Este domingo me despertó la alarma, pero no podía abrir los ojos. Literalmente. Me lavé las legañas y salí al campo, pero al rato, la conjuntivitis que había incubado durante la noche no me dio margen y tuve que volver a casa. Antes pude hacer algunas fotos que hice por las cercanías de Santorcaz: El Lavadero, la Hontanilla y la Ermita de la Soledad.
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En el Lavadero, un joven jilguero (Carduelis Carduelis) compartía cable con tres jóvenes golondrinas (Hirundo rustica) |
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En el borde del Lavadero un verdecillo (Serinus serinus) estuvo pensando si bajaba a beber agua conmigo delante |
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En la Hontanilla, una cogujada montesina (Galerida theklae)
me vigilaba de reojo mientras tomaba el sol
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Junto a una noguera vieja me escondí un rato y aparecieron varios verdecillos... |
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... éste se estiraba y acicalaba las plumas. |
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En otra rama, más cerca y mejor iluminado, otro se puso a cantar |
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Con la garganta inflada y el pico abierto los pequeños
verdecillos tienen uno de los cantos más melodiosos.
A continuación podéis oír su bonito canto compitiendo con el de un ruiseñor |
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En la Ermita de la Soledad pude fotografiar a un vencejo (Apus apus)... entrando al nido, claro, porque en vuelo es casi imposible |
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Allí anidan los gorriones (Passer domesticus), y los machos continúan aportando material al nido
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También anidan los estorninos negros (Sturnus unicolor) con su plumaje brillante, plumas puntiagudas, patas rosadas y pico amarillo de base azulada |
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Los mirlos (Turdus merula) tienen en cambio el negro mate, el pico naranja y el anillo ocular naranja |
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