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martes, 11 de julio de 2017

ÁGUILA CALZADA Y PÁJAROS EN CABLE

Este fin de semana, sólo he salido al campo un rato el domingo por la mañana, pero en los pueblos muchas veces ni siquiera hace falta salir mucho para ver cosas interesantes. El sábado, antes de la tormenta del mediodía, un águila calzada (Aquila pennata) estuvo sobrevolando el pueblo, puede que estuviese a la caza de alguna paloma despistada de la torre de la iglesia.

Incluso con el fondo de una nube, 
se aprecia el contrastado plumaje negro y claro de las águilas calzadas
A la caza de palomas sobre la iglesia
Como dije, el domingo no fui muy lejos, pero es que un paseo por las calles del pueblo, ya permite ver unas cuantas aves diferentes. Solo hay que mirar hacia arriba, claro.  

Una curiosa tórtola turca (Streptopelia decaocto) se agacha para observar
Golondrina común (Hirundo rustica) con su garganta rojiza
Tranquilamente decide asearse el plumaje
Un verdecillo macho (Serinus serinus)
Una paloma torcaz (Columba palumbus) se estira...
... antes de rascarse la espalda.
Ya en el campo, alguna cosilla curiosa más pude ver. 

Un alcaudón común (Lanius senator) muestra su blanquísimo pecho, su antifaz negro...
... y su cabeza color ladrillo
Un joven petirrojo (Erithacus rubecula) abandona el zarzal para tomar el sol
Un abejaruco (Merops apiaster) y una tórtola europea (Streptopelia turtur) comparten almendro
Algún tipo de hormiga león se aferra a una brizna seca
De nuevo, desde la comodidad de casa una joven llamaba insistentemente a sus padres que al ir a alimentarla, la descubrieron para mí.

Las crías no son tan llamativas como sus padres

lunes, 8 de agosto de 2016

ABEJARUCOS Y UN PIQUITUERTO LOCO

Otro fin de semana de mucho calor, como tienen que ser, pero que no me he podido resistir a salir al campo por Santorcaz. Fue todo caminata, nada de esperas, pero algunas fotos me parecen con méritos suficientes como para compartirlas.

Las primeras fueron unos cuantos abejarucos (Merops apiaster) que con el frescor de la mañana esperaban a que el sol calentase sus cuerpos, y sobre todo, el de sus presas, los insectos voladores.

Aún con la luz del amanecer, los colores de este abejaruco adulto, se pueden distinguir de un juvenil.
En los juveniles los tonos son más verdosos, sobre todo en las partes superiores
Los siguientes en aparecer fueron un grupo de perdigones (Alectoris rufa) ya creciditos, que picoteaban por medio de un camino.

Perdigones ya de buen tamaño pero con plumaje juvenil
Luego me aguantó bastante un grupito de jóvenes pinzones (Fringilla coelebs) y a alguno pude fotografiar con su plumaje tan apagado.

Casi nunca faltan a la cita los pinzones, sobre todo los juveniles
A lo lejos vi posarse una rapaz en un quejigo y hasta que no se volvió a levantarse no pude confirmar que se trataba de un aguilucho lagunero macho (Circus aeroginosus).

Aguilucho lagunero a lo lejos
Ya empecé la vuelta a casa y en los pinos encontré un cráneo de gato. Aún debo analizarlo con mayor detalle para saber si es de gato doméstico o montés.

Cráneo típico de gato, con su hocico chato y grandes senos orbitales
Vista cenital del cráneo
De nuevo aguantó un abejaruco en un cable, que con el sol en todo lo alto, mostraba unos colores algo diferentes a los del comienzo de la mañana.

Abejaruco adulto a pleno sol
En los huertos me dio por levantar la vista y pude ver un águila calzada (Aquila pennatus) que a gran altura sobrevoló el pueblo.

Águila calzada con su típico plumaje de fase clara
Por fin, en el lavadero, un piquituerto (Loxia recurvirostra) recién volado de su nido y sin ningún miedo al hombre, aún, se posó a un par de metros y se acercó a beber sin casi reparar en mí.

