lunes, 9 de septiembre de 2013

PAPAMOSCAS CERROJILLO, EL VIAJERO TRANQUILO

El final del verano y el principio del otoño es una época de trasiego para muchas aves. Unas vienen del norte para invernar aquí, otras se van aún más al sur, muchas realizan cortos desplazamientos a zonas de menor altitud, etc. También las estrategias de viaje varían, mientras unas especies se hacen cientos y miles de kilómetros con las paradas estrictamente necesarias, otras van descendiendo hacia el sur lentamente. Entre estos viajeros tranquilos, destaca el papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca), un pequeño pajarillo que cría en bosques de centro Europa y montañas ibéricas.

Pues bien, desde mediados de agosto hasta dentro de unas semanas es uno de los pájaros más abundantes por doquier, incluso en los parques urbanos. Aunque durante la época reproductora los machos lucen colores muy contrastados, blancos y negros, ciertamente ahora son más parduzcos. Aun así, hay varias características que permiten una fácil identificación. En primer lugar, son bastante confiados, y si se asustan, se posan a varios metros de distancia, y en segundo lugar, tienen un tic característico: levantan compulsivamente un ala cuando están posados. De hecho tienen las alas como colgantes y parece como si de vez en cuando las quisiesen levantar.

Este fin de semana en Santorcaz, están por doquier, incluso en la zona de cultivos donde apenas queda vegetación natural. Hemos podido ver otros migradores como collalbas grises y tarabillas norteñas, pero la valentía y confianza de los papamoscas han sido las que me han permitido fotografiarlos.


Papamoscas cerrojillo sobre un cardo

El mismo ejemplar visto desde atrás

Otro ejemplar de papamoscas cerrojillo

En uno de los paseos, ya en Pezuela de Las Torres, atravesamos un antiguo campo de cultivo de espliegos o cantuesos. Es difícil describir en un blog la sensación del aroma que desprende una zona así al andar entre ellos.


En sus inmediaciones, había multitud de insectos, y aunque ya hubiesen perdido casi toda la flor, otras plantas que aún las mantenían, ofrecían su néctar a algunas mariposas.

Hyponephele lupina o lobito anillado con las alas muy deterioradas

Lysandra bellargus macho o niña celeste
Y claro, donde se concentran las presas, ahí aparecen los depredadores, como esta amenazadora mantis religiosa que tenía sus pinzas listas para atrapar algún insecto.

Mantis religiosa hembra o santateresa






martes, 3 de septiembre de 2013

OJOS DE MOCHUELO Y OCELOS DE MARIPOSA

Un círculo negro, rodeado de otro más claro, y que incluso tiene un pequeño brillo en el centro, es casi siempre un ojo que mira. La pasada mañana del domingo, en Santorcaz, uno de los primeros pájaros que vi fue un mochuelo (Athene noctua) que llegaba asustado por los tiros de los cazadores. Se posó en una noguera y, nervioso, me miraba a mí y hacia los lados para ubicar otros posibles peligros. Me dio tiempo a sacar la cámara y hacer alguna foto, como la de abajo, en la que sus limpios ojos y su expresión nos muestran el terror que producimos los humanos en muchos animales.

Mochuelo clavando sus ojos en mi. 
La mañana fue bastante fresca y algunas mariposas necesitaban calentar motores para poder volar. Esta pandora (Argynnis pandora) extendió sus enormes alas perpendicularmente a los rayos del sol, y permitió mi acercamiento, pues no quería malgastar sus pocas fuerzas si no era estrictamente necesario.

Pandora ¿hembra? al sol.
Además del fresco, también se notaba que el verano está acabando por la mayor presencia de aves en grupos mixtos, muchos jóvenes y en la llegada de los primeros migrantes que se dirigen al sur. 

Entre los jóvenes, los alcaudones comunes (Lanius senator) ya practican las técnicas de caza de sus mayores: otear desde un lugar elevado para caer sobre los insectos.

Alcaudón común joven del año
Los piquituertos (Loxia curvirostra) buscan también lugares elevados para descansar. Su pico retorcido los delata incluso a contraluz.

Piquituerto común joven en el que se aprecia su pico curvado para extraer piñones

Los pinzones jóvenes (Fringilla coelebs) lucen colores apagados para no llamar la atención de los depredadores.

Pinzón vulgar
Los abejarucos (Merops apiaster) descansaban en grupos, sobretodo de jóvenes, aunque también se observan aún adultos con los colores más vivos (ejemplares de la derecha).

Grupo de abejarucos

Entre los viajeros de final del verano, el único  que pude fotografiar fue este mosquitero musical (Phylloscopus trochilus), a pesar de ver papamoscas cerrojillos, colirrojos reales o currucas zarceras.

