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lunes, 8 de diciembre de 2014

PICOGORDOS, GAVIOTAS Y BISBITAS

Llevamos alguna semana sin salir al campo, y para un día que nos decidimos, va y hace un frío que pela... y lo peor no fue el frío, ¡sino el viento! Pero es diciembre, no se puede pedir más y aún así el sábado vimos alguna cosa curiosa que vengo ahora a contar.

Supongamos que tenemos que partir el hueso de una aceituna o de una cereza para comer la semilla que protege la cáscara. Si no tuviésemos herramientas, probablemente perderíamos alguna muela en el intento, y por eso sorprende que un pájaro poco más grande que un gorrión sea capaz de tal proeza: el picogordo (Coccothraustes coccothraustes). Y aunque llama la atención el potente y afilado pico que tiene, y que dispone de estrías para que no resbalen los frutos, lo más espectacular de este pajarote es su cuello y cabezota Ésta alberga los potentes músculos capaces de ejercer una presión de hasta 80 kg sobre una semilla. Ni Fernando Alonso tiene un cuello tan poderoso.

Picogordo sobre un almendro 
Parcialmente de espaldas, se aprecian las franjas negras y blancas de las alas,
observables en vuelo

Pocos más pájaros se atrevieron a posar para las fotos por el viento, aunque ese viento también trajo a unas gaviotas sombrías (Larus fuscus) a Santorcaz. No hay mares o embalses, cerca del pueblo, pero en este mundo tan humanizado, el cercano vertedero de Alcalá de Henares es un gran supermercado de desperdicios al que milanos, cigüeñas y gaviotas no faltan.

Gaviotas sombrías, la de la parte inferior, un adulto como muestran sus partes grises y blancas en lugar de parduzcas
En esta imagen también se aprecia que sólo un individuo es adulto
Para devolvernos a la realidad de la avifauna de un frío páramo alcarreño, en lugar de un cálida costa mediterránea, al final nos entretuvimos con una bisbita común (Anthus pratensis) que escarbaba en la cuneta de un camino. Hasta que no dejen de verse estos pájaros por Santorcaz, no podremos decir que el calor ha vuelto... pero mientras, disfrutaremos con ellos.

Muy estirado esta bisbita nos observó para luego ser picoteando aquí y allá

lunes, 10 de febrero de 2014

Madrid Río... y frío II

El mal tiempo reinante hace que nos mantengamos en Madrid, y como hay pocas ventanas de buen tiempo entre tanta ciclogénesis explosiva, no hemos podido ir a pajarear muy lejos este fin de semana. Un par de horas sin lluvia por la tarde del sábado, y tener Madrid Río a tiro de metro, nos animó a acercarnos a ver si poco a poco aprendo de gaviotas. Son dos especies de gaviotas las que en gran número pueden verse en invierno en Madrid, pero entre tanta gaviota, los ojos expertos son capaces de encontrar especies americanas, estrictamente marinas o septentrionales que arrastradas por las tormentas se refugian en el interior. 


Decenas de gaviotas descansan en el Manzanares...
...mientras varios miles cruzan Madrid hacia los embalses donde duermen.
No soy un experto en gaviotas, así que sólo mostraré las especies más frecuentes a ver si aprendiéndomelas bien, empiezo a distinguir a las que se salgan de la norma.

Una de las más frecuentes es la gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus), que es de pequeño tamaño. En 2009, alrededor de 65.000 individuos invernaron en Madrid, casi tantas como Cataluña, que cuenta con cientos de kilómetros de costa y humedales como el Delta del Ebro.

Gaviota reidora con plumaje virando al estival: cabeza negra 
Reidora adulta con plumaje aún invernal:
cabeza blanca con mancha negra detrás del ojo
Reidora adulta levantando en vuelo
Reidoras adultas en vuelo con plumaje invernal típico
Las reidoras juveniles se diferencian de las adultas por las manchas oscuras en las alas
La otra especie abundante en Madrid en invierno es de mayor tamaño: la gavota sombría (Larus fuscus). Su población es similar a la anterior: algo más de 66.000 en 2009, aproximadamente las mismas que en la provincia de Málaga.

