domingo, 2 de noviembre de 2014

COLIRROJOS TIZONES, GRULLAS Y MANTIS

Hacía varias semanas que no nos acercábamos a Santorcaz y en este sábado de buen tiempo, pudimos sacar un par de horas para dar un paseo por el campo. La verdad es que se hace raro pasear en noviembre en manga corta y pisando polvo, pero esto permite ver aves invernantes como zorzales y bisbitas, a la vez que algunos insectos que aún se mantienen por el calor.

En seguida comprobamos lo segundo, y varias mariposas revoloteaban por las escasas plantas que aún ofrecen flores con néctar.

Colias crocea o mariposa amarilla libando en las flores de Hyssopus officinalis
Lo que más me llamó la atención fue la abundancia de colirrojos tizones (Phoenicurus ochruros). Debe ser que algunas aves norteñas se han venido al sur para pasar el invierno con algo más de calor.

De espaldas, se observa perfectamente la cola color teja en los extremos y negra en el centro 
De lado en un majuelo, también muestra la base de la cola de color rojizo
Haciendo ese viaje hacia el sur iba un pequeño grupo de grullas (Grus grus), a las que tras escuchar su trompeteo, y levantando la vista, pudimos ver. Eran siete individuos volando en formación a una relativa baja altura.

Grullas en formación
No tuve buena suerte en fotografiar a un azor adulto acosando a otro juvenil, que sólo pudo evitar sus ataques con piruetas increíbles, así que me tuve que conformar con fotografiar a otro depredador, aunque de menor alcurnia: 

Mantis religiosa o cerbatana, en este caso de color pardo
Detalle de sus pinzas, armadas con púas con las que captura a sus presas
Detalle de sus "antebrazos" que cuentan con unos ocelos que pueden asustar a otros pequeños depredadores al parecer dos ojos grandes.
Detalle de la cabeza, con dos grandes ojos compuestos para detectar a sus presas

Tras el paseo y con buena gana, dimos cuenta de un buen plato de migas caseras al que fuimos invitados ¡así da gusto volver al pueblo! 

lunes, 27 de octubre de 2014

TRAS EL LINCE EN ANDÚJAR

Antes de bajar a Sevilla a ver a la familia, esta semana hemos hecho una parada en la Sierra de Andújar. El objetivo era intentar ver algún lince ibérico en uno de los dos santuarios que le quedan en la Península Ibérica, el otro es Doñana. No hemos tenido suerte y es que no es la mejor época del año, ni este año ha sido bueno para el lince, porque el conejo ha sufrido el rebrote de las enfermedades que lo diezman. No obstante, encontrarse en el corazón de una de las zonas de monte mediterráneo más extensa y mejor conservada en plena berrea siempre es digno de contar.

Las dos jornadas que pasamos siempre empezaron temprano cuando el sol aún no asomaba por el horizonte.



En seguida el sol comenzaba iluminando las cumbres de esta serranía, con el Santuario de la Virgen de La Cabeza en lo más alto.


Poco a poco se iluminaban los pequeños altozanos y las copas de las encinas y alcornoques que los cubren.


Con esta media luz, son los sonidos los que llenan el monte. En esta finca en concreto, los abundantes ciervos proclamaban con su berrea su masculinidad. En otras eran los gamos los que hacían lo propio, con su ronca.


(¡Encended los altavoces!)

Ya con todo este escenario iluminado, conocido como La Lancha, se podía empezar a fotografiar a muchos de sus habitantes, aunque a mucha distancia.


Área de La Lancha a plena Luz


Como dije, los más abundantes fueron los ciervos (Cervus elaphus) que además también nos encontramos junto a las pistas que surcan el Parque Natural y sus alrededores. Además de ciervos, entre los mamíferos, vimos muflones (Ovis musimon), gamos (Dama dama), jabalíes (Sus scrofa) y conejos (Oryctolagus cunniculus).

Junto a una zona recreativa, una hembra nos vigilaba a escasos metros
Sin miedo a nuestra presencia decide echarse a rumiar, eso sí, interponiéndose entre su cría ya crecida y nosotros.
Un pequeño harén de hembras esperan en un cortafuegos
Un macho las vigila de cerca
Junto a una pista, un cervatillo joven busca a su madre con la mirada
Muflón macho, con el cuello dañado que prácticamente le impedía caminar. Probablemente se debiese por una lesión producida en un combate contra otro macho.
Al día siguiente, el mismo individuo, prácticamente no se había movido y continuaba con la cabeza gacha. Las curiosas urracas se acercaron a ver qué pasaba.
Dos jabalíes se pelean tras una encina
Dos conejos, especie clave para el lince y otros depredadores

En esta zona también las grandes rapaces fueron protagonistas:


Buitre leonado (Gyps fulvus)
Buitre negro (Aegypus monachus)
Águila imperial ibérica juvenil (Aquila adalberti)

Cansados de esperar un lince que no aparecía, y sofocados por casi unos 30ºC a la sombra, decidimos movernos un poco para conocer otras zonas del parque. Junto a la presa del Jándula descubrimos otra especie de ungulado, la cabra montés (Capra pyrenaica).

