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lunes, 7 de abril de 2014

JABALÍES Y PRIMERAS ÁGUILAS CALZADAS

Si no hay otros planes o compromisos, con el buen tiempo es difícil no faltar a la cita de cada fin de semana con el campo de Santorcaz. El mismo sábado por la mañana mi mujer y yo nos lanzamos al Camino de Corpa a ver cómo despejaba un día que comenzó húmedo y nublado.

A pesar del ese comienzo sin sol, la temperatura ya era suficiente para que algunas mariposas revoloteasen de flor en flor.

Euchloe tagis
Las calandrias amenizaban con su cantos el paseo, pero mucho menos asustadiza, una bonita collalba gris (Oenanthe oenanthe) nos observó desde el borde del camino mientras yo la fotografiaba.

Collalba gris al borde de un camino
En estas zonas abiertas de cultivos herbáceos y escaso arbolado son cada vez más notorias las señales que dejan los jabalíes (Sus scrofa), que al cobijo de la noche no dudan en campear a sus anchas por estas zonas que no ofrecen refugio de día.

Hozaduras de jabalí
Por fin el sol se hizo definitivamente un hueco entre las nubes, y como para corroborarlo, hicieron su aparición dos águilas calzadas (Hieraaetus pennatus), las dos primeras del año que veo en Santorcaz. Estas pequeñas águilas, tras pasar el invierno seguramente en el centro de África, en su vuelo conjunto demostraban que están aquí para tener su descendencia.

Águila calzada del tipo claro
De todos modos, aún quedan pájaros invernantes, como las bisbitas comunes (Anthus campestris), que aún no se han decidido a retornar a sus áreas de cría en zonas más frescas y húmedas.

Bisbita común en un camino
El domingo ejercí de anfitrión ante otro aficionado a la naturaleza que no conocía Santorcaz. Un buen madrugón nos ayudó para nada más echar a andar, descubrir un gran jabalí que bajó corriendo desde la ladera frente a nosotros y cruzó la carretera pocos segundos después de que pasase un coche. Sirvan estas líneas para recordarnos que las carreteras no sólo las usamos conductores, ciclistas y peatones, sino que hay que andar con mil ojos, pues se nos puede cruzar un animal de unos 70 – 90 kg.

Un jabalí cruza un sembrado hacia la carretera
Jabalí sobre el asfalto
En estas fechas sigue produciéndose un goteo de especies migratorias transaharianas recién llegadas, como las currucas carrasqueñas (Sylvia cantillans) que delimitan su territorio con sus melodiosos cantos.

Macho de curruca carrasqueña
La mañana fue avanzando descubriendo más cantos y pájaros diversos, pero muchas veces, cámara en mano es posible recrearse con otras creaciones naturales tan curiosas como la tela de una araña.

Tela de araña que ha atrapado el rocío matinal
El viento arrastraba nieblas que al encajonarse en los valles, nos traían reminiscencias más norteñas.

Valle del Arroyo Anchuelo o de La Dehesa
El día continúo en un agradable paseo y aunque se nos resistieron las grandes rapaces, para mofarse de nosotros, un buitrón (Cisticola juncidis) aguantó en una junquera a que lo fotografiásemos tranquilamente.

Un junco soporta los 10 gramos de peso de un buitrón
De nuevo, encontramos más señales de las correrías de los jabalíes, como un gran hormiguero de hormiga roja, que habían escarbado, seguramente en busca de larvas.

Hormiguero de hormigas roja atacado probablemente por un jabalí
No bastando todo lo anterior, de nuevo con mi mujer, dimos la tarde del domingo un nuevo paseo junto a la Estación Transmisora de la Marina. Eso nos permitió hacer fotos a alguno de esos pájaros marrones “tipo gorrión” que a mucha gente cuesta identificar.

Triguero (Emberiza calandra), rechoncho y con pico grueso, granívoro
Totovía (Lullula arborea) un tipo de alondra con ceja muy marcada y sin cresta
Por último una pareja de ratoneros comunes (Buteo buteo) nos mostraron una exhibición de planeos, persecuciones y picados en lo que debían ser los preliminares de su relación conyugal.

Ratonero común planeando
La pareja de ratoneros volaban muy juntos



lunes, 8 de julio de 2013

ALCAUDONES, ZORRO, BUITRE NEGRO, ETC.

Cuando el verano está instalado en Santorcaz (Madrid), no queda más remedio que madrugar para disfrutar del campo. Aunque el cuerpo se resiente por descansar menos, las especies silvestres nos suelen resarcir con su presencia, pues junto con el anochecer, las primeras horas del día son las de máxima actividad de la mayoría.

