jueves, 25 de abril de 2013

VALLE DEL JERTE: NO SÓLO CEREZOS


A veces los tópicos hacen que el atractivo de algunos lugares quede reducido a algo de lo que todo el mundo ha oído hablar, mientras que otros aspectos no tan conocidos de un lugar son más ignorados. Esto no tiene por qué ser malo, cuando lo que se busca es disfrutar de lugares tranquilos y apartados, que es lo que hemos hecho este fin de semana en el Valle del Jerte.

Comienzo del Valle del Jerte y Embalse de Plasencia 

En lugar de recorrer carreteras colapsadas por turistas que aparcan en las cunetas e invaden fincas de cultivo para fotografiarse junto a un bonito cerezo repleto de flores, unos buenos amigos con familia en El Torno nos prepararon una ruta en la que no nos cruzamos con nadie, cero personas, literalmente. 

A pesar de ser un grupo de 8 personas, hemos podido disfrutar de paisajes, flora y fauna en la plenitud que este invierno y comienzo de primavera tan lluviosa nos han dado. Vamos con el relato de lo acontecido.

La ruta comenzaba atravesando un precioso rebollar de Quercus pyrenaica plagado de multitud de diversas flores, botones de oro, jacintos silvestres, orquídeas, etc.
Bosque joven de rebollo o melojo

Orquídea silvestre (Orchis mascula)

Jacinto silvestre (Hyacinthoides sp.)

Botón de oro (Ranunculus sp.)

Como es obvio, esta diversidad de plantas y flores atrae a numerosos e interesantes insectos:

Mosca escorpión macho (Panorpa communis)

Mariposa arlequín hembra (Zerynthia rumina)

Araña cangrejo camuflada que ha capturado una presa

¿Philomorpha laciniatus?

En estos bosques había multitud de pajarillos moviéndose en follaje: currucas capirotadas, petirrojos, chochines, mosquiteros papialbos, trepadores, picos picapinos, agateadores, etc. Pero el único al que pude fotografiar decentemente fue a este carbonero común (Parus major) que proclamaba a los cuatro vientos que ése era su territorio.

Carbonero común macho (lista negra del pecho ancha y cantando)

También sobrevuelan el bosque algunas rapaces como el ratonero común.

Ratonero común (Buteo buteo)

Finalmente llegamos a la cresta que delimita el valle, donde existen afloramientos rocosos en los que instalan sus nidos aves rupícolas. En concreto disfrutamos enormemente con el vuelo de buitres, cigüeñas negras, halcones peregrinos, cernícalos, cuervos, etc. El lugar exacto no lo desvelaré, puesto que la reproducción de varias especies sensibles, recomienda el mantenimiento de la mayor tranquilidad posible.

Buitre leonado (Gyps fulvus) joven posado sobre una roca

Buitre leonado adulto en vuelo

Buitre leonado con la Sierra de Candelario al fondo
Cigüeña negra (Ciconia nigra)

Pareja de cigüeñas negras

Cigüeña negra con la Sierra de Candelario al fondo

Cernícalo vulgar hembra (Falco tinnunculus)

Cuervo (Corvus corax)

Pero no sólo en las rocas viven grandes aves, sino que en sus múltiples grietas, medran los reptiles:

Salamanquesa común o "santorrostro" (Tarentola mauritanica)

Lagartija colilarga (Psammodromus algirus)

Lagartija cenicienta (Psammodromus hispanicus)

El domingo también dimos algún corto paseo para disfrutar de las muchas gargantas por las que las escandalosas aguas descienden desde las cumbres hasta el Jerte.


Aquí la gente era más numerosa, pero también fue posible ver rapaces como águilas culebreras y calzadas.

Águila calzada de forma oscura (Hieraaetus pennata)

Y como pudiera parecer que en vez de en el Jerte estuviésemos en Monfragüe, dejo para el final,  alguna foto de los archiconocidos cerezos en flor del Jerte. 


martes, 16 de abril de 2013

Cuenca: piedra, pinos y buitres.

Este soleadísimo fin de semana hemos estado por la Alcarria y Serranía de Cuenca, un lugar no demasiado conocido, pero con infinitas posibilidades. La base de operaciones ha sido el albergue (Albergue Mirador de Castillejo) de unos amigos que está en Castillejo del Romeral, a media hora de Cuenca. En un bonito y tranquilo pueblo, este albergue se gestiona con cariño y mucho mimo, y eso se nota en el dormir y en el comer. Como digo, no sólo dan cobijo, sino que tras desayunar queso de cabra ecológico, lavarte con jabón artesanal, y hacer alguna ruta para descubrir la naturaleza circundante, van y te reciben con una cerveza casera con croquetas, todo ello producido por personas que valoran y revitalizan el lugar en el que viven.