Añadir leyenda
Volviendo al comentario del comienzo, la evolución ha dotado de falsos ojos u ocelos a algunas especies para despistar o asustar a sus depredadores o presas. Algunas mariposas, como esta festón blanco (Pseudtergumia fidia), son capaces de adoptar varias formas en función de su estado de ánimo. Cuando está asustada, cubre las alas anteriores con las posteriores, tomando un color uniforme de camuflaje.


Festón blanco en estado de alerta con los ocelos ocultos
Cuando se relaja, o en vuelo, se pueden ver perfectamente los ocelos, con lo que cualquier posible depredador quedará espantado por esos grandes ojos que le miran fijamente. Es curioso observar, como la mariposa cambia rápidamente de una postura a otra, yo creo que sabe que unos ojos tan pequeños no son capaces de asustar a un humano, y en cuanto te acercas, los oculta, confundiéndose con el entorno. Sería interesante comprobar si, al revés, cuando se acerque por ejemplo una lagartija, reacciona levantando el ala y mostrando los amenazadores ojos. Estaré atento  por si observo ese comportamiento.

Festón blanco con los ocelos desplegados
Cuando estaba tirado en el suelo fotografiando a las mariposas, se acercó esta mosca cernícalo disfrazada de avispa para libar el néctar de las flores de las correhuelas.

Mosca cernícalo a punto de aterrizar









martes, 27 de agosto de 2013

UN ZORRO Y LAGARTIJAS DE CAZA

El pasado fin de semana, a pesar de la media veda, me atreví a dar un pequeño paseo por la mañana. Como siempre, las cogujadas montesinas (Galerida theklae) reciben los primeros rayos del sol en lugares prominentes desde el que vigilar a los posibles intrusos.

Cogujada montesina sobre una roca con espigas de esparto al fondo.
Como los disparos sonaban cada vez más cerca, decidí no moverme mucho de un sitio tranquilo en el que me oculté. Los abejarucos que buscaba no aparecieron, y sólo algunos pajarillos amantes de zarzas y marañas se mostraron lo suficientemente cerca como para fotografiarlos. 

Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) macho

Zarcero común (Hyppolais polyglotta)

Al atardecer, ya con Lucía, fuimos a dar un paseo por uno de los muchos caminos que salen de Santorcaz. Como siempre las horas del amanecer y el ocaso son muy atractivas para los mamíferos, y en este caso, un zorro (Vulpes vulpes) salió asustado de un borde del camino, se paró a observarnos, posó para la foto, y dando brincos se ocultó en un montecillo cercano. En verano su pelaje más ralo, hace que destaque enormemente su poblada cola y parezcan algo más famélicos que en invierno.

Zorro asustado ante nuestra presencia

Pero a veces no hace falta madrugar o trasnochar para descubrir los secretos de la naturaleza. El domingo mientras regaba en casa, observé que varias lagartijas correteaban entre mis pies sin asustarse. Estaban preocupadas atacando un hormiguero. Con movimientos rápidos se acercaban a la boca del hormiguero y robaban huevos y ninfas a las hormigas obreras que los transportaban. Pero no era fácil, porque una vez alertadas, varias hormigas merodeaban por los alrededores y atacaban a las lagartijas que huían despavoridas. Para complicarlo más, parecía que una lagartija algo mayor, no quería compartir el descubrimiento y atacaba a su vez al resto de lagartijas, que aprovechaban para comer, cuando se despistaba.

En los vídeos siguientes se puede observar todo esto que cito.

Lagartija ibérica (Podarcis hispanica) joven





lunes, 19 de agosto de 2013

GOLONDRINAS Y AVIONES

Es habitual, en Santorcaz, y en otros lugares, confundir y cambiar el nombre a algunas especies de aves. Esto ocurre con los hirundínidos, la familia de aves que llamamos golondrinas y aviones. Es normal y comprensible, pues son aves similares si no se presta atención. Como llevo un poco de retraso con las entradas en agosto, me he animado a hacer una para mostrar las características de este interesante grupo de aves que vive en Santorcaz.

Lo primero es conocer a los protagonistas: pues bien, hay dos principales o más comunes, el avión común (Delichon urbicum) y la golondrina común (Hirundo rustica), pero además hay un secundario más raro, la golondrina dáurica (Cecropis o Hirundo daurica), mucho más escasa y reciente colonizadora proveniente del sur. Las tres especies son migrantes, es decir desaparecen en otoño y no vuelven hasta el final del invierno. En los 11 años que llevo anotando llegadas y salidas de aves, estas son las fechas más extremas de primera y última observación, así como el periodo en que son vistas de manera habitual:

                           1er avistamiento       -         estancia habitual      -   última observación

Avión                         6 feb                         mitad marzo a fin sept              30 oct

Golondrina común        1 mar                          mitad marzo a fin sept              8 oct

Golondrina dáurica           -                            finales marzo a fin sept                 -

Con sólo 10 años de datos es difícil valorar si la llegada de estas aves se ha adelantado cada vez más como consecuencia del cambio climático, pero la sensación es que así ha sido, y que cada vez parece que llegan antes, aunque sea sólo unos ejemplares y de manera intermitente.