Nada más levantar las persianas, ya se oyen los coros de verdecillos, jilgueros, pardillos y verderones, si bien, ninguno de ellos fue lo suficientemente “valiente” para aguantar unos segundos a que les fotografiase. Sin embargo, un alcaudón común (Lanius senator) de blanquísimo pecho soportó estoicamente mi presencia a una distancia bastante cercana. Este cabezota, como también se les llama en Santorcaz, tenía el pico con un gran insecto y probablemente se disponía a alimentar a su prole, motivo por el cual permaneció vigilante y sin entrar al nido para no delatar su ubicación.


Alcaudón común macho con comida en el pico
A esas horas muchos pajarillos andan ocupados capturando insectos, como este escribano montesino macho (Emberiza cia), posado en un quejigo, al que se le unió sin previo aviso un mosquitero papialbo (Phylloscopus bonelli) que se metió de improviso en el encuadre de la cámara.


Escribano montesino (arriba) y mosquitero papialbo con insectos en el pico

También un poco más adelante, pude ver una totovía (Lullula arborea) posada en las ramas secas de una almendro.


Totovía, aláudido con una pequeña cresta y ceja blanca muy marcada

Muchos insectos “caen como moscas” en picos, garras y hocicos de animales sin poder presentar mucha defensa. Algunos listos, en cambio, se hacen pasar por quienes no son, como este inofensivo escarabajo avispa (Chlorophorus varius), que con sus colores puede llegar a confundir a sus depredadores y hacerles creer que el portador de esas bandas negras y amarillas también dispone de un doloroso aguijón.


Escarabajo avispa comiendo tranquilamente sobre flores

De nuevo me topé con alcaudones, esta vez una pareja, que alarmados, no hacían más que chillar y agitar sus colas frente a mí, síntoma de que otra vez me encontraba próximo a su nido.


Alcaudón común macho

Alcaudón común hembra


Vídeo de alcaudón en estado de alerta

Cuando estaba fotografiando y grabando a los alcaudones, en la ladera de enfrente me llamó la atención el movimiento de un animal más grande. En este caso un zorro (Vulpes vulpes) adulto deambulaba a ver qué podía pescar antes de irse a echarse la siesta. Odiado por muchos, a pesar del pelaje de verano mucho más corto, los zorros son animales bellísimos que con su caminar alegre y su hocico y orejas permanentemente alertas, nos muestran que son conscientes de ese odio que despiertan en algunos. A pesar de venenos, lazos y disparos, la ausencia de otros depredadores mayores, y la presencia de basuras y animales vivos o muertos en cunetas, granjas y pueblos, no hace sino beneficiarle.


Zorro con el pelaje de verano

Vídeo del mismo zorro

Como no era bastante con atender a los alcaudones, y grabar al zorro, un buitre negro me sobrevoló bien alto, así que aún pude tirarle una foto borrosa en la que dejar constancia de ello. Puedes estar una hora sin ver nada  por el campo y en cinco minutos se te amontona el trabajo.


Buitre negro en vuelo

A partir de esas horas, la cosa ya no dio para mucho más, pero aún así siempre se puede tomar algunas lecciones de ecología cuando se está en el medio natural. Desarrollo brevemente algunas de ellas:

Adaptación al entorno: al contrario que el escarabajo avispa que mencionaba, otras especies prefieren pasar desapercibidas, así que cuando eres una polilla blanca, qué mejor sitio para descansar que una servilleta tirada en el suelo.



Obtención de micronutrientes: la sal es uno de los bienes más preciados para los herbívoros, y hace que se concentren allí donde se presenta este recurso, de hecho, cualquier ganadero aporta piedras de sal a sus ganados. Estas mariposas blanquitas de la col (Artogeia rapae) se juntaban allí donde el barro comenzaba a secarse y permitía la succión de las sales suficientemente concentradas antes de que se secase el charco.


Blanquitas de la col libando sales
Efectos de las especies invasoras: siempre me pregunto por qué casi no hay anfibios en el Arroyo de La Dehesa o de Anchuelo. La presencia de cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii), y su voracidad nos muestra la razón.


Cangrejo de río americano muerto
Efecto barrera: carreteras, autopistas y vías férreas no sólo suponen una barrera en la dispersión de los animales, sino que en muchos casos suponen verdaderos sumideros donde mueren a miles muchos de ellos. El efecto contrario es que los más generalistas  se aprovechan, como los zorros y milanos que saben sacar partido a esta fuente de alimento tan predecible.


Carbonero común (Parus major) atropellado en una cuneta

Cogujada común (Galerida cristata) atropellada

El siguiente tema no nos quitará el mal sabor de boca de las fotos anteriores, pero ya que estamos haciendo nuestros pinitos con una pequeñísima huerta, acabamos con unas fotos de ajos y puerros silvestres. Éstos muestran sus flores antes de secarse, así que, los que tenemos plantados ya estarán a punto de ser arrancados también, a ver qué sabor de boca nos dejan.


Allium ampeloparasum (Puerro silvestre)

Allium sphaerocephalon (Ajo de monte)