No dejamos de aprovechar cualquier rato que tenemos para dar un paseo por el monte, y aunque la lluvia lo ha puesto difícil este fin de semana, el domingo por la mañana nos lanzamos a los campos de Santorcaz. Era un día húmedo, fresco y gris y aunque fotográficamente no fue muy fructífero, ver una pareja de águilas reales (Áquilas chrysaetos) "marcando" el territorio siempre es gratificante.
Antes de eso, algunos pájaros nos entretuvieron el camino. Uno de los primeros fue un alcaudón real meridional (Lanius meridionalis) que con su vuelo rasante llamó mi atención.
Alcaudón meridional |
En las junqueras que bordean un arroyo, algunos pájaros compartieron posadero, como un colirrojo tizón (Phoenichruros ochruros) y una bisbita común (Anthus pratensis)
Bisbita a la izquierda y colirrojo a la derecha |
Pero como decía al comienzo, hicieron su aparición dos águilas reales adultas separadas por unos minutos. La primera cicleó un buen rato y la pude fotografiar testimonialmente con un fondo que no ayudaba mucho. La segunda, volaba en rápido asciendo y luego haciendo picados demostrativos de que ese era su territorio y todo bajo ellas, salvo perros, ganados y personas, pueden acabar en sus garras.
Águila batiendo las alas
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Menos espectaculares, pero también interesantes son los estorninos negros o tordos (Sturnus unicolor) que forman apretados bandos que pueden ejecutar movimientos sincronizados como si fuesen un banco de peces.
Estorninos posándose en una línea de alta tensión |
De vuelta a casa creí ver un erizo, pero de los que protegen las castañas. Sabiendo que en Santorcaz no hay castaños, me acerqué y comprobé que se trataba de la piel de un erizo de los de verdad (Erinaceus europaeus). Hubiese preferido verlo vivo, pero al menos estos encuentros certifican que siguen habitando entre nosotros.
Trozo de piel de erizo. |
Bienvenida sea esta lluvia primaveral, a ver si nos sigue dejando algún ratillo para bichear.
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