Estamos recién llegados de la primera parte de las vacaciones, y no nos cansamos, hemos vuelto a disfrutar de las costas y las montañas asturianas. Con una pequeña de 22 meses, el protagonismo no ha estado en disputa, siempre lo tiene ella, y sin embargo hemos vuelto con una buena cosecha de fotografías de la naturaleza, que no tardo más en compartir con los lectores.
Llegamos a Ribadesella con un día estupendo y además de sus casas de indianos, su playa y su río Sella, enseguida me entretuve con algunas gaviotas que comían el pan que algunos niños les daban.
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Gaviota patiamarilla (Larus michaellis) a la izquierda y gaviota reidora (Larus ridibundus) |
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Los jóvenes de gaviota patiamarilla tienen un plumaje menos llamativo |
La primera mañana amaneció lluviosa y fresca, así que nos fuimos al Museo del Jurásico de Asturias, y aunque Silvia aún es muy pequeña lo disfrutamos bastante. Después de comer en Lastres, nos fuimos a la playa de La Griega, en busca de las huellas que los dinosaurios dejaron hace más de 70 millones de años.
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Con plumas en vez de escamas, como muchos tuvieron en realidad,
los dinosaurios tienen otro aspecto |
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Una de las huellas de un dinosaurio era tan grande que no tenia nada a su escala,
excepto un bichillo que pasaba por allí |
El día siguiente amaneció más despejado, pero aún demasiado fresco para bañarse, así que hicimos parte de la ruta que, bordeando la costa, va desde Isla a la Playa de la Griega.
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La ruta sigue la costa, dominada por acantilados... |
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... y zonas de rasas mareales. |
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En los prados abundaban las tarabillas (Saxicola torquata) |
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Y algunas se posaban en las flores de las zanahorias silvestres |
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También había jilgueros (Carduelis carduelis)
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Un joven cuco (Cuculus canorus) chillaba desde una rama seca |
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También había recién llegadas a la costa, como esta lavandera boyera (Motacilla flava) de
la subespecie centroeuropea |
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A la vuelta a La Isla, estuve trajinando entre las rocas |
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Había anémonas al aire de la especie Anemonia viridis |
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Grandes algas llamadas laminarias |
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Pequeños peces en los charcos junto a lapas y caracolas |
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Y una roca con una forma sospechosa, que indagaré a ver de qué se trata. Edito: preguntados los técnicos del Museo del Jurásico de Asturias, amablemente me han dicho que que se trata de microbialitas: rocas formadas por microbios que atrapan sedimento y afectadas por grietas de desecación. |
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Entrando desde la costa, apareció trinando un grupo de zarapitos |
Al final nos remojamos un poco en la playa, porque era nuestro último día. Al día siguiente, que ya salimos hacia la montaña, hicimos dos paradas intermedias: el Mirador del Fito, que estaba cubierto de niebla y la Iglesia prerrománica de Santa Cristina de Lena.
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Iglesia prerrománica de Santa Cristina de Lena |
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Mientras esperábamos a entrar, nos sobrevoló un milano negro (Milvus migrans)
que estaba mudando las rectrices de la cola |
Llegamos a nuestro destino: Traslacruz, una pequeña aldea rodeada de bosques y prados, en el Parque Natural de Las Ubiñas - La Mesa, y donde desde la puerta de la casa en que nos alojábamos ya podíamos ver un montón de animales.
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La pequeña aldea de Traslacruz |
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Todos los días venían a comer manzanas caídas algunos arrendajos (Garrulus glandarius) |
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Había muchos papamoscas grises (Muscicapa striata) capturando insectos |
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Y entre los arbustos, muchos petirrojos (Erithacus rubecula) |
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Había también una pareja de ratoneros (Buteo buteo) juveniles que
chillaban y sobrevolaban el pueblo
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Sobre el fondo de las nubes son muy oscuros |
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A veces pasaban tan cerca que no daba tiempo a enfocarlos |
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y finalmente se posaban en los castaños |
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Y allí seguían chillando |
Al día siguiente con un sol de justicia, subimos al Puerto de la Cubilla, dejando abajo los bosques y disfrutando de los prados de diente que mantienen vacas y caballos.
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Prados de diente en el puerto de la Cubilla, con muchas vacas y caballos |
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En la propia carretera también había vacas y terneros |
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Las vistas y la carretera son espectaculares |
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Empezando a caminar, nos topamos con un encierro de vacas, así que
nos volvimos un momento al coche hasta que las encerraron y separaron en una corraliza |
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Hasta los asturcones y sus potros salieron corriendo ante
los chillidos de vaqueros y mugidos de vacas |
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Había muchas aves alpinas, pero sólo pude fotografiar a este bisbita campestre (Anthus campestris) |
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Entre las rocas se soleaban las lagartijas roqueras (Podarcis murales) |
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Y en los regatos y charcas había muchas ranas verdes (Pelophylax perezi) |
Otro día subimos a un pintoresco pueblo: Tuiza de Arriba, e iniciamos una marcha hacia el Refugio del Meicín. No llegamos, hacía calor y cargar con una niña de unos 14 kg, no ayudaba tampoco. Aún así, lo disfrutamos igualmente.
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Camino al Meicín con las Ubiñas al fondo |
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Aún se conservan los cercados de piedra en algunos prados |
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Como siempre que hay prados las tarabillas nos observaban |
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De entre los arbustos salió un acentor común (Prunella modularis) que se posó cerca,
y con el pico abierto demostraba que hacía mucho calor |
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Sobre los prados de siega una pareja de cernícalos (Falco tinnunculus) estuvieron de caza
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Algún insecto debieron coger porque con las garras llevaban algo pequeño... |
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... y pronto volvían a buscar más presas |
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Sobre una teja, una lavandera blanca (Motacilla alba) empezó a acicalarse... |
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... de vez en cuando nos miraba...
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... pero enseguida volvía a arrascarse |
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Nuestro último día lo pasamos haciendo parte de la Senda del Oso, entre Tuñón y Proaza. Se trata de una senda adecuada para ir con carrito y con el aliciente de ver osos cantábricos en unos cercados.
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La senda es practicable para todos los públicos y en algunos tramos proporciona una refrescante sombra |
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Al final pudimos ver tres de los cuatro osos (Ursus arctos) que tienen en los recintos, y que al igual que nosotros, necesitaban refrescarse |
En definitiva unas intensas y estupendas vacaciones en familia, rodeados de naturaleza, paisajes, historia, cultura y... ¡algunas fabes!