Embalse del Jándula
Presa del Jándula, finalizada en 1931
Cabra montés en el cantil a escasos metros de la presa
Una de las tardes fuimos al embalse de El Encinarejo, y allí nos entretuvimos con algunos nuevos protagonistas, así como con un ciervo bañándose en barro.

Junto a la orilla, un venado se restriega en el barro
Tras su baño, se retiró a la vegetación
Un grupo de cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo) toma el sol
A orillas del Jándula, las garzas reales (Ardea cinerea) se apostaban para pescar

Desde los propios caminos y pistas también pudimos fotografiar a algunos protagonistas sin bajar del coche.

Grupo de perdices rojas (Alectoris rufa)
Un imponente toro bravo, nos miró desde el otro lado de una valla, para luego salir huyendo
Los inquietos rabilargos (Cyanopica cyanus) sólo se dejaban fotografiar desde muy lejos
Para los botánicos, la zona también tiene un alto interés, y en esta época árboles y arbustos ofrecían una abundante y colorida cosecha.

Frutos de laurel (Laurus nobilis)
Frutos de lentisco (Pistacia lentiscus)
Madroños (Arbutus unedo)

Volveremos seguramente a intentar encontrar al escaso lince, que tras casi tocar fondo parecía recuperarse, aunque este año ya han muerto por causas humanas más de 20 individuos, de una población algo menor de 400.

domingo, 19 de octubre de 2014

PUERTO DEL CARDOSO, CHICHARRAS, SETAS, LAGARTIJAS...

La luminosa mañana con que empezó el sábado, hizo que nos decidiésemos a salir a la "sierra", esa sierra a la que hordas de madrileños se lanzan los fines de semana, y a las que ahora que paramos menos por Santorcaz, nos uniremos más a menudo. El destino elegido fue el Puerto del Cardoso, en la Sierra del Rincón.

Aunque el día era primaveral, las gentes llenas de cestas de mimbre, nos recordaron que estábamos en otoño, y en seguida, a la sombra de los pinares, comprobamos que las lluvias de días atrás habían hecho brotar cientos de setas.

Un grupo de Amanita muscaria adorna el bosque
Pequeñas setas crecían por doquier
Otras con forma globosa, probablemente del género Lycoperdon
Ascendimos hacia zonas más rocosas y despejadas de árboles, donde descubrimos que era un día de hiperactividad para unos curiosos insectos. Se trata de unas chicharras de piornal llamadas Lluciapomares stalli. Estos saltamontes han perdido las alas y han engrosado sus cuerpos para sobrevivir en los lugares ventosos y expuestos en los que habitan ¡Para qué volar, si el viento te puede arrastrar! Vimos muchos ejemplares, y pudimos comprobar las diferencias entre machos y hembras, e incluso escuchamos cómo aquéllos cantaban para atraer a éstas.

Macho de Lluciapomares stalli
Detalle de las alas atrofiadas, que frota entre ellas para cantar y atraer a las hembras, fenómeno llamado estridulación
Desde atrás se comprueba cómo las alas atrofiadas quedan protegidas por el pronoto
Hembra de la misma especie, sin alas pues no estridula y con un enorme ovopositor
Detalle del ovopositor, que entierra en el suelo para depositar los huevos
 Ya que estábamos con saltamontes, me entretuve en fotografiar algunas especies más.

Saltamontes que al volar, mostraba sus alas rojas
En esta especie, Oedipoda caerulescens, las alas son azules
Después de la ascensión paramos a comer, y la verdad es que no hay tarjeta black que pueda pagar por tomarse unas croquetas caseras con pisto ecológico, con las vistas que se nos ofrecían.

Al fondo valle por el que discurre el joven río Jarama
Desde nuestro balcón, podíamos ver perfectamente los numerosos grupos de piquituertos comunes (Loxia curvirostra) que volaban entre las copas de los pinos.

Piquituerto hembra, de colores verdosos, al contrario que los machos adultos, que son rojizos
Entre las piedras, también las lagartijas roqueras (Podarcis muralis) disfrutaban del sol y de las vistas.

Lagartija roquera, probablemente hembra
Macho de lagartija roquera, con la cola regenerándose tras una amputación
Tras un poco de reposo nos encaminamos a los bosques, y aunque muy cerca del famosísimo Hayedo de Montejo, nos deleitamos con pinares de pinos silvestres y otros árboles de montaña.

Abedul al borde de un arroyo
Acebo con la Sierra de La Hiruela al fondo
Cerezo silvestre (Prunus avium) de otoñada entre rebollos (Quercus pyrenaica)
En el suelo, allí donde hacía el sol, verdes cicindelas buscaban a sus presas y sobre nuestras cabezas, los buitres leonados (Gyps fulvus), buscaban sus carroñas.

Cicindela maroccana?
Buitre leonado planeando
En definitiva, un estupendo día serrano con los que probablemente sean los últimos calores del otoño.