Aunque la primavera lleva con nosotros más de dos semanas, este fin de semana en Santorcaz se han producido heladas y el tiempo ha sido bastante frío.
Este tiempo de transición invierno-primavera produce que las aves migratorias estén en pleno movimiento, y por tanto aumentando la diversidad de aves en Santorcaz. Entre el sábado y domingo he podido detectar más de 40 especies diferentes.
El sábado por la mañana, sin haber salido del pueblo aún, nos sobrevolaron dos milanos reales (Milvus milvus), rapaz mediana que no cría en Santorcaz, ya que sólo se la detecta en invierno o en paso.
Milano real en el que destaca la fuerte escotadura de la cola y "las ventanas" claras en las alas |
Milano real con la cola desplegada |
Ya fuera del pueblo, por el camino hacia Pezuela, pudimos ver otras aves de paso, como bisbitas comunes o collalbas grises. Entre las que sí crían en Santorcaz, y que más llamó la atención fueron las calandrias (Melanocorypha calandra), con sus espectaculares cantos. Esta pequeña ave, que vive en zonas de cultivos de cereal, se eleva en el cielo hasta casi perderse de vista mientras imita el canto de muchas aves. En Santorcaz las calandrias casi siempre copian el canto del jilguero, la golondrina, el triguero y el cernícalo.
Calandria en la que se observa las partes inferiores de las alas negras, con borde terminal blanco y mancha negra en el cuello |
Al día siguiente, con menos frío y por la zona de monte, pude detectar más signos de la primavera, como el canto del cuco o la llegada de migrantes transharianos como la curruca carrasqueña o el colirrojo real.
Sin embargo, de nuevo lo más espectacular fue la llegada de las dos águilas más comunes de Santorcaz, el águila culebrera (Circaetus gallicus) y el águila calzada (Hieraaetus pennatus).
Águila calzada de fase clara: pecho y coberteras del ala casi blancas, y plumas terciarias, secundarias y primarias negras. |
Águila culebrera: destacan por su tamaño grande y partes blancas, salvo un capuchón oscuro en algunos individuos. |
Por último, anotar también, la gracia de los pequeños mitos (Aegithalus caudatus) que con nerviosos movimientos, pero confiados ante mi presencia, se colgaban de las ramas en búsqueda de pequeños insectos. Sólo de 8 a 11 gramos pesa este pajarillo que hace su nido en forma de bola con musgo y telas de araña.
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