El piquituerto, con su pico cruzado y su plumaje típico de un joven
En el canal bebiendo...

...y levantando el pico para tragar...


...antes de echar una mirada a su alrededor

martes, 3 de mayo de 2016

ÁGUILAS REALES Y CALZADAS, TARABILLA NORTEÑA Y MÁS

Tras reunión con familia un día y amigos al siguiente de este puente, la mañana del lunes la dediqué a la primera visita del programa SACRE. Aunque luego el sol fue abrasador, a primera hora había habido una pequeña helada que casi no me dejaba ni escribir, y aunque el objetivo era anotar aves, en alguna estación o de camino, no pude evitar sacar la cámara.

La primera en caer, fue una tarabilla norteña (Saxicola rubetra), un bonito pajarillo que andaría en paso, pues sus zonas de cría más cercanas son las zonas de montaña del centro y norte de la Península Ibérica.

A diferencia de la tarabilla común, que la encontramos todo el año,
 la norteña tiene una marcada ceja blanca
Es satisfactorio volver por alguna estación y comprobar que todos los años a la misma hora hay siempre un aguilucho cenizo (Circus pygargus) rondando.

Aunque a contraluz, se aprecia el color cenizo del macho y las dos franjas de puntos en las alas
También una grajilla (Corvus monedula) aguantó estoicamente mi presencia durante los 5 minutos que dura el muestro, y es que tenía su nido a menos de 20 metros de mi  posición.

Con su ojo gris pálido, la grajilla me vigilaba 
De camino a Valdarachas en una quejigar a la umbría, unas llamadas chasqueantes me llamaron la atención. Se trataba de varios volantones de zorzal charlo (Turdus  viscivorus), que llamaban a sus padres por el miedo a mi presencia.

Recién salido del nido, yo creo que este zorzal charlo
no sabía muy bien qué era ese bicho de dos patas
Ya en Valdarachas, una pareja de águilas calzadas (Hieraetus pennatus) estuvo sobrevolando la zona a baja altura. Luego se posaron en unos chopos y después uno de ellos volvió a volar. Un lujazo.
 
Uno de los ejemplares, a contraluz, posado en el chopo
De nuevo en vuelo, mostró perfectamente el plumaje característico de los individuos claros
De frente, muestra una cabeza más bien ancha
También en Valdarachas un alcaudón común (Lanius senator) me vigilaba mientras anotaba a un montón de pájaros durante los 5 minutos de rigor.

Con un ojo me vigilaba, mientras con el otro no dejaba de atender
a cualquier insecto sobre el que abalanzarse
Y acabé los muestreos con la jefa de todo esto por encima de mí,  disfrutando de una águila real (Aquila chrysaetos) en vuelo.

Desde una posición más alta que ella, pude ver su plumaje dorsal sobre un fondo no muy natural
A mi misma altura el fondo era otro más conocido, la Pedriza a decenas de kilómetros
Más cerca de mi oteadero se me puso de perfil
Aún hubo tiempo para dos horas de paseo en familia disfrutando del sol y comprobando que las puestas de sapo de hace unas semanas siguen creciendo mientras los charcos menguan. Menos mal que dan lluvia esta semana de nuevo.


Cualquier paseo en esta época deja visiones agradables, como este campo de colza.

lunes, 12 de mayo de 2014

CLEPTOPARASITISMO DE ÁGUILA IMPERIAL SOBRE ÁGUILA CULEBRERA

A veces uno es espectador de un espectáculo de la Naturaleza cuando menos se los espera. Este sábado, en que mi mujer trabajaba, decidí ir a recoger minerales a unas minas de cobre abandonadas en Colmenarejo. La recogida fue interesante, y consciente de que la zona es muy querenciosa para las rapaces, de vez en cuando miraba al cielo en busca de ellas. En una de esas veces fui testigo de un caso de cleptoparasitismo de un águila imperial (Aquila adalberti) sobre un águila culebrera (Circaetus gallicus). Lo cuento en un momento, pero como casi siempre, empiezo por el principio.