Sin más preámbulos diremos que las tres especies son ágiles voladoras que se alimentan de insectos en vuelo, tienen alas estrechas y largas, colas más o menos ahorquilladas y patas cortas, aunque suficientemente largas como para levantar el vuelo desde el suelo, como no pueden hacer los vencejos.

Las tres especies tienen dos colores principales: blanco y negro, y en el caso de las golondrinas se añade los tonos rojizos y cremas en zonas concretas. En las fotos siguientes se describen los aspectos característicos de cada especie. (Como siempre, pulsando la imagen, se amplía)

Golondrina común: garganta roja, collar negro y cabeza, lomo y rabadilla u obispillo negro completamente. Cola ahorquillada.
Golondrina dáurica: garganta, rabadilla y viente color crema. Nuca anaranjada. Cola ahorquillada.
Avión común: blanco puro las partes inferiores y la rabadilla, resto, negro azulado brillante en adultos. Cola escotada.


Tres golondrinas jóvenes arriba y un avión común joven abajo (colores más apagados).

Golondrina dáurica en que se aprecia la nuca anaranjada y partes inferiores crema con listas

Avión común en vuelo (obispillo blanco) y golondrinas comunes (garganta roja) posadas recogiendo barro para sus nidos

Tres obispillos blancos = tres aviones comunes
Dos obispillos negros = dos golondrinas comunes

Otras diferencias curiosas se encuentran en la forma y lugar de emplazamiento de sus nidos. Todos son de barro y saliva, pero con las siguientes características:

                               Forma                              Lugar preferido de ubicación

Avión común              Copa cerrada con orificio    Aleros de edificios

Golondrina común       Copa abierta                    Porches, Garajes, Desvanes

Golondrina dáurica      Copa cerrada con túnel      Puentes y voladizos

Añadir también que el avión común, forma colonias que pueden ser muy numerosas en un mismo edificio, mientras que las golondrinas hacen sus nidos de forma más solitaria.

En las fotos siguientes se puede ver algunos de estos nidos:

Nido de golondrina común con pollos: abierto por arriba en un porche
Nido de golondrina dáurica: con túnel lateral de entrada bajo un puente
Nido de avión común con un pollo: cerrado con un orificio en un alero

Golondrina común entrando al nido, se aprecia la cola muy ahorquillada y con puntos blancos.

Avión común entrando al nido, se aprecia el obispillo blanco y la cola escotada

Pues ya no aburro más, sólo decir que estos simpáticos pajarillos son los heraldos del buen tiempo, que devoran con fruición toneladas de mosquitos, y que sólo tenemos que soportar sus excrementos en lugares muy concretos de nuestros edificios y si ponemos una chapa bajo ellos, ni siquiera tendremos que limpiarlos. Bien merecen nuestro respeto, pero como recordatorio, cito el artículo 52.3 de la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad:

"Queda prohibido dar muerte dañar, molestar o inquietar intencionadamente a los animales silvestres, sea cual fuere el método empleado o la fase de su ciclo biológico.

Esta prohibición incluye su retención y captura en vivo, la destrucción, daño, recolección y retención de sus nidos, de sus crías o de sus huevos, estos últimos aun estando vacíos, así como la posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos o muertos o de sus restos, incluyendo el comercio exterior."

martes, 6 de agosto de 2013

GRANJA DE SAN ILDEFONSO: MARIPOSAS, RANAS Y HALCONES ABEJEROS

La semana pasada, pasamos el día en La Granja de San Ildefonso (Segovia), y aunque el objetivo era más cultural que naturalístico, siempre que se lleva la cámara dispuesta, puede aparecer alguna modelo para salir en la foto. La verdad es que algunas aparecieron, y bastante bellas por cierto, y es que las flores de los parterres del palacio atraían a las mariposas, como la mierda a las moscas, si se me permite la comparación.

Pandora (Argynnis pandora) macho

Esfinge colibrí (Macroglossum estellatarum) inmóvil en el aire
gracias a su batir de alas a alta velocidad

Cardera (Vanessa cardui)

Limonera (Gonepteryx rhamni) hembra

Sofía (Issoria lathonia)

Niobe (Argynnis niobe)

Pero si por algo es conocida La Granja es por sus fuentes, y en estos ambientes creados por la realeza, con agua de por medio, siempre hay ranas que esperan un beso para convertirse en príncipe azul.