Pero no fuimos a Cuenca sólo a comer, también anduvimos un poco, así que voy con lo que vimos.

Ruta de la Laguna de Uña, el Escalerón y La Raya


Junto a la Laguna de Uña, en el municipio del mismo nombre, nace esta interesante ruta, en la que se puede disfrutar de un paisaje magnífico. 


Esta laguna se encuentra rodeada de una imponente hoz caliza, con laderas de bosque mixto de quejigos y pinos negrales, sobre la que se elevan farallones rocosos de formas caprichosas, y es que en Cuenca, las rocas adoptan formas extrañas, y Uña no iba ser menos.

¿No parece haber una cara de perfil?

En las laderas, a la sombra de los quejigos se pueden observar pequeñas y vistosas flores que aprovechan el principio de la primavera para florecer, cuando algunos árboles aún no tienen sus hojas.

Anémona (Anemone hepatica)

Durante el recorrido, una interesante comunidad de aves rupícolas sobrevuelan en todo momento nuestras cabezas, destacándose entre todas, el majestuoso vuelo del buitre leonado (Gyps fulvus). Además habitan avión roquero, vencejo real, chova piquirroja y otras rapaces, que no vimos ese día, cómo águila real y perdicera, halcón peregrino y alimoche. En cambio sí que vimos otras rapaces forestales, como gavilán, águila calzada y milano negro.






Antes de llegar al final de la hoz, comienza el ascenso para alcanzar el nivel culminante, y una vez arriba, la senda rodea la hoz dejando el acantilado a la izquierda, pero siempre a escasa distancia, con lo que las vistas son impresionantes.

Laguna de Uña al fondo

Escarpe que rodea la Laguna y por el que discurre la senda

Gracias a la altura alcanzada, las aves se encuentran "al alcance de la mano" y con un poco de paciencia, se puede fotografiar al rapidísimo vencejo real (Tachymarptis melba), el mayor vencejo ibérico, que acaba de llegar a estar tierras.



Para descender, hay que encontrar la Raya, zona encajonada entre la roca que conecta con un resalte horizontal del farallón hasta donde la ladera tiene la suficiente pendiente como para bajar a pie.



En este ambiente rocoso y soleado los reptiles también hacen acto de presencia y no podía faltar esta lagartija roquera (Podarcis muralis), asoleándose mientras me vigilaba de cerca.


La ruta la terminamos tomando un refresco en Uña, y ¡más tarde de lo que pensábamos! pues aunque no supera los 14 km, frecuentes paradas, toma de fotos, comilonas y algún sesteo, nos hizo superar el tiempo estimado. No obstante mereció la pena disfrutar de este lugar, y nos queda en la agenda próximas visitas a otros lugares también prometedores.

Castillejo del Romeral


Al día siguiente dimos un paseo por Castillejo del Romeral, centro de nuestras operaciones, pueblo cobijado tras unos farallones calizos, y rodeado de un mosaico de cultivos, monte bajo, pinares y encinares que crean un ecosistema rico y muy diverso.


La animada charla provocada por la buena compañía, no favorece el avistamiento de aves u otros animales, ¡para esto habrá más días!, pero sin embargo, fue imposible no reparar, y capturar, uno de los verdes más intensos que las lluvias de semanas anteriores y el sol de ese día nos deparó. 






martes, 9 de abril de 2013

Primavera y heladas


Aunque la primavera lleva con nosotros más de dos semanas, este fin de semana en Santorcaz se han producido heladas y el tiempo ha sido bastante frío. 




Este tiempo de transición invierno-primavera produce que las aves migratorias estén en pleno movimiento, y por tanto aumentando la diversidad de aves en Santorcaz. Entre el sábado y domingo he podido detectar más de 40 especies diferentes.

El sábado por la mañana, sin haber salido del pueblo aún, nos sobrevolaron dos milanos reales (Milvus milvus), rapaz mediana que no cría en Santorcaz, ya que sólo se la detecta en invierno o en paso.

Milano real en el que destaca la fuerte escotadura de la cola
y "las ventanas" claras en las alas

Milano real con la cola desplegada


Ya fuera del pueblo, por el camino hacia Pezuela, pudimos ver otras aves de paso, como bisbitas comunes o collalbas grises. Entre las que sí crían en Santorcaz, y que más llamó la atención fueron las calandrias (Melanocorypha calandra), con sus espectaculares cantos. Esta pequeña ave, que vive en zonas de cultivos de cereal, se eleva en el cielo hasta casi perderse de vista mientras imita el canto de muchas aves. En Santorcaz las calandrias casi siempre copian el canto del jilguero, la golondrina, el triguero y el cernícalo.

