Esta semana hemos tenido la dualidad de una intensa jornada de SACRE (Seguimiento de Aves Comunes Reproductoras de España) frente a dos cortos paseos al atardecer por Santorcaz.
En el primer caso, el tener un tiempo determinado para hacer el conteo de aves, no ayuda a entretenerse mucho con la cámara de fotos. Tan sólo se puede destacar un par de fotos, una a un macho de sisón cantando a unos trescientos metros de distancia, con lo que la calidad de la foto es muy limitada.
Sisón (Tetrax tetrax) macho cantando en un barbecho |
La otra foto fue a una curiosa grajilla a la que vi entrar y salir de su nido en un pequeño talud junto a la carretera. Asustada, no pudo reprimir su curiosidad y asomarse a ver qué era lo que yo hacía. Al final, la tensión pudo con ella y se fue, al igual que yo, dejando su nido a salvo. Las grajillas antes criaban en la torre y murallas de Santorcaz, conociéndoselas como chovas.
Grajilla (Corvus monedula) asomándose entre cables, aisladores y hierros |
Y poco más que destacar, cuando llegamos a casa dos gatos se escondieron bajo el coche, lo que puso muy nerviosos a una pareja de colirrojos tizones que deben tener su nido cerca y que, más preocupados por los gatos, que por un humano y su cámara, me permitieron acercar lo suficiente como para tirar unas fotos.
Colirrojo tizón (Phoenicurus ochrurus) |
En cuanto a esos paseos cortos al atardecer, el viento del norte de estos días, no favoreció demasiado el avistamiento de aves. Todo lo más, hacer fotos de paisaje, salvo un alcaraván y su pollo que también puede detectar en un barbecho a mucha distancia. Estas curiosas aves, son crepusculares y muy difíciles de detectar con la vista, aunque sus alaridos al anochecer permiten saber si viven o no en una zona.
Alcaraván adulto (Burhinus oedicnemus) |
Estas aves reciben el nombre en Santorcaz de chorlitos, y en realidad pertenecen a la misma familia que ellos, aunque son de hábitats mucho más secos.
Dos alcaravanes, un pollo a la izquierda, y el adulto a la derecha |
Como dije al principio, el fuerte y frío viento sólo nos permitió disfrutar del paisaje y de la fotografía, ya que la luz dorada del anochecer y el viento que mecía el cereal creaba composiciones bastante bonitas.
Amapolas despuntan en la cebada. Al fondo pinares de "La Marina" |
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