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lunes, 8 de septiembre de 2014

CAMINO DE SANTIAGO

Quince años después, he vuelto a realizar el Camino de Santiago, esta vez el portugués y acompañado de mi mujer. Tras meditarlo, no pude evitar llevar la cámara "grande" encima, a pesar de que cualquier peso extra es molesto. Como se comprenderá, fotografiar fauna no era el objetivo de tanto esfuerzo, pero alguna vez no pude evitar inmortalizar algo de lo que ahora vengo a mostrar.

Aún no había amanecido cuando ya habíamos cruzado el Miño para entrar brevemente en Portugal, y después, con los primeros rayos de Sol, los gorriones se calentaban en Tui, ya en Galicia.

Dos gorriones macho (Passer domesticus) se desperezan al sol
Aunque los primeros días superamos los 30º C, las noches gallegas son frescas y los pobres reptiles buscando el calor del asfalto por la mañana, sufrían nefastas consecuencias.

Culebra bastarda (Malpolon monspessulanus) tirada en una cuneta
Detalle de la culebra, una vez sacada al asfalto para comprobar
la característica "ceja" prominente de las culebras bastardas
Eslizón tridáctilo (Chalcides striatus)
Tras una maratón de 43 km acabamos mojándonos los pies en la playa de Cesantes, encontrando allí un ave amante de aguas someras, pero descansando en una barca.

Andarríos chico (Actitis hypoleucos)
Atravesando prados y manchas de arbolado eran varios los pájaros que nos acompañaron al día siguiente y que posaron tranquilamente:

Tarabilla común (Saxicola torquata)
Corneja negra graznando (Corvus corone)
Antes de llegar a Pontevedra el segundo día y bajo un sol de justicia, decidimos burlar el camino oficial y dar un rodeo por una variante, a la sombra de la vegetación de ribera del río Tomeza. Bajo alisos y álamos, algunos caballitos del diablo buscaban zonas soleadas para mostrar sus colores y acotar su trozo de orilla del río

Agrion virgo?
Tras el calor y palizón de los primeros días, hicimos un alto en el camino en Pontevedra para acercarnos a la Isla de Ons, que forma parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas. Acantilados y pequeñas playas de arena blanca sirven de zona de alimentación y paso a algunas aves marinas, así como a curiosos artrópodos.

Vuelvepiedras (Arenaria interpres) con su plumaje ya de invernada
Chorlitejo grande (Charadrius hiaticula)
Una enorme araña en su tela
Gran libélula cernícalo del género Cordulegaster
Papilio machaon
Dos de las abundantes gaviotas patiamarillas adultas (Larus michahellis)
En esta foto una joven patiamarilla
Gaviota argéntea (Larus argentatus)

El tercer día de andadura, tras la caminata, nos relajamos en las aguas termales de Caldas de Reis. Allí muchas avecillas mojan sus patas en el Río Umia.

Río Umia
Lavandera cascadeña joven (Motacilla cinerea)
En las orillas del Sar, como el título de una de las obras cumbres de Rosalía de Castro, varias garzas buscaban su sustento.  

Garza real (Ardea cinerea)
Y aquí acaba la parte naturalística de nuestro viaje que es de lo que trata este blog, el resto de aspectos de un viaje como este queda en nuestro recuerdo.


lunes, 4 de agosto de 2014

CORZOS Y CULEBRAS

Este fin de semana, varios planes hicieron que tan sólo el domingo pudiéramos salir al campo, menos mal que no hizo demasiado calor, porque no madrugamos. En fin, para movernos un poco, más que con la intención de ver algo, nos lazamos al paseo y cuando alguna nube tapaba el sol no se estaba del todo mal.

Cúmulos sombreando las rastrojeras
Lo primero que vimos fue una pequeña culebra bastarda (Malpolon monspessulanus) atropellada junto a la piscina. Cuando son pequeñas aún no conocen todos los peligros de la cercanía al ser humano.

Pequeña culebra bastarda atropellada
Como esperábamos los bichos emplumados no se mostraron mucho y sólo pude fotografiar a un cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) posado en un poste de alta tensión.

Cernícalo vulgar
La sorpresa llegó después, cuando a plena luz del día descubrimos una familia de corzos (Capreolus capreolus): una madre y sus dos crías ya creciditas. A pesar de vernos los unos a los otros, ellos siguieron ramoneando relativamente tranquilos por la distancia que nos separaban. Como siempre, un placer fotografiar y grabar a estos gráciles y elegantes mamíferos.

La madre nos observa
Ya a la sombra uno de los jóvenes ramonea un espantalobos

Llegando ya a casa pasamos por el Lavadero, donde continúan las truchas arcoiris y carpines, que esta vez tenían una compañera más inquietante: una culebra acuática viperina (Natrix maura). Se trata de una inofensiva culebra que no supone ninguna amenaza a los peces, ya que éstos son de mucha mayor envergadura, aunque se les notaba cierto nerviosismo. La culebra, al verse descubierta, salió del fondo hacia una de las paredes en las que había algas y ocultándose entre ellas, sólo asomó la cabeza a tomar alguna bocanada de aire. Aunque el dibujo dorsal pueda parecerse al de una víbora, la cabeza alargada y pupila redonda, aclaran la situación, pues en las víboras la cabeza es triangular y la pupila vertical.

Truchas arcoiris (Onchorynchus mykiss)
Culebra acuática viperina buceando
Apoyada en un borde tomando aire
Detalle de la cabeza