Calandria en la que se observa las partes inferiores de las alas negras,
con borde terminal blanco y  mancha negra en el cuello

Al día siguiente, con menos frío y por la zona de monte, pude detectar más signos de la primavera, como el canto del cuco o la llegada de migrantes transharianos como la curruca carrasqueña o el colirrojo real.

Sin embargo, de nuevo lo más espectacular fue la llegada de las dos águilas más comunes de Santorcaz, el águila culebrera (Circaetus gallicus) y el águila calzada (Hieraaetus pennatus). 

Águila calzada de fase clara: pecho y coberteras del ala casi blancas,
y plumas terciarias, secundarias y primarias negras.

Águila culebrera: destacan por su tamaño grande y partes blancas,
 salvo un capuchón oscuro en algunos individuos.

Por último, anotar también, la gracia de los pequeños mitos (Aegithalus caudatus) que con nerviosos movimientos, pero confiados ante mi presencia, se colgaban de las ramas en búsqueda de pequeños insectos. Sólo de 8 a 11 gramos pesa este pajarillo que hace su nido en forma de bola con musgo y telas de araña.




martes, 2 de abril de 2013

Sierra de Grazalema



Ruta del Pinsapar


Como quien tienta a la suerte, estos días de fiesta hemos estado en la zona más lluviosa de la Península Ibérica: la Sierra de Grazalema, en Cádiz. Su posición entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, hace que las cumbres de esta sierra supongan una barrera a los vientos húmedo marinos, y en su ascenso por salvar su relieve, se enfríen y condense el agua que transportan en forma de lluvia o nieve. De hecho, lo pudimos observar perfectamente, ya que un fuerte viento apelotonaba las nubes sin permitirnos ver más allá de unos metros en algunos momentos.





Estas condiciones de humedad han permitido la permanencia de formaciones vegetales muy singulares, entre la que destaca la existencia de un tipo de abeto, el pinsapo (Abies pinsapo). Se trata de un árbol que cabría encontrar en latitudes más norteñas, pero que tras las últimas glaciaciones, encontró refugio en la ladera norte de esta sierra.



Para acceder a este pequeño bosque, es necesario pedir una autorización a la Junta de Andalucía, y creo que gracias a las malas perspectivas metereológicas, pudimos encontrar un hueco. 



Tras un fuerte ascenso se alcanza la ladera norte en la que continúa la senda; lo que al principio son ejemplares sueltos, se convierte en una formación cerrada de pinsapos, donde la luz casi no puede abrirse paso.





Entre los pinsapos, algunos añosos quejigos consiguen habitar, eso sí cubiertos de gran cantidad de musgos y líquenes.



En cuanto a la fauna, no es fácil avistarla en zonas tan tupidas. Nos sorprendió, un macho joven de cabra montés (Capra pyrenaica hispanica) que nos asustó en medio de la senda y que se detuvo a observarnos un rato a unos pocos metros.



También pudimos fotografiar a uno de los numerosos pajarillos que amenizaba el paseo, el petirrojo (Erithacus rubecula), que cada pocos metros cantaba junto a especies como mirlos, carboneros, herrerillos, agateadores, chochines, currucas capirotadas, etc.



Cuando las animales grandes no aparecen, siempre queda la opción de mirar al suelo, donde uno puede encontrar cosas tan interesantes como este llamativo ácaro del que desconozco su nombre.



Ruta del Río Majaceite


Después de helarnos de frío al comer en las alturas, iniciamos la ruta del río Majaceite, que discurre entre Benamahoma y El Bosque. Se trata de un curso de montaña encajado y bordeado de una densa vegetación de ribera y mediterránea.



Al comienzo de la ruta, sobre el pueblo de Benamahoma, pudimos ver tres águilas calzadas (Hieraetus pennatus) que frente el cielo plomizo no mostraban todo su esplendor.



Aquí tampoco la fauna fue fácil de observar, pero en cambio sí se podían ver numerosas especies de flora, algunas con llamativas flores.




Varias especies de orquídeas mostraban sus complicadas flores, que imitan la forma de insectos para atraerlos y polinizarlas




  


Por último, destacar que incluso las humildes higueras mostraban sus primeros brotes como si de llamaradas verdes se tratasen