho blanquecino

Adulto no reproductor completamente negro, secándose al sol.

Adulto con plumaje reproductor: calzas y cabeza blancas y resto negro brillante.

Otras aves que también tienen varios plumajes según su edad, son las gaviotas sombrías (Larus fuscus). Éstas se alimentan de restos de basura, comida de la gente y cualquier cosa que puedan robar a otras especies.

Gaviota sombría adulta, mirando hacia el cielo

Gaviota sombría con un pedazo de pan probablemente en su tercer invierno

Gaviota sombría adulta en vuelo y bajo ella un ejemplar probablemente en su segundo invierno

La gaviota reidora (Larus ridibundus) es la otra especie frecuente de gaviota madrileña, bastante más pequeña que la sombría.

Gaviota reidora adulta con el plumaje estival (cabeza negra)

Gaviota reidora adulta con el plumaje aún invernal

Entre las especies acuáticas, también hay alguna gallineta (Gallinula chloropus) o polla de agua. En este ejemplar podemos ver que, al contrario que patos, cormoranes y gaviotas no tiene las patas palmeadas, sino simplemente lobuladas., Son peores nadadoras, pero en cambio se mueven rápidamente entre la vegetación de ribera.

Gallineta en el Puente de Toledo decidiendo si se moja o no.

Un poco más arriba que la gallineta, las palomas (Columba livia) descansan en cualquier resalte del granito del Puente de Toledo.

Paloma dormitando en el Puente de Toledo

Y para terminar, cuando ya salíamos del metro de vuelta a casa, una última mirada al cielo nos ha permitido ver cientos de grullas (Grus grus) girando sobre Madrid para orientarse en su viaje hacia el Norte. Parece que intuyen el final del invierno, aunque parece que todavía nos quedan unos días de frío.