De vuelta en Santorcaz para inaugurar el verano, he podido fotografiar algunos habitantes, que aún no habían pasado por este blog: un erizo, un azor y un rascón.
El primero de ellos apareció pronto, y es que el viernes por la noche, en un corto paseo por las calles del pueblo nos apareció un gran erizo (Erinaceus europaeus). Le delató el ruido que hizo al rozar una botella de plástico porque en la oscuridad de la noche no le habríamos encontrado. Al vernos tan cerca se hizo una bola, y aguantó estoicamente las fotos que le hicimos con el móvil hasta que le dejamos en paz. Nos dio mucha alegría encontrarnos a este simpático insectívoro, ya que tristemente es más habitual verlo atropellado en las cunetas.
Parte ventral del erizo, aunque hecho una bola |
El sábado siguiente madrugué y me fui solo con la fresca. Sin salir del pueblo pude ver un grupito de piquituertos comunes (Loxia curvirostra) que desde los pinos que hay bajo las almenas de la iglesia, se posaron un instante en un ciprés. Pocos pinos hay en Santorcaz, pero no dejan de aprovechar sus piñones.
Piquituerto, con su pico recurvado. Probablemente un macho por el tono rojizo de su plumaje |
Ya en el campo, debí pasar muy cerca de un nido de alcaudón común (Lanius senator), pues una pareja de adultos me hizo "frente" llamando la atención con sus regañantes reclamos y el movimiento de sus colas.
Uno de los alcaudones que no huyó, y chirriando y agitando la cola, daba la alerta a su familia. En el vídeo siguiente se puede escuchar |
Y es que en esta época hay muchos jovenzuelos que proteger y alimentar, como hacía este pardillo (Carduelis cannabina) común con sus crías.
Un pardillo macho se prepara para alimentar a su cría |
Rápidamente aparece un hermano que también quiere su parte |
Más adelante me topé con un grupo de nerviosos mitos (Aegithalus caudatus).
Desde un quejigo, un curioso mito me observa |
Otro individuo, también se detiene a mirarme, en este caso se trata de un juvenil |
También pude escuchar un canto que llamó mi atención, y con los prismáticos divisé al cantante: un escribano montesino (Emberiza cia), que lo hacía desde un olivo.
Con su triple línea negra e la cabeza, cuando se consigue descubrir a un macho, son inconfundibles |
Y al rato llegó una de las sorpresas del día, y es que levanté dos azores (Accipiter gentilis), uno de ellos adulto con una tórtola entre sus garras, y el otro un juvenil de este año. Obviamente estaba en su territorio de cría y opté por esconderme y quedarme quieto. Al rato empezaron a chillar los adultos, seguramente para dar la alarma a sus crías y que se mantuviesen ocultas. Busqué al chillón y tras fotografiar y grabar unos instantes me fui, para dejarlos tranquilos.
Aún medio oculto entre la vegetación, se puede disfrutar de la belleza de su mirada. En el vídeo siguiente se puede escuchar perfectamente su reclamo de alerta |
La verdad es que como estaba oculto, también se me puso a tiro un mosquitero papialbo (Phylloscopus bonelli).
Mosquitero papialbo picando insectos de un majuelo |
Luego ya empezó a apretar el calor, y la cosa estuvo más calmada, aunque siempre se pueden descubrir cosas interesantes.
Camisa de culebra de escalera (Elaphe escalaris) |
Abejorro (Bombus lucorum), con las bolsas de su patas repletas de polen |
Medioluto ibérica (Melanargia lachesis) |
Mediolutos ibéricas copulando |
Ya enfilando para el pueblo, al cruzar el arroyo de la Dehesa sorprendí a un par de rascones europeos (Rallus aquaticus). Un incauto juvenil se acercó lo suficiente para poder sacarle una foto testimonial.
Rascón cruzando el arroyo al percatarse de mi presencia |
Y aquí acabo, habrá que seguir madrugando para ver tantas cosas...