lunes, 17 de febrero de 2014

ÁGUILA IMPERIAL Y PERDICERAS EN EL PARDO

Seguimos sin poder disfrutar de días de campo en Santorcaz por el mal tiempo, pero no nos resignamos a quedarnos encerrados en casa, así que el domingo con algo ya de sol, visitamos el Monte del Pardo. El lugar en el que tuve mi primer trabajo recién acabada la facultad, me trae buenos recuerdos, aunque el hecho de estar constreñido por las vallas de la zona no visitable, me deja un regustillo amargo. En cualquier caso es una placer contar con un lugar en el mismo término municipal de una ciudad de tres millones y medio de habitantes en que es fácil ver especies como el águila imperial, buitre negro o águila perdicera. A ello fuimos y no se nos dio mal...

Lo primero que vimos al llegar a la zona de Mingorrubio fue una gran ave posada en un fresno sobre el río Manzanares. Ya con los prismáticos un precioso macho de faisán (Phasianus colchicus) descansaba tranquilamente en la otra orilla. Cualquiera sabe que tipo animales sueltan en esa finca para solaz de sus majestades y sus invitados... Se trata de una especie asiática que escapa al control de los cotos de caza.

Precioso faisán macho del grupo torquatus, o de collar blanco
cuya distribución original es China
Desde tiempo inmemorial los reyes europeos han querido rodearse de este tipo de aves
También entre las ramas vimos un cisne vulgar (Cygnus olor) que no se asustó ante nuestra presencia. Otra especie de latitudes más norteñas que habita por estos lares producto de escapes y sueltas...

Cisne vulgar, una de las aves de mayor tamaño de Europa
Algunas especies parecían barruntar la mejora del tiempo: un grupo de ánsares o gansos (Anser anser) pasó volando en dirección Norte, en busca de sus zonas de cría tras haberse venido al sur a pasar el invierno.

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Por fin apareció algo puramente ibérico, un joven probablemente de segundo año de nuestra especie estrella: el águila imperial ibérica (Aquila adalberti). Esta vez no se trataba de escapes o especies asilvestradas, sólo en España y Portugal puede disfrutarse en libertad de esta gran águila, y a disfrutar de esta especie vienen pajareros de todo el mundo.

Águila imperial ibérica subadulta: aún no posee sus inmaculados hombros blancos,
pero sí en cambio ya se aprecia una nuca más rubia
Y cuando ya volvíamos hacia el coche, dos grandes aves cicleaban a baja altura: una pareja de águilas perdiceras (Aquila fasciata), una especie en fuerte regresión, que en la Comunidad de Madrid, sus parejas se pueden contar con los dedos de una mano, y sobran dedos. El contraluz no ayudaba a disfrutar de estas aves, pero ser un animal tan escaso y poderlo ver y fotografiar durante minutos hizo que nos fuésemos con un buen sabor de boca.

Las perdiceras adultas muestran un cuerpo bastante blanco y cola relativamente larga
Con el sol de cara, el blanco resplandecía incluso a gran altura
Los componentes de la pareja, ciclearon muy próximos entre sí.
En fin, que como había mucha gente sólo las grandes aves del cielo se dejaron fotografiar, pero otros organismos más humildes, pero interesantes, no pudieron escapar a mi objetivo.

Hongo Tremella mesentrica creciendo sobre la rama muerta de un fresno
Hongo Tremella foliacea creciendo sobre el tocón de un álamo
En fin, como siempre, el monte casi nunca defrauda desde las águilas a los hongos hay miles de cosas que descubrir.

Dehesas de El Pardo con la Sierra de Guadarrama al fondo


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