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domingo, 10 de mayo de 2015

PINARES DEL PUERTO DE CANENCIA Y DEHESAS DE GUADALIX

Junto a buenos amigos, hemos pasado el fin de semana entre Guadalix de la Sierra y Canencia. Charlas, juegos y comilonas han ocupado una parte del tiempo, pero también hemos tenido mucho tiempo de paseos camperos. La cháchara no es lo mejor para fotografiar fauna, pero como no puedo evitar ir mirándolo todo, siempre consigo encontrar algo digno de registrar en el blog.

En el Puerto de Canencia, las primeras en observar nuestros pasos fueron las lagartijas roqueras (Podarcis muralis) que aprovechaban el mucho sol que ha hecho.

Lagartija roquera macho
Lagartija roquera hembra
Tuvimos la suerte de ver un lagarto verdinegro (Lacerta schreiberi) una especie endémica de la Península Ibérica. Una pena que no fuese un macho adulto, pues sus colores son espectaculares, googlear y lo comprobaréis.

Lagarto verdinegro, seguramente hembra
Nos entretuvimos en una zona de arroyos y turberas en donde llamaba la atención la abundantísima presencia de invertebrados.

Pareja de Pyrrhosoma nymphyla, en la que el macho sujeta con su cola a la hembra una vez fecundada, para evitar que otros machos se acequen mientras ésta deposita los huevos en el agua
Enorme sanguijuela
Ascendíamos y un cortafuegos nos permitió ver las cumbres que nos rodeaban y que el pinar nos ocultaba. 

Peñalara desde Canencia
En los pinares de montaña, es frecuente encontrar enormes hormigueros de hormiga roja (Formica rufa). 

Acumulación de agujas de pino que forman el hormiguero, en el que pueden habitar hasta 400.000 individuos
Por fin ascendimos por encima de la línea del bosque y entre enebros rastreros y piornos, comimos a lo grande, acompañados de algunas aves típicas del matorral de altura.

Cumbres alrededor de Canencia
Acentor común (Prunella modularis)
Tarabilla común hembra (Saxicoloa torquata)
Tarabilla común macho 
Una hembra de tarabilla nos vigila subida a un bolo de granito
Por la tarde, ya en Guadalix de la Sierra, Lucía y yo, incansables, nos dimos otro paseo por las dehesas cercanas al pueblo. Junto a fincas de reses bravas, parecía imposible tener vistas tan rurales y silvestres a menos de una hora de nuestra gran ciudad.

Dehesas con ganado bravo en Guadalix de la Sierra 
Atardecer sobre Guadalix con lavandas y enebros en primer término
El domingo ya nos lo tomamos más relajadamente, aunque un rato me entretuve con el ir y venir de los laboriosos aviones comunes (Delichon urbicum) a por barro con el que construir sus nidos colgados de los aleros.

Con su "lomo" negro-azul brillante y vientre blanco los aviones buscaban el mejor sitio para recoger barro.
Esperamos repetir con frecuencia estos encuentros, y reflejar aquí la parte más natural.

domingo, 19 de octubre de 2014

PUERTO DEL CARDOSO, CHICHARRAS, SETAS, LAGARTIJAS...

La luminosa mañana con que empezó el sábado, hizo que nos decidiésemos a salir a la "sierra", esa sierra a la que hordas de madrileños se lanzan los fines de semana, y a las que ahora que paramos menos por Santorcaz, nos uniremos más a menudo. El destino elegido fue el Puerto del Cardoso, en la Sierra del Rincón.

Aunque el día era primaveral, las gentes llenas de cestas de mimbre, nos recordaron que estábamos en otoño, y en seguida, a la sombra de los pinares, comprobamos que las lluvias de días atrás habían hecho brotar cientos de setas.

Un grupo de Amanita muscaria adorna el bosque
Pequeñas setas crecían por doquier
Otras con forma globosa, probablemente del género Lycoperdon
Ascendimos hacia zonas más rocosas y despejadas de árboles, donde descubrimos que era un día de hiperactividad para unos curiosos insectos. Se trata de unas chicharras de piornal llamadas Lluciapomares stalli. Estos saltamontes han perdido las alas y han engrosado sus cuerpos para sobrevivir en los lugares ventosos y expuestos en los que habitan ¡Para qué volar, si el viento te puede arrastrar! Vimos muchos ejemplares, y pudimos comprobar las diferencias entre machos y hembras, e incluso escuchamos cómo aquéllos cantaban para atraer a éstas.

Macho de Lluciapomares stalli
Detalle de las alas atrofiadas, que frota entre ellas para cantar y atraer a las hembras, fenómeno llamado estridulación
Desde atrás se comprueba cómo las alas atrofiadas quedan protegidas por el pronoto
Hembra de la misma especie, sin alas pues no estridula y con un enorme ovopositor
Detalle del ovopositor, que entierra en el suelo para depositar los huevos
 Ya que estábamos con saltamontes, me entretuve en fotografiar algunas especies más.

Saltamontes que al volar, mostraba sus alas rojas
En esta especie, Oedipoda caerulescens, las alas son azules
Después de la ascensión paramos a comer, y la verdad es que no hay tarjeta black que pueda pagar por tomarse unas croquetas caseras con pisto ecológico, con las vistas que se nos ofrecían.

