lunes, 21 de abril de 2014

MÁS ABEJARUCOS Y AGUILUCHOS LAGUNEROS

Normalmente en mis crónicas naturalísticas sigo estrictamente el orden temporal de las observaciones realizadas, pero esta vez invertiré ese orden, pues las vivencias de este sábado guardan relación con las del domingo de la semana anterior. Además, también las fotografías son más espectaculares e interesantes, así que para los que no leen los "posts" hasta el final, empiezo por ahí.

Y es que el sábado pasado decidí madrugar e irme en solitario al campo en Santorcaz, con la intención de hacer alguna espera escondido bajo mi red de camuflaje en un lugar bastante querencioso por los abejarucos (Merops apiaster). Éstos no faltaron a la cita. La verdad es que este colorido pájaro, que pasa el invierno en el centro de África, que captura en vuelo grandes insectos y vuela con un sonoro reclamo, tiene todas las papeletas para gustar a cualquier persona con un mínimo de entendimiento. Desde mi escondite, a cierta distancia de un posadero y muy próximo a un pequeño talud en el que estaban empezando a excavar sus nidos, disfruté de lo lindo. Como siempre, estar en el centro de la acción sin ser descubierto es una satisfacción, y para hacerse una idea de la distancia a la que estaba he de decir que llegaron a capturar en vuelo algún abejorro al que yo era capaz de escuchar. Sin más preámbulos acompaño alguna de las varias fotografías que realicé:

Un abejaruco vigila cercano al talud
Intranquilo por un bulto extraño, un individuo vigila a la entrada del futuro nido

Mientras uno excava, otro revolotea en las proximidades
Descansando a la sombra en cercana compañía
Dos individuos miran cada uno para un lado
En algún momento el chopo estaba decorado por varios abejarucos
¿Caricia o picotazo?
Un estornino negro (Sturnus unicolor) observa con envidia el colorido plumaje.
En el vídeo siguiente se escucha el reclamo característico de los abejarucos 

Desde mi escondite también hubo varios verderones (Carduelis chloris) que se me pusieron a tiro. 

Verderón común macho
Ya en casa, revisando las fotografías, he descubierto que lo que yo creía un gorrión común posado en el chopo de los abejarucos, en realidad se trataba de un gorrión moruno (Passer hispaniolensis). Un tipo de gorrión poco frecuente en Santorcaz.


Mejillas blancas, capirote rojizo y estrías negras en el pecho delatan al gorrión moruno
Satisfecho con los abejarucos y con rigidez en el cuello por estar en una posición forzada, recuperé mi habitual costumbre de caminar a ver qué más deparaba la mañana. Nada más empezar, una bonita mariposa posó ante mi objetivo.

Glaucopsyche alexis, un licénido conocido como manchas verdes
Toda la mañana los cucos (Cuculus canorus) estuvieron muy cantarines, y acostumbrados a huir de los pájaros que los descubren mientras intentan endilgarles sus huevos, no tuvieron compasión conmigo y sólo pude fotografiar y grabar el canto de uno a cierta distancia.

Cuco cantando, con aspecto de jorobado.
En el vídeo siguiente se puede escuchar su conocido canto
Como en otras ocasiones, los trigueros (Emberiza calandra) son menos tímidos y posan más tranquilamente.

Triguero común con su grueso pico de granívoro
También algunos jilgueros (Carduelis carduelis) aguantaron lo suficiente como para ser fotografiados.
Jilgueros con su típica cara roja
Al volar mostró sus alas negras franjeadas de amarillo intenso
Para terminar, me dirigí a un arroyo y quedándome completamente quieto junto a un chopo, empezaron a desfilar a pocos metros una pareja de ánades reales o azulones (Anas platyrrynchos) mientras comían los microorganismos del fango.

Pareja de ánades reales, el macho arriba y la hembra abajo.

Desde mi posición también disfruté a placer de dos parejas de aguiluchos laguneros (Circus aeroginosus) que por un lado querían demostrarse amor eterno y a la vez mantener a la pareja contraria alejada de su territorio.

La hembra de aguilucho, abajo, se gira y muestra las garras al macho
El macho desde abajo, asciende en busca de la hembra
La hembra muestra su típico plumaje adulto: marrón oscuro con dorado en la cabeza
Desde abajo el macho se ve muy claro, salvo en el extremo de las alas
Desde arriba el macho muestra sus colores negro, gris y marrón.
De nuevo desde abajo se aprecia la típica silueta de aguilucho:
con las alas muy largas y estrechas y la cola también larga y estrecha
Ya el día anterior, el viernes, en compañía de un amigo en un corto paseo, había visto a tres de los aguiluchos y el talud de los abejarucos, por lo que iba a tiro hecho. Con él prácticamente tropezamos con una hembra de azulón con sus 10 patitos recién salidos del huevo. Como ya he comentado en otras entradas, el destrozo perpetrado en el arroyo ha eliminado mucha cobertura vegetal y esta pobre familia sólo pudo inmovilizarse y aplastarse contra el suelo para intentar no ser descubierta. Un par de fotos y continuamos tranquilamente nuestro camino, para no alargar el susto.

Petrificados, la hembra y sus diez crías, casi pasaron desapercibidos
El viernes por la tarde, con Lucía fui andando hasta Corpa, disfrutando del verdor de los campos.


Aspecto de los campos en abril
Descubrimos varios migrantes transaharianos, es decir, pájaros que pasan el invierno por debajo del desierto del Sahara y que ahora vuelven a sus lugares de reproducción.
Collalba gris (Oenanthe oenanthe)

Tarabilla norteña (Saxicola rubetra) con su típica ceja blanca
Parecida a la especie anterior, es la tarabilla común (Saxicola torquata), que al contrario que su prima, se la encuentra todo el año entre nosotros.

Las tarabillas comunes no tienen ceja blanca y en los machos la cabeza es muy contrastada
A pleno sol, los conejos (Oryctolagus cunniculus) tomaban su ensalada de cebada, sin miedo a los depredadores, pues no hay mejor compañía para detectarlos que las atentas e inteligentes urracas (Pica pica).

Mientras el conejo come cereal, la urraca busca insectos
Ya en Corpa nos dimos cuenta de que el ruinoso Palacio del Marqués de Mondéjar cobijaba una nutrida población de aves.

Pináculo del palacio con una tórtola turca (Streptopelia decaocto) y estorninos negros
Como algunas otras veces, acabo con una reflexión provocada por una fotografía:

Quemando los restos de poda de los olivos
En la era del conocimiento, televisión, medios de comunicación, internet, institutos de investigación, etc. ¿qué mueve a seguir mandando a la atmósfera parte de la riqueza que trabajosamente los olivos han extraído de un suelo no demasiado fértil? ¿No es más fácil permitir el retorno de los nutrientes al suelo, algo que gratuitamente hacen microorganismos y bacterias?

6 comentarios:

  1. Conozco tu blog José Luis, muy interesante. Y he de decirte que más de una vez lleno mis bolsillos de bellotas que entierro luego por ahi, no cuesta nada.
    Gracias por tu comentario!

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  2. ¡Alfredo, qué envidia me dan esos paseos tan llenos de vida que os dais! Espectaculares los abejarucos :)

    Besos, Irene

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    1. Gracias Irene! Es lo bueno de esta afición, un paseo siempre es una sorpresa.

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  3. Hola Alfredo,
    Muy interesante esta entrada y el resto de las entradas que tienes en el blog. Soy un gran amante de la naturaleza y me encanta fotografiar a todo tipo de "bichos" como reza el título de tu blog. Vivo en Alcalá y estoy muy interesado en fotografiar algunas de las especies que tienes en esta entrada y me gustaría que si no es ningún inconveniente para ti, nos pusiéramos en contacto de alguna manera. Creo que fue ayer cuando te mandé una solicitud de amistad por Facebook y así poder compartir contigo las imágenes que subo, algunas de ellas estoy seguro de que te gustarían.

    Muchas gracias por adelantado y por compartir tus paseos campestres.

    Saludos,
    Carlos García

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    1. Hola Carlos, muchas gracias por tus comentarios!!

      Efectivamente tus fotos me encantan, se ve que tienes buen ojo y equipo... Ya he aceptado la amistad de Facebook, así que si quieres nos contactamos por ahí.

      Ya nos veremos por Alcalá, que paro bastante por ahí los fines de semana.

      Un saludo!

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    2. Perfecto! Muchas gracias :-)

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