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lunes, 25 de mayo de 2015

PRADERAS, DEHESAS Y CHARCAS DE BROZAS

Hace ahora un año, y a poca distancia de donde estuvimos esa vez, hemos vuelto a pasar una semana en familia en la provincia de Cáceres. En esta ocasión hemos estado en Brozas, un pueblo ganadero rodeado de pastos, dehesas y alguna zona húmeda.


Extensas praderas rodean al monumental pueblo de Brozas
Como no puede ser de otra manera en cualquier conjunto monumental en Extremadura, el casco urbano de Brozas, acoge una gran población de cigüeñas, cernícalos primillas, aviones roqueros, grajillas, vencejos, etc.


Un vencejo común (Apus apus) quiso robar protagonismo
a una altiva cigüeña blanca (Ciconia ciconia)
Avión roquero (Ptyonoprogne rupestris) descansando 
Cernícalo primilla (Falco naumanni) en vuelo cernido,
con la cola extendida y las álulas apuntadas
El canto de los gallos, el balido de corderos y el cencerro de terneros me despertaron el sábado, así que no tuve ni que esperar a que sonase el despertador para levantarme. Nada más salir del pueblo, las praderas infinitas, los grandes herbívoros pastando, las cigüeñas comiendo saltamontes, los milanos patrullando y los afloramientos graníticos, me recordaron las praderas Y kopjes del Serengueti.


Ganado pastando junto a algo parecido a los kopjes africanos
Avutardas en vuelo (Otis tarda) junto al ganado
Una avutarda más cercana
Cigüeñas blancas salían de sus campanarios en busca de alimento
Abundantísimos, los milanos negros (Milvus migrans) no dejaban de buscar comida
En estas tierras abiertas, los aláudidos alegran el paseo con sus cantos y algunos individuos incluso no temen al hombre.

Cogujada ¿montesina? (Galerida theklae)
El mismo individuo, con mejor iluminación
Calandria (Melanocorypha calandra)
También otros pájaros se dejan ver, sobre todo en zonas con más presencia de agua.


Buitrón (Cisticola juncidis) abundante en juncales y herbazales altos
Juvenil de carbonero común (Parus major) fuera de su hábitat típico,
 aunque la presencia de agua probablemente lo llevó a zonas abiertas
Tras algo más de una hora de paseo llegué a una zona de dehesa de encina y algún alcornoque. En seguida hicieron su aparición otras especies más forestales, o aunque también de zonas abiertas, al tener escondites cercanos, se dejaban acercar algo más.


Alcornoque a la izquierda, de color más vivo, y encinas al fondo más apagadas
Abejaruco (Merops apiaster) en una cancela
Abubilla (Upupa epops) también en en una cancela
Alcaudón común (Lanius senator)
Alcotán (Falco subbuteo), aunque borroso, aparece ya que no es un ave que vea a menudo
Tarabilla común macho (Saxicola torquata)
Como aún era temprano, no sólo pude disfrutar con pájaros, y un zorro (Vulpes vulpes) no me detectó, camuflado como iba yo con un sostenido viento de cara que ocultaba mi olor y mi ruido.

Con el hocico pegado al suelo, buscaba el rastro de sus presas
Como el sol ya calentaba, durante unos instantes descansó a la sombra
La ruta marcada volvía siguiendo la Rivera del Jumadiel, un arroyo medio seco aunque con pozas que servían de supermercado de ranas y peces a varias aves pescadoras, que tampoco me oían llegar. Tan de cerca me salían y tan desprevenido me cogían, que no me daba tiempo a enfocar en condiciones.


Cigüeña blanca despegando a escasos metros
Una escasa cigüeña negra (Ciconia nigra) también me salió muy cerca
Garza real (Ardea cinerea) a la que también sorprendí
De vuelta, llegando a Brozas, también el suelo me deparó una pequeña joya.


Julodis onopordi, un brillante escarabajo
Tras reponer fuerzas con bollería artesanal de la casa rural en la que nos alojábamos, ya con toda la familia, nos acercamos a la charca de las afueras de Brozas. Decenas de paisanos pescaban tencas, trofeos que debían compartir con pescadores profesionales a tiempo completo.


Primas cercanas, una cigüeña y una garza pescaban sin molestarse
Pareja de somormujos lavancos (Podiceps cristatus)
La hierba circundante y unas cuantas garrapatas que vimos en nuestros pantalones, nos hicieron desistir de rodear la charca, así que ahí acabaron las actividades naturalísticas de ese estupendo fin de semana.

domingo, 5 de octubre de 2014

AVUTARDAS EN LA ZEPA 139

Ahora que tenemos más complicado campear por Santorcaz, he aprovechado la primera ocasión para volver a uno de los sitios por donde más me gusta pajarear: los alrededores de Fresno de Torote. Este sábado dimos un paseo desde la El Jardín de Serracines para adentrarnos por la ZEPA 139 "Estepas cerealistas de los ríos Jarama y Henares", que se trata de una Zona de Especial Protección para las Aves, en la que quisimos celebrar el fin de semana de las aves. Esta zona se declaró para proteger las aves propias de los hábitats esteparios.

Estepas abiertas de cultivos con el Valle del río Torote al fondo
 y cerros de retama y Genista hirsuta en primer término
Aunque la tarde se nubló, lo que dificultaba la fotografía, en seguida varias rapaces se nos pusieron a tiro, manteniéndose inmóviles frente al viento.

Ratonero común (Buteo buteo)
Milano real (Milvus milvus)
Muy lejos un corro de buitres negros y leonados cicleaba 
En el suelo, todavía se dejaban ver algunas aves migratorias que descansaban en su camino en busca de sus zonas de invernada tropical.

Collalba gris (Oenanthe oenanthe)
Pero pronto, oteando los rastrojos, descubrimos a la estrella de esta ZEPA, la avutarda (Otis tarda):

Avutarda, una de las aves voladoras más pesadas
Grupo de avutardas alimentándose en un rastrojo
Lo que parece un macho levanta la cola ante otro ejemplar de detrás
Compartiendo el rastrojo con las avutardas, rebaños de ovejas pastaban, y a su vez, acompañando a éstas, grupos de garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) daban caza a los insectos que levantaban las ovejas.

Ovejas y garcillas bueyeras
Tras superar un pequeño altozano nos sorprendió una avutarda aislada que se asustó ante nuestra presencia y echando a volar nos mostró el color de sus alas y partes ventrales.

Extendiendo las alas muestra sus blanquísimas partes ventrales
El dorso en cambio es ocre, con blanco y negro en las alas
A algunos centenares de metros nos miró ya más tranquila
En contraste con el blanco de las alas de la avutarda, otro gigante de los cielos nos sobrevoló, esta vez con alas negras.

Buitre negro (Aegypus monachus)
Carroñas de lo abundantes conejos y ganado de la zona, atraen a estas aves
De nuevo, volvimos a ver otras rapaces en el camino de vuelta.

Milano real mostrando su cola escotada 
Ratonero común oteando desde un poste eléctrico con puente lateral sin proteger
Para terminar, aunque en esta época las plantas no presentan muy buen aspecto, hubo dos que llamaron nuestra atención:

Sandía espinosa (Cucumis myriocarpus)
Detalle de los frutos, del tamaño de una pelota de golf
Flores de quitameriendas (Merendera montana). El nombre le viene por la fecha de su floración: cuando el tiempo empeora y se acaban las meriendas camperas veraniegas

lunes, 6 de mayo de 2013

CAMBIOS PARA SEGUIR IGUAL


Como ornitólogo y naturalista aficionado, siempre tengo una irresoluble lucha interior, a saber: por un lado ir a conocer nuevas zonas naturales donde descubrir especies o paisajes nuevos; o por el contrario, volver a las tierras de Santorcaz a reecontrarme con lo conocido, con lo esperable y comprobar que todo sigue más o menos igual. 

En el primer caso, me maravillo con los pinsapares de Grazalema, los cortados de Cuenca, las cigüeñas negras del Jerte o el Río Perales en Navalagamella (ver entradas anteriores del blog).

En el segundo caso, me complace comprobar cómo año tras año siguen cantando los sisones en los secanos de Santorcaz a pesar de los venenos, o que los ruiseñores siguen alegrando los anocheceres por San Pedro Mártir aunque se hayan desbrozado los zarzales del Arroyo Pasadero. 

Y para comprobar si todo sigue igual o todo cambia, participo en el Programa de Seguimiento de Aves Comunes Reproductoras de España (SACRE) promovido por la Sociedad Española de Ornitología. En la cuadrícula de 10 x 10 km de lado que tengo asignada, dos mañanas de la primavera al año me lío a contar pájaros por Santorcaz, Los Santos de La Humosa, El Pozo de Guadalajara, Pioz, y Valdarachas.

SACRE


Así el sábado desde las 7,30 de la mañana, ya me quedé un poco más tranquilo al comprobar que oropéndolas, ruiseñores, codornices, cucos y abejarucos ya andaban de nuevo entre nosotros. Muchos de estos pájaros son espectaculares por sus colores, que nos recuerdan que pasan mucho tiempo en África. A algunos los vimos este octubre en Kenya y Tanzania, y recuerdo escuchar los abejarucos al amanecer en Amboseli o al ruiseñor en el Cráter del Ngorongoro mientras fotografiábamos leones.

Abejaruco (Merops apiaster) sobre un almendro junto a su nido

También han llegado del sur muchas rapaces, ya que durante el invierno no hay reptiles, insectos, ni casi roedores que comer por estos páramos.

Águila culebrera (Circaetus gallicus) 

Águila calzada (Hieraaetus pennatus)

A pesar del contraluz, las estrechas alas y la cola larga
identifican al aguilucho cenizo macho (Circus pygargus)


Atareados también andan las especies que se quedan con nosotros en invierno, o que no se van muy lejos. Como he dicho, madrugando un poco, se puede escuchar el curioso canto del sisón (Tetrax tetrax), que recuerda muy poco glamurosamente a una pedorreta.

Sisón macho cantando en un barbecho 

En las zonas arboladas, los carboneros comunes (Parus major) están atareados construyendo nidos o defendiendo el territorio, tareas que se dividen entre los miembros de la pareja.

Carbonero común hembra con material para el nido en el pico.
Colores más pálidos y línea del pecho negra más bien fina.

Carbonero común macho cantando en lo alto del mismo árbol que la hembra anterior.
Se nota un color más vivo y la línea del pecho negra mucho más ancha.

Camino de Corpa


Como no tuvimos bastante, por la tarde nos fuimos andando a Corpa para disfrutar de esta primavera tan verde.



También aquí nos sorprendieron algunas especies curiosas como una pareja de collalbas rubias (Oenanthe hispanica), especie también estival, que está a punto de desaparecer en Santorcaz, pues cada vez veo menos.

Collalba rubia hembra

Otro pájaro viajero es el papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca), que sólo se deja ver un poquito en primavera de paso al Norte, y ya más tranquilamente al final del verano cuando baja al Sur.

Papamoscas cerrojillo medio oculto en un majuelo

Como siempre mirando al suelo se encuentran joyas como estas orquídeas que imitan el cuerpo de abejas para atraerlas y que las polinicen.

Ophrys speculum

Ophrys sphegodes

Por último ese día salieron dos avutardas (Otis tarda), señora del secano que puede que críe de manera muy escasa en Santorcaz. A pesar de ser el ave más pesada de Europa, está amenazada por la intensificación de los cultivos, el uso de pesticidas… y el choque con tendidos eléctricos. Nosotros cruzamos los dedos para que éstas dos no tuviesen un final fatal.

Dos avutardas vuelan hacia un tendido eléctrico

Camino a Anchuelo

Y como aún no tuvimos bastante, y la semana se hace larga en Madrid, el domingo sacamos fuerzas para dar otro paseo. Como todo anda cambiando para ser como siempre, también pudimos ver que habían llegado los alcaudones comunes (Lanius senator), o cabezotas como los llaman por aquí.

Alcaudón común que nos quiso salir en la foto de cara

Igualmente, llaman la atención de cualquiera unas delicadas y elegantes flores llamadas Fritillaria lusitanica, una curiosidad vegetal familia de los afamados tulipanes. Todos conocen al tulipán, aunque venga de lejos, ¿pero cuántos de Santorcaz saben que tienen primos autóctonos a diez minutos de casa?

Fritillaria lusitanica