Al fondo valle por el que discurre el joven río Jarama
Desde nuestro balcón, podíamos ver perfectamente los numerosos grupos de piquituertos comunes (Loxia curvirostra) que volaban entre las copas de los pinos.

Piquituerto hembra, de colores verdosos, al contrario que los machos adultos, que son rojizos
Entre las piedras, también las lagartijas roqueras (Podarcis muralis) disfrutaban del sol y de las vistas.

Lagartija roquera, probablemente hembra
Macho de lagartija roquera, con la cola regenerándose tras una amputación
Tras un poco de reposo nos encaminamos a los bosques, y aunque muy cerca del famosísimo Hayedo de Montejo, nos deleitamos con pinares de pinos silvestres y otros árboles de montaña.

Abedul al borde de un arroyo
Acebo con la Sierra de La Hiruela al fondo
Cerezo silvestre (Prunus avium) de otoñada entre rebollos (Quercus pyrenaica)
En el suelo, allí donde hacía el sol, verdes cicindelas buscaban a sus presas y sobre nuestras cabezas, los buitres leonados (Gyps fulvus), buscaban sus carroñas.

Cicindela maroccana?
Buitre leonado planeando
En definitiva, un estupendo día serrano con los que probablemente sean los últimos calores del otoño.

martes, 16 de abril de 2013

Cuenca: piedra, pinos y buitres.

Este soleadísimo fin de semana hemos estado por la Alcarria y Serranía de Cuenca, un lugar no demasiado conocido, pero con infinitas posibilidades. La base de operaciones ha sido el albergue (Albergue Mirador de Castillejo) de unos amigos que está en Castillejo del Romeral, a media hora de Cuenca. En un bonito y tranquilo pueblo, este albergue se gestiona con cariño y mucho mimo, y eso se nota en el dormir y en el comer. Como digo, no sólo dan cobijo, sino que tras desayunar queso de cabra ecológico, lavarte con jabón artesanal, y hacer alguna ruta para descubrir la naturaleza circundante, van y te reciben con una cerveza casera con croquetas, todo ello producido por personas que valoran y revitalizan el lugar en el que viven.

Pero no fuimos a Cuenca sólo a comer, también anduvimos un poco, así que voy con lo que vimos.

Ruta de la Laguna de Uña, el Escalerón y La Raya


Junto a la Laguna de Uña, en el municipio del mismo nombre, nace esta interesante ruta, en la que se puede disfrutar de un paisaje magnífico. 


Esta laguna se encuentra rodeada de una imponente hoz caliza, con laderas de bosque mixto de quejigos y pinos negrales, sobre la que se elevan farallones rocosos de formas caprichosas, y es que en Cuenca, las rocas adoptan formas extrañas, y Uña no iba ser menos.

¿No parece haber una cara de perfil?

En las laderas, a la sombra de los quejigos se pueden observar pequeñas y vistosas flores que aprovechan el principio de la primavera para florecer, cuando algunos árboles aún no tienen sus hojas.

Anémona (Anemone hepatica)

Durante el recorrido, una interesante comunidad de aves rupícolas sobrevuelan en todo momento nuestras cabezas, destacándose entre todas, el majestuoso vuelo del buitre leonado (Gyps fulvus). Además habitan avión roquero, vencejo real, chova piquirroja y otras rapaces, que no vimos ese día, cómo águila real y perdicera, halcón peregrino y alimoche. En cambio sí que vimos otras rapaces forestales, como gavilán, águila calzada y milano negro.






Antes de llegar al final de la hoz, comienza el ascenso para alcanzar el nivel culminante, y una vez arriba, la senda rodea la hoz dejando el acantilado a la izquierda, pero siempre a escasa distancia, con lo que las vistas son impresionantes.

Laguna de Uña al fondo

Escarpe que rodea la Laguna y por el que discurre la senda

Gracias a la altura alcanzada, las aves se encuentran "al alcance de la mano" y con un poco de paciencia, se puede fotografiar al rapidísimo vencejo real (Tachymarptis melba), el mayor vencejo ibérico, que acaba de llegar a estar tierras.



Para descender, hay que encontrar la Raya, zona encajonada entre la roca que conecta con un resalte horizontal del farallón hasta donde la ladera tiene la suficiente pendiente como para bajar a pie.



En este ambiente rocoso y soleado los reptiles también hacen acto de presencia y no podía faltar esta lagartija roquera (Podarcis muralis), asoleándose mientras me vigilaba de cerca.


La ruta la terminamos tomando un refresco en Uña, y ¡más tarde de lo que pensábamos! pues aunque no supera los 14 km, frecuentes paradas, toma de fotos, comilonas y algún sesteo, nos hizo superar el tiempo estimado. No obstante mereció la pena disfrutar de este lugar, y nos queda en la agenda próximas visitas a otros lugares también prometedores.

Castillejo del Romeral


Al día siguiente dimos un paseo por Castillejo del Romeral, centro de nuestras operaciones, pueblo cobijado tras unos farallones calizos, y rodeado de un mosaico de cultivos, monte bajo, pinares y encinares que crean un ecosistema rico y muy diverso.


La animada charla provocada por la buena compañía, no favorece el avistamiento de aves u otros animales, ¡para esto habrá más días!, pero sin embargo, fue imposible no reparar, y capturar, uno de los verdes más intensos que las lluvias de semanas anteriores y el sol de ese día nos deparó.