Rana verde común (Pelophylax perezi)
Grupo de ranas subidas a la cola de una sirena

Pero había tantas ranas en las fuentes, que claro, no todas pueden llegar a reinar, y de esa selección se encargan las culebras acuáticas viperinas.

Culebra acuática viperina (Natrix maura)

Gracias a las fuentes, que lanzaban su chorro a las nubes, puede ver un grupito de tres halcones abejeros, y ahí estaba yo para inmortalizar a uno de ellos, mientras el resto del mundo fotografiaba a los chorros de agua... ¿no tendrán duchas en casa? A mí me pareció más interesante esta rapaz, que se alimenta en el suelo de nidos de abejas, avispas, abejorros e insectos similares y que al final del verano se juntan en Gibraltar para pasar el estrecho, y aunque nadie les pide los papeles, sí que son controlados y contados: unos 100.000 de toda Europa pasan al año.

Halcón abejero o abejero europeo (Pernis apivorus)

miércoles, 31 de julio de 2013

VERANO EN SANTORCAZ: CIGARRAS, VERDERONES, GORRIONES CHILLONES...

Esta entrada se refiere a varias cortas salidas al campo realizadas la semana pasada en Santorcaz. Algunas tardes, antes del anochecer, fuimos a dar paseos por los caminos que llevan a Pezuela, Píoz o Corpa. En los campos ya cosechados y comidos por el sol es difícil, pero no imposible, detectar elementos naturales dignos de mención.

Empiezo con el causante de uno de los sonidos más característicos del verano: la cigarra. Este pequeño insecto genera con el frotamiento de sus alas el ruido que acompaña las siestas del estío. El día anterior un niño de unos 3 años me preguntó qué bicho hacía ese ruido y que quería verlo. Le respondí que era un insecto muy difícil de descubrir, pero por casualidad, al día siguiente encontré una cigarra recién metamorfoseada tranquilamente subida al tallo de un hierbajo. Tal vez alguien que se haya hecho la misma pregunta, puede ver al ruidoso causante.

Cigarra, posiblemente Cicada orni

También hay otros insectos en las hierbas, como algunos dípteros que se dedican a capturar a las molestas moscas y mosquitos de toda la vida. Es por eso que los insecticidas acaban, tanto con los insectos plaga, como con sus depredadores, desequilibrando el ecosistema.

Mosca depredadora succionando a su presa
En este verano tan tardío, es de esperar que los aguiluchos cenizos (Circus pygargus) hayan tenido tiempo suficiente para sacar adelante a sus crías sin que les pasen por encima las cosechadoras. Un anochecer, a lo lejos, pudimos ver dos aguiluchos que se posaban sobre un acopio de paquetes de paja para pasar la noche, cada uno en una punta.

Aguilucho cenizo posado sobre paquetes de paja 
Ya con el sol bajo el horizonte, la luna salió y adoptó ese color rojizo que aún imperaba, pareciendo un inmenso semáforo en ámbar.

Luna sobre el horizonte al poco de anochecer

Otra tarde, que fuimos acompañados en el paseo, los nerviosos verderones (Carduelis chloris) comían semillas de cardo mariano, a pesar de la protección de las púas de esta planta.

Verderón adulto 
Una mañana, en cambio, me preparé un escondite con la intención de pasar desapercibido y que los pájaros no se alejasen de mi. Es verdad, que no me descubrieron, pero justo ese día decidieron posarse en árboles algo alejados y no en los posaderos más próximos que yo intuía que usarían y que podrían dar fotos más nítidas.

Empezaron a acercarse los verderones, en este caso un joven, que como se puede apreciar tiene un color más apagado y estrías en el pecho que lo diferencian de los adultos.

Verderón joven
Luego llegaron los gorriones chillones (Petronia petronia), o duresas, como se conocen en Santorcaz. Éstos se posaron algo más lejos, pero aún así se percibían sus marcadas cejas más claras, útiles para diferenciarlos de otros gorriones.

Gorriones chillones
Alguna paloma torcaz (Columba palumbus) me sobrevoló rozándome sin verme, pero sólo un pichón se posó algo lejos. Aún así se ve que es tan joven, que no tiene la característica mancha blanca en el cuello de las torcaces adultas.

Joven pichón de paloma torcaz
Y la mañana no dio para más, cambió el tiempo y amenazaba lluvia, al salir del "hide" o escondite que me preparé, me pasó cerca un águila culebrera (Circaetus gallicus), y me dio tiempo a tirarla una foto rápidamente.

Águila culebrera en cielo plomizo
Llegando al pueblo, frente al Caño Alto, la sorpresa desagradable del día: después del juego que están dando los verderones este verano, encontré a este joven que seguramente había impactado contra algún coche. Su inexperiencia le costó la vida.

Joven verderón atropellado