Por motivos familiares, este fin de semana hemos estado en Sevilla y durante una mañana estuvimos paseando y disfrutando por la margen izquierda del antiguo cauce del Guadalquivir y el Parque del Alamillo. Se trata éste de un bonito parque que contiene zonas con vegetación mediterránea, naranjales y estanques que atraen a una gran diversidad de especies. Como sus habitantes son urbanos, tienen más capacidad de aguante ante el ser humano, lo que facilita la toma de fotografías.
Probablemente el más espectacular de los habitantes que descubrimos ese día fue un martín pescador (Alcedo atthis). Son los martines unas avecillas tímidas que a la menor molestia en seguida salen disparadas volando sobre la lámina de agua, dejando al espectador únicamente con un brillo azul cobalto en su retina. Pero este ejemplar estaba muy aquerenciado en una zona de aguas someras y transparentes, donde, ante las perturbaciones de los viandantes, simplemente cambiaba de percha desde la que observar y capturar pequeños pececillos.
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Martín pescador macho por tener el pico completamente negro |
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El mismo martín en una percha diferente |
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Vista frontal |
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En esta imagen se aprecia lo confiado que fue este ejemplar |
En esa misma zona de aguas someras y algo de vegetación palustre también se zambullía un gracioso zampullín chico (Tachybaptus ruficollis), que entre inmersión e inmersión miraba de reojo a posibles molestias.
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Zampullín chico adulto |
Nunca está de más mirar de reojo, porque incluso en los parques, las águilas calzadas (Hieraetus pennatus) acechan a cualquier despistado. Esta especie es estival en la mayor parte de Europa, pero allí en el sur algunos ejemplares se quedan durante todo el invierno, aunque también es posible que fuese un ejemplar retornando a su zona de cría.
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Águila calzada de fase oscura |
También estivales en Europa son las abubillas (Upupa epops) aunque es verdad que en zonas del sur y oeste de la Península Ibérica se las ve durante todo el invierno.
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Abubilla relajada con la cresta recogida |
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Abubilla acicalándose el plumaje |
Como se puede ver en la segunda foto, la abubilla estaba tranquilamente posada en un pino piñonero, atusándose el plumaje, aspecto de vital importancia para el vuelo de las aves y para su supervivencia. No fue la única especie que, o bien aciclándose, o bien bañándose, cuidaba de sus plumas.
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Gallineta (Gallinula chloropus) atusándose el plumaje |
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El mismo individuo en estado de alerta |
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Un grupo de gorriones comunes (Passer domesticus) se bañan en el Guadalquivir |
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Ánade real o azulón (Anas platyrynchos) colocándose el plumaje |
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El mismo individuo en pleno baño |
El ave de las dos imágenes anteriores es un ánade real, que en condiciones normales presenta el siguiente aspecto.
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Ánade real macho con el plumaje típico |
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Pareja de ánades reales en que el macho presenta un plumaje raro, sin el collar blanco del cuello y la mancha rojiza en el pecho, lo que sugiere un individuo hibridado con un ejemplar doméstico. |
En la lámina de agua del río, también había algunas aves más, tanto autóctonas como alóctonas.
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Focha común (Fulica atra) con un curioso reflejo en el agua de los tirantes del Puente del Alamillo |
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Ánsar común o ganso (Anser anser) quizás de origen doméstico |
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Pato criollo (Cairina moschata), especie de América tropical |
Este último pato, no fue la única especie alóctona del día pues, con cierto descaro, también las cotorras de Kramer (Psittacula krameri) se detenían a vigilar a los paseantes.
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Cotorra de Kramer, especie del Sur de Asia y centro de África |
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Detalle que muestra la curiosidad de estas cotorras |
De manera natural, aunque su nombre nos confunda, han llegado y se han establecido por toda la península las tórtolas turcas (Streptopelia decaocto)
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Tórtola turca alerta |
También se dejaron ver algunos pájaros, que no pueden llamarse acuáticos, pero que sí frecuentan las orillas de ríos y prados encharcados.
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Lavandera boyera (Motacilla flava) probablemente de la subespecie nominal con origen el centro de Europa |
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Lavandera cascadeña (Motacilla cinerea) |
En casa descubrí que este ejemplar tenía amputados todos los dedos de una pata y tenía un callo en su lugar, que a pesar de suponerle una cojera, no parecía que le impidiese conseguir alimento.
Similar a estas especies es la lavandera blanca (Motacilla alba) que también busca insectos en las praderas de césped o zonas abiertas.
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Lavandera blanca |
El que es un verdadero especialista en buscar alimento en el césped es el mirlo (Turdus merula) que desentierra lombrices en el suelo húmedo.
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Mirlo macho |
Fueron muchos más los pájaros que vimos ese sábado (carboneros, herrerillos, jilgueros, verderones, verdecillos, pinzones, currucas, bisbitas, etc.) pero ya sólo se dejaron fotografiar un colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) junto a la Torre del Oro, que seguro nidifica entre los huecos de las piedras, y varios mosquiteros comunes (Phylloscopus collybita) que capturaban insectos en vuelo, en el suelo y en el aire.
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Colirrojo tizón |
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Un mosquitero busca insectos en el suelo |
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Este mosquitero prefiere capturar insectos en vuelo acechando desde un cable |
También entre agujeros y piedras descubrimos habitantes no emplumados: ratas.
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Rata parda (Rattus norvegicus) |
Ya el domingo, en otro agradable paseo familiar por Camas el espectáculo aéreo lo pusieron las evoluciones de palomos de un club colombófilo.
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Palomos en plena persecución |