lunes, 16 de noviembre de 2015

ÁGUILAS REALES, MUSARAÑA Y LUCIÉRNAGA

Prismáticos, cámara de fotos, martillo de geólogo, red de camuflaje, guías, linterna frontal, navaja multiusos, red de camuflaje... es la carga que transporto habitualmente cuando voy al campo. El domingo, la carga era muy diferente, pesaba más de 4 kilos y medio y de vez en cuando se movía. No impidió que siguiésemos disfrutando de este otoño tan cálido y, como la semana anterior, los pájaros pequeños no se dejaron acercar, no así algunos de los más grandes: una pareja de águilas reales (Aquila chrysaetos).

A gran altura, los dos individuos, ya adultos, ciclearon juntos y de vez en cuando hacían picados y ascensos en lo que pudiera ser un vuelo de cortejo y afianzamiento de la pareja.






El mundo alado dio poco más de sí, aunque de nuevo pasaron grullas como la semana pasada. En cuanto a los bichos peludos, vimos al más pequeñito de ellos: la musaraña (Crocidura russula). La pena fue que parecía haber sido atropellada en un camino. De nuevo un triste final...


Musaraña gris, un bichicho de entre 4,6 y 14 gramos
Y llegando al pueblo, cerca del lavadero, de nuevo una sorpresa que se repite este año: una luciérnaga (Lampyris iberica?). La segunda de este año, esta vez a pleno día y una larva. Como dije en una entrada anterior, hacía 20 años que no las veía.


Totalmente diferente a los adultos, las larvas de las luciérnagas se parecen a las hembras adultas, no a los machos que tienen el aspecto típico de un escarabajo (ver luciérnaga macho)
Como siempre, fue un día muy agradable, con los colores del otoño en las hojas, y con la alegría de que mi polluela ya ha visto dos águilas reales en menos de dos meses de vida... ¡qué siga la racha!

Los chopos (Populus alba) ya no flanquean el arroyo pero siguen flameando en los otoños

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