Colmenarejo se encuentra al pie de la Sierra de Guadarrama, donde comienzan las rocas graníticas. Dehesas de encinas y fresnos cubren el territorio, y de hecho mantienen una importante cabaña ganadera.

Navas y dehesas de Colmenarejo
El ganado bravo se protegía del sol bajo los fresnos
En esos pastizales las cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) buscan insectos y pequeños vertebrados.

Una cigüeña se estira alerta al notar mi presencia
Son muy frecuentes las plantas aromáticas como la lavandas, mejoranas y varias leguminosas. Por supuesto las mariposas las visitan con fruición.

Blanquiverdosa Euchloe tagis, libando en un cantueso
Glaucopsyche melanops o escamas azules
Doncella mayor o Melitaea phoebe
En las zonas abiertas y con matorral también había cogujadas montesinas (Galerida theklae).

Cogujada montesina
A los pocos kilómetros aparecen las minas, en las que abundan rocas de colores poco frecuentes: verdes, azules y moradas.

Mina abandonada de La Pilar
Pero bueno, como contaba al principio, no sólo rebuscaba minerales por las escombreras de la antigua mina, y en una de esas miradas al cielo observé un águila culebrera que cargaba una gran culebra en sus garras. Estaba un poco alejada, pero con prismáticos y el zoom de la cámara se podía ver perfectamente.

Volando hacia la izquierda, una culebrera con una serpiente recién capturada
Cicleando, para ganar altura
Al rato apareció otro águila más grande y oscura, graznando fuertemente y en vuelo de persecución sobre la culebrera, no había duda, era una imperial. La alcanzó y comenzó a acosarla.

La imperial adulta extiende sus alas y cola para hostigar a la culebrera
Acto seguido, temerosa, la culebrera soltó la serpiente que cargaba y la imperial con un espeluznante picado la recogió en vuelo y salió volando en dirección contraria. Había asistido a un acto de cleptoparasitismo, es decir, cuando un animal roba a otro el alimento que había capturado. Es sabido que las imperiales son especialistas en capturar conejos, algo carroñeras y también ladronas, pero no sabía que se jugasen el cuello por una culebra. Está claro que era el territorio de una imperial y ésta defendía su cazadero.

La culebrera, ya sin la serpiente ciclea para ganar altura,
mientras que la imperial hace un picado para recoger a la culebra.


Finalmente, el águila imperial se hace con la presa
Muchos más conocido es el carácter de ladrón de los milanos, y de hecho había un milano negro (Milvus migrans) rondando por si podía aprovecharse de su agilidad y llevarse la culebra al agua.

Milano negro, con sus cuerpo oscuro y cola ligeramente escotada
Otro carroñero apareció al rato, en este caso un enorme buitre leonado (Gyps fulvus).

Buitre leonado planeando
Asombrado con lo vivido seguí otro rato buscando minerales, en este caso en unos afloramientos de cuarzo blanco, en el que se refugiaba una planta venenosa: la digital.

Digitalis sp. entre bloques de cuarzo blanco
No era lo único venenoso que iba a ver. Revolviendo con el martillo desenterré a un escorpión (Buthus occitanicus). El pobre no hacía más que intentar cobijarse bajo las rocas, pero conseguí fotografiarle.

Escorpión en postura defensiva
Tras tantas emociones se me hizo la hora y tomé el camino de vuelta. Sin embargo, aunque ya había visto varias águilas calzadas (Hieraaetus pennatus) a lo largo de la mañana, una pareja quiso salir en la foto y me sobrevolaron bastante cerca. Lo interesante es que cada uno de los ejemplares era de una fase o color. Una clara y la otra oscura.

Vista superior de un águila calzada. Se aprecian las "luces de aterrizaje"
o manchas blancas en el arranque de las alas
Águila calzada de fase clara
Águila calzada de fase oscura
Calzada oscura en que también se observan las "luces de aterrizaje"