Grupo de gaviotas sombrías con diferentes plumajes
Sombría con el plumaje y pico de adulto típico
Sombría probablemente de tercer invierno, parecido a una adulta
 pero con pico oscuro y manchas por el cuello
Sombría probablemente de segundo invierno con más manchas por el cuello 
y las alas alimentándose de una carpa muerta
Sombría de primer invierno con el cuerpo completamente a manchas
Como digo, no estoy muy familiarizado con las gaviotas, así que si algún experto pude corregirme con algún comentario, será bienvenido.
Otras aves acuáticas acompañan a tanta gaviota. Algunas son aves principalmente marinas pero que el invierno lo pasan en el interior: los cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo).


Grupo de cormoranes grandes descansando
Cormorán con plumaje de cortejo: nuca y "muslo" blanco
Cormorán con plumaje adulto no nupcial: completamente negro
Con reminiscencias menos marinas están las pollas de agua (Gallinula chloropus) y los ánades reales (Anas platyrhynchos).


Polla de agua o gallineta buscando alimento entre las hierbas
Azulón macho con su cuello verde y pechuga castaña
No fuimos los únicos que miraban y fotografiaban a las aves acuáticas del Manzanares y pareció que hasta las palomas (Columba livia) se contagiaron y se asomaban a mirar a las gaviotas.

Palomas asomándose al río
Pues esta es la crónica de la tarde, la noche y la lluvia nos hizo que regresásemos pronto y allí quedó Madrid Río, un lugar cuanto menos curioso en el que se mezclan puentes churriguerescos como el de Toledo y churros como el puente de Perrault.

Puente de Perrault en primer término y el de Toledo al fondo

domingo, 24 de febrero de 2013

Madrid Río... y frío

El temporal de frío que llegó la noche del viernes, ha hecho que nos quedemos este fin de semana en Madrid, pero no en casa. Este domingo hemos ido a pasear por Madrid Río, el nombre pijo del río Manzanares en la ciudad de Madrid. Entre Legazpi y el Calderón hay multitud de gaviotas y, a veces, se descubren especies raras, de hecho el año pasado vimos una Gaviota de Delaware, una especie americana.

Las gaviotas no se me dan bien, y sin ayuda o con un ejemplar muy evidente, no soy capaz de descubrir estas rarezas, pero siempre es un lujo ver y fotografiar aves que no rehuyen al hombre, pues ya están cansadas de vernos.

Es el caso de los bonitos azulones (Anas platyrinchos) que se congregan bajo los puentes cuando los niños les echan pedazos de pan.



Se dejan ver fácilmente también los cormoranes grandes (Phalocrocorax carbo), unas aves pescadoras que tienen la peculiaridad de que sus plumas se empapan en el agua, pues no están impregnadas de aceite. Esto les permite bucear, pero les obliga a secarse al sol para no congelarse de frío. En esta mañana, hemos podido ver hasta tres clases de edad:

Cormorán juvenil con el pecho blanquecino

Adulto no reproductor completamente negro, secándose al sol.

Adulto con plumaje reproductor: calzas y cabeza blancas y resto negro brillante.

Otras aves que también tienen varios plumajes según su edad, son las gaviotas sombrías (Larus fuscus). Éstas se alimentan de restos de basura, comida de la gente y cualquier cosa que puedan robar a otras especies.

Gaviota sombría adulta, mirando hacia el cielo

Gaviota sombría con un pedazo de pan probablemente en su tercer invierno

Gaviota sombría adulta en vuelo y bajo ella un ejemplar probablemente en su segundo invierno

La gaviota reidora (Larus ridibundus) es la otra especie frecuente de gaviota madrileña, bastante más pequeña que la sombría.

Gaviota reidora adulta con el plumaje estival (cabeza negra)

Gaviota reidora adulta con el plumaje aún invernal

Entre las especies acuáticas, también hay alguna gallineta (Gallinula chloropus) o polla de agua. En este ejemplar podemos ver que, al contrario que patos, cormoranes y gaviotas no tiene las patas palmeadas, sino simplemente lobuladas., Son peores nadadoras, pero en cambio se mueven rápidamente entre la vegetación de ribera.

Gallineta en el Puente de Toledo decidiendo si se moja o no.

Un poco más arriba que la gallineta, las palomas (Columba livia) descansan en cualquier resalte del granito del Puente de Toledo.

Paloma dormitando en el Puente de Toledo

Y para terminar, cuando ya salíamos del metro de vuelta a casa, una última mirada al cielo nos ha permitido ver cientos de grullas (Grus grus) girando sobre Madrid para orientarse en su viaje hacia el Norte. Parece que intuyen el final del invierno, aunque parece que todavía nos quedan unos días de frío.