lunes, 14 de septiembre de 2015

PÁJAROS ROJOS

Según algunos agoreros, se aproxima una especie de apocalipsis en cuanto al tiempo que voy a poder dedicar al campo en las próximas semanas, meses o años… No creo que sea para tanto, pero asumiendo que tendré unas ineludibles tareas que empezarán en los próximos días o semanas, el domingo decidí aprovechar unas horas de la mañana en el campo.

Esta vez empiezo por el final del paseo, y es que este espectacular y curioso pájaro merece abrir el blog hoy. Se trata de un precioso macho de piquituerto (Loxia curvirostra) un pájaro al que el curso de la evolución proporcionó un pico inútil para casi todo, pero perfecto para abrir piñas y sacar piñones de ellas sin tener manos.

Magnífico piquituerto macho. Las hembras son verdosas
A contraluz, el mismo individuo muestra su llamativo obispillo anaranjado
Siguiendo con esta gama de color, un rato antes pude fotografiar, aunque desde más lejos, otro precioso macho de colirrojo real (Phoenicurous phoenicurus). Estos pajarillos andan cogiendo fuerzas de camino a su invernada en zonas ecuatoriales.

Los dos tipos de colirrojos ibéricos son inconfundibles por el color de su cola. 
El real tiene su pecho rojizo y el tizón el cuerpo negruzco
En época reproductora los colores negro de la cabeza y rojo del pecho son aún más intensos
Como hacía mucho aire, el día no fue de muchos pájaros, aunque disfruté del ataque de un azor a un bando de torcaces que descansaban en un álamo. No sé cómo acabó el lance pues el azor (Accipiter gentilis) desapareció entre la vegetación y no lo vi salir.

Incluso en una imagen de baja calidad y en movimiento es apreciable el fulgor de sus ojos anaranjados 
Otro cazador menos preciso, debió dejar malherida a una torcaz que agonizó sobre un majano hasta que murió. Sólo las avispas aprovechaban su cuerpo que quedó tieso al sol. No debe haber tantos depredadores como dicen algunos, si un manjar así pasa horas sin ser aprovechado.

Joven paloma torcaz (Columba palumbus) sin aún las marcas blancas del cuello que tienen los adultos
Esta ausencia de depredadores, se ve compensada, en parte, por otros de origen doméstico. Y es que el primer animal grandecito que vi en la mañana fue un gato doméstico (Felis silvestris catus), que bastante alejado del pueblo, recorría un camino acechando cualquier bicho viviente. Luego pagan el pato de sus fechorías algunos inocentes como garduñas, zorros, ginetas y gatos monteses, que encima, no tienen su Royal Canin en casa si la cacería se ha dado mal.

Escuchando y observando a lo que se pueda esconder entre la vegetación
Como siempre, buscando un poco, también se encuentran otras pequeñas joyas como mariposas y mantis que por su belleza o complejidad, son dignas de reseñar.

Colias crocea, pegada al suelo protegiéndose del viento
Mantis religiosa

Pontia daplidice libando néctar
Me quedé con el regusto amargo de no haber podido fotografiar una espectacular mariposa, Charaxes jassius, o mariposa del madroño, que además de ser muy grande y coloreada, cuenta con muy escasas citas en Madrid. El viento no la dejó posarse salvo algún segundo, insuficiente para disparar, hasta que se dejó llevar